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En los condados de California, es desigual el éxito de la vacunación para adultos mayores

Nurse Bella Pashabezyan administers COVID-19 vaccine to Nelson Navarro in Glendale.
La enfermera Bella Pashabezyan y un paramédico administran una vacuna contra el COVID-19 a Nelson Navarro, de 69 años, en Glendale. El alcance de las dosis varía ampliamente en California para las personas mayores, que reciben mejores servicios en las áreas urbanas.
(Al Seib / Los Angeles Times)
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Incluso mientras California se prepara para expandir la elegibilidad de la vacuna, el 15 de abril, a todos los residentes de 16 años en adelante, el estado logró vacunar solo a la mitad de su población de adultos mayores, el grupo objetivo de 65 años o más, considerado más vulnerable a morir o desarrollar casos graves en la pandemia.

En general, casi el 56% de los adultos mayores de California han sido totalmente vacunados contra el COVID-19, según los datos más recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. El porcentaje es aproximadamente el promedio en comparación con otros estados, no tan alto como en lugares como Dakota del Sur, donde casi el 74% están completamente vacunados, pero tampoco como Hawái, que llegó al 44%. Los datos, actualizados este martes, no incluyen a las personas mayores que recibieron solo la primera dosis de las vacunas de Pfizer-BioNTech o Moderna.

Pero el progreso general de California enmascara enormes variaciones en las tasas de vacunación para mayores entre los 58 condados del estado, que en gran medida están ejecutando sus propios lanzamientos de vacunas con diferentes reglas de elegibilidad y protocolos de divulgación. Las discrepancias se desglosan notablemente por región; los condados rurales remotos del estado -generalmente bastiones conservadores- en ciertos casos pugnan por regalar las dosis disponibles, mientras que las áreas metropolitanas más pobladas -y generalmente de izquierda- a menudo tienen mucha más demanda que oferta.

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En los condados del Área de la Bahía como Marin y Contra Costa, por ejemplo, más de dos tercios de los adultos mayores están completamente vacunados. Mientras tanto, en el extremo norte del estado, que abarca algunos de los terrenos más accidentados de California, los condados rurales como Tehama, Shasta y Del Norte inmunizaron completamente solo a un tercio de los residentes mayores, según los datos de los CDC.

“Definitivamente compartimos una cosa en común y es que tenemos un porcentaje bastante alto de gente que duda en vacunarse. Y eso incluso se extiende a las personas mayores”, comentó el Dr. Warren Rehwaldt, oficial de salud del condado de Del Norte, sobre los condados septentrionales de California con tasas de vacunación relativamente bajas. Del Norte, que es 62% de raza blanca y votó sólidamente por Donald Trump en 2020, ha vacunado al 36.6% de los residentes de 65 años o más.

Con una población de 28.000 habitantes, el condado tiene un servicio de internet irregular, lo cual hace que el departamento de salud dependa de las citas telefónicas para sus clínicas dos veces por semana, que pueden distribuir 300 dosis en un día. “No creo que hayamos llenado ninguno de ellos por completo, y están disminuyendo”, añadió Rehwaldt. A menudo, 100 o más espacios para citas quedan sin ocupar, incluso después de que el condado amplió la elegibilidad para mayores de 50 años. “Esperábamos algo así, pero pensamos que no ocurriría tan rápido”, dijo.

Todos los jueves por la mañana, el funcionario de salud se suma a una transmisión de radio local para alentar a la gente a vacunarse, y el departamento transmite regularmente anuncios de servicio público. “Sin embargo, es un obstáculo realmente alto superar los serios recelos acerca de la vacuna en sí”, enfatizó Rehwaldt.

Cuando se le preguntó qué recursos ayudarían a impulsar las tasas de vacunación, el médico comentó que optaría por una camioneta móvil para viajar a áreas remotas de su condado. Pero momentos después suspiró y dijo que no estaba seguro de que un vehículo fuera de gran ayuda, después de todo. “¿Qué recursos lograrían superar las dudas? Esto no es un problema de recursos”, remarcó.

El condado de Shasta, cuya población es aproximadamente 80% blanca y votó en números aún más fuertes por Trump, también pugna por llegar al grupo de mayores de 65 años, ya que solo el 36.6% de las personas mayores están completamente vacunadas. La funcionaria de información pública Kerri Schuette reconoció que los trabajadores de la salud encuentran algunas dudas entre los residentes, pero las iniciativas igualmente se vieron obstaculizadas por los iniciales problemas de suministro.

En el otro extremo del espectro están los condados como Marin, un tramo de comunidades prósperas y suburbanas al norte de San Francisco, donde el 71.4% de los adultos mayores están completamente vacunados.

“Hay ciertos privilegios que facilitan el acceso a las vacunas, y eso debe ser reconocido”, remarcó el Dr. Matt Willis, oficial de salud pública del condado. Muchas personas mayores en el condado tienen acceso a computadoras y automóviles, señaló, y han podido acceder a las citas de vacunas con relativa facilidad.

Aún así, el condado hizo un plan agresivo para inmunizar a los mayores incluso antes de que llegaran las primeras dosis, comentó. En lugar de esperar el programa del gobierno federal que dependía de las farmacias para vacunar a los residentes en los centros de atención a largo plazo, por ejemplo, el departamento de salud envió trabajadores apenas tuvo las dosis.

