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El Zoo de San Diego vacuna a los monos contra el COVID-19

Satu, un orangután mastica un palo en el Zoo de San Diego
Un orangután mastica un palo en el Zoo de San Diego. Los orangutanes y bonobos del Zoo recientemente recibieron la vacuna contra COVID-19, lo que supone el primer caso de inmunización de simios contra el virus.
(K.C. Alfred / The San Diego Union-Tribune)

Es la primera vez que se inmuniza a los simios contra el coronavirus

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Nueve grandes simios del Zoo de San Diego fueron los primeros primates no humanos en recibir la vacuna experimental COVID-19, según informaron el jueves los responsables del Zoo.

Hasta ahora se había vacunado a cuatro orangutanes y cinco bonobos, y el Zoo tiene previsto inmunizar a otros tres bonobos y un gorila posteriormente. Estas especies, junto con los chimpancés, son los primos más cercanos a los seres humanos, lo que los pone en riesgo de contraer un virus que se ha propagado rápidamente de persona a persona.

Un ejemplo: a mediados de enero, el Safari Park informó de que población de ocho gorilas había contraído el COVID-19 tras exponerse a un cuidador que tenía el virus, aunque el empleado no tenía síntomas y llevaba equipo de protección.

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“Eso nos hizo darnos cuenta de que nuestros otros simios estaban en peligro”, dijo Nadine Lamberski, jefa de conservación y salud de la fauna silvestre de la San Diego Zoo Wildlife Alliance. “Queríamos hacer todo lo posible para protegerlos de este virus porque no sabemos realmente cómo les va a afectar”.

Muchos de los veterinarios del Zoo y otros miembros del personal que trabajan con animales ya fueron vacunados contra el coronavirus, pero Lamberski dice que ese no era el caso en enero.

En ese momento, ya estaba en contacto con Zoetis, una empresa de salud animal que antes formaba parte de Pfizer. Esta empresa está desarrollando una vacuna para animales que despierta la inmunidad contra el coronavirus mediante la entrega de una parte de la proteína de superficie que el virus utiliza para agarrarse a las células e infectarlas. Este es el mismo enfoque que Novavax está utilizando en una vacuna humana contra el COVID-19 que podría ser autorizada para su uso en los Estados Unidos en los próximos meses.

Zoetis había estado probando su vacuna en visones, gatos y perros, dice Lamberski, y tenía unas 27 dosis de sobra.

Esas dosis no estaban autorizadas para su uso en personas. Así que el zoológico decidió utilizarlas en sus simios, calculando que los peligros de utilizar una vacuna que no había sido probada en primates eran superados por el riesgo de que los animales contrajeran COVID-19.

El zoólogo de UC San Diego Pascal Gagneux, experto en la evolución de los primates, cree que fue una decisión acertada.

“Tiene bastante sentido. Estos animales son increíblemente valiosos”, dijo. “Hay un número muy finito de grandes simios en cautiverio”.

Gagneux afirma que hay menos de 200 bonobos en los zoológicos de todo el mundo, y que la especie está más estrechamente relacionada con las personas que con los gorilas, lo que subraya su potencial vulnerabilidad al COVID-19.

El personal del zoológico inoculó a los simios entre finales de enero y principios de febrero dos dosis de la vacuna de Zoetis, con tres semanas de diferencia. Fueron inyecciones voluntarias. En otras palabras, los animales tuvieron que sentarse voluntariamente, quedarse quietos y dejar que un cuidador del zoo les pinchara con una aguja.

Nada del otro mundo, ¿verdad?

De hecho, los simios del zoo están acostumbrados a recibir vacunas contra la gripe y el sarampión.

Sin embargo, algunos de los simios más jóvenes y enérgicos no se han mostrado muy dispuestos a recibir sus vacunas. Lamberski afirma que el personal volverá a intentarlo cuando los animales estén más cómodos, en lugar de arriesgarse a que se produzcan complicaciones por anestesiarlos.

Añade que la mayoría de los animales no han tenido efectos secundarios visibles. Uno o dos, sin embargo, se han frotado la cabeza o la zona alrededor de donde recibieron la inyección.

Es difícil saber con certeza si esos comportamientos tienen alguna relación con la inyección, pero un poco de dolor y picor alrededor del lugar de la inyección es un efecto secundario de la vacuna algo común.

Y también el dolor de cabeza.

A dos de los animales vacunados —un orangután y un bonobo— se les tomaron muestras de sangre desde que fueron inoculados, lo que permitirá a los científicos medir su nivel de anticuerpos: proteínas inmunitarias en forma de Y que pueden adherirse a un virus y prevenir la infección.

“Se trata de una oportunidad realmente preciosa para observar lo que les ocurre a los grandes simios en peligro de extinción cuando se les vacuna contra una enfermedad potencialmente importante”, dijo Gagneux. “Nada impide que el COVID-19 empiece a infectar a las poblaciones salvajes”.

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