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El ahorro y conservación del agua ya es parte de la vida universitaria

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En una residencia universitaria de UCLA, 84 estudiantes comparten una planta dedicada a la reducción de residuos y la preservación del medio ambiente: toman duchas de cinco minutos, hacen abono y reciclaje, se recuerdan unos a otros que deben apagar las luces y, a través de una subvención, compraron platos y utensilios reutilizables de plástico y bambú para uso personal en los dormitorios.

“Nos hacemos llamar ‘el laboratorio de vida y aprendizaje sostenible’. Nuestro piso realmente aborda la educación e intenta facilitar el liderazgo estudiantil en el área”, afirmó Sarah Dahnke, de 21 años de edad, una alumna de estudios globales y asistente residente de los dormitorios.

Iniciativas como las de Dahnke y sus compañeros de dormitorio se están implementando también en otros colegios y universidades a lo largo de California y en todo el país, parte de un movimiento creciente para incorporar la protección del medio ambiente a la vida estudiantil, el currículo y la investigación.

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Las instituciones de California han estado, en muchos aspectos, a la vanguardia de las políticas progresistas para promover la eficiencia energética y reducir su huella de carbono.

Ahora, en medio de una grave sequía y frente a las restricciones obligatorias del uso de agua, las universidades del estado están bajo una intensa presión para reducir sus consumos e idear otras medidas de conservación. Sin embargo, estas instituciones tienen muchas ventajas: un cuerpo de docentes que investiga las tecnologías sostenibles de vanguardia y estudiantes ansiosos de unirse a la causa.

Hace unos años, cuando llegué por primera vez a California, había mucho más césped verde y nieve. En clase, vemos datos que muestran los cambios, y luego los observas en la naturaleza… - Sidhaant Shah, facultad de ingeniería química y ciencias ambientales de UCLA.

Pero ellos también enfrentan retos difíciles, ya que muchos de los campus más grandes son virtualmente ciudades dentro de ciudades, que incluyen miles de estudiantes y profesores, viviendas, transporte y cientos de hectáreas de tierra que atender.

Los campus en todo el estado están instalando urinarios, cabezales de regadera e inodoros de bajo flujo de agua y de alta eficiencia en los dormitorios. Muchos desconectan secciones de sus sistemas de riego y permiten así que sus jardines luzcan color café, con planes de incorporar plantas tolerantes a la sequía y colocar más pavimento.

Janet Napolitano, presidenta de la Universidad de California, se ha comprometido a lograr la neutralidad de carbono en l0 de sus campus antes de 2025. Los 112 colegios comunitarios del estado están estudiando métodos de conservación de agua con el mayor ahorro, en parte como respuesta al gobernador Jerry Brown y la legislatura, quienes increparon acerca de los esfuerzos que están haciendo los colegios, señaló Paul Feist, un portavoz de la oficina del rector de los colegios comunitarios.

En Cal State Long Beach se espera que un proyecto para convertir las zonas de césped en jardines resistentes a la sequía -que en su primera abarcará unos dos acres de los 322 acres del campus- esté terminado en agosto próximo. Se proyecta que la conversión puede ahorrar alrededor de 3.5 millones de galones de agua y $15,000 en costos de agua anualmente.

El campus, con 3,000 estudiantes, consume cerca de 200 millones de galones de agua cada año; alrededor