El condado también mantuvo sus reglas de elegibilidad estrictamente enfocadas en los mayores de 75 años hasta mediados de febrero, mientras que otros condados las ampliaban a grupos etarios más jóvenes y una amplia gama de ocupaciones. En un momento, se amplió brevemente la elegibilidad a los maestros, pero ello se revirtió solo una semana después, cuando las dosis empezaron a escasear.

“Demostramos que una dosis ofrecida a alguien de 75 años o más en Marin tenía 320 veces más probabilidades de salvar una vida, que una que se ofrecía a alguien menor de 50 años”, expuso Willis.

Al condado de Contra Costa, un área más diversa al otro lado de la Bahía de San Francisco, le fue casi tan bien: el 70.9% de los adultos mayores están completamente vacunados. Si se suma a quienes han recibido al menos una dosis, las cifras son mucho más altas: el 90% de las personas de 65 a 74 años y el 97% de las de 75 años o más, según el rastreador del condado.

Para llegar a los adultos mayores vulnerables, el Dr. Ori Tzvieli, oficial adjunto de salud de Contra Costa, destacó que el condado trabajó con grupos sin fines de lucro para hacer listas de instalaciones de atención residencial y viviendas para personas mayores de bajos ingresos, y luego envió clínicas móviles a cada una. “A la gente que estaba literalmente confinada en casa, les enviamos a alguien a domicilio. En otros casos, instalamos una estación en el vestíbulo o justo afuera”, comentó.

El condado también instaló clínicas móviles en granjas y lugares de culto. Les otorgó a los trabajadores de salud comunitarios citas específicas para inscribir a los residentes mayores directamente. Y en lugar de que los residentes rastrearan sus propios espacios para citas en línea, el departamento hizo que las personas llenaran formularios y luego programaron los turnos dando prioridad a quienes vivían en códigos postales de bajos ingresos, con altas tasas de enfermedad.

Con una población de poco más de un millón, Contra Costa ahora puede vacunar a 100.000 personas por semana, indicó Tzvieli, y recientemente abrió la elegibilidad para todos los mayores de 16 años. Pero incluso dentro del condado, las desigualdades persisten. En Bay Point, por ejemplo, una comunidad mayoritariamente latina de clase trabajadora, Tzvieli señaló que las tasas de vacunación siguen siendo solo la mitad de las de algunas comunidades más ricas.

Más al sur, en el Valle Central agrícola de California, el condado de Fresno se ubica en un punto medio en los índices de vacunación. Aproximadamente el 54% de las personas mayores de 65 años o más están completamente vacunadas, justo por debajo del promedio estatal. Poco más de la mitad de los residentes del condado son latinos, muchos de ellos trabajadores agrícolas. Y aproximadamente una quinta parte de la población vive en la pobreza, lo cual presenta sus propios obstáculos para una campaña de vacunación.

“La pobreza inmoviliza física y mentalmente”, expuso Joe Prado, gerente de la división de salud comunitaria en el condado de Fresno. “Para una población más rica, ir de tres a cinco millas [hasta una clínica de vacunas] es simple; suben al auto y van. Pero para quienes viven en la pobreza, esa es una gran barrera”.

Hay sectores comunitarios que no se han comprometido con el sistema de salud del condado, lo cual significa que los funcionarios de salud se enfrentan a la vacilación y desconfianza en las vacunas, agregó Prado. “Nuestra alfabetización en salud está lejos de donde debería, y ahora también hay un problema de conocimientos digitales”, remarcó. “Estamos tratando de lidiar con todo esto, en medio de una pandemia”.

En este punto de la campaña, remarcó Prado, la mayoría de las personas mayores ansiosas por la vacuna han recibido al menos una dosis inicial: “El 25% final será el que requiera de más recursos, el más difícil de alcanzar”.

El Dr. William Schaffner, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt, llama a esta cuestión de salud pública “el fenómeno de la fruta madura”. A medida que crece la proporción de personas vacunadas, dijo, “tendremos que trabajar proporcionalmente más para seguir avanzando en estos números, porque los castores ansiosos van primero”. En los condados rurales desde California hasta Tennessee, agregó, la oferta ya está superando la demanda.

Hasta ahora, solo más del 75% de los adultos mayores en EE.UU han recibido al menos una dosis de la vacuna, según los CDC.

“Se le puede ver como el vaso medio vacío o medio lleno”, señaló Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota, durante un episodio reciente de su podcast semanal. Eso todavía deja a más de 13 millones de personas mayores desprotegidas, a pesar de ser quienes enfrentan el mayor riesgo de muerte; ocho de cada 10 decesos por COVID-19 reportados en el país ocurrieron entre adultos de 65 años o más.

Es crucial, agregó Osterholm, que los estados se sigan esforzando por llegar y vacunar a las personas mayores vulnerables que están confinadas en sus hogares o que dudan. “Cuando decimos que vamos a abrir la elegibilidad a todos los mayores de 16 o 18 años, eso parece una victoria”, subrayó. “Pero en muchos estados, es la admisión de una derrota”.

KHN (Kaiser Health News) es una redacción nacional que produce artículos periodísticos en profundidad sobre temas de salud. Junto con Policy Analysis and Polling, KHN es uno de los tres principales programas operativos de KFF (Kaiser Family Foundation). KFF es una organización sin fines de lucro que brinda información sobre temas de salud a la nación.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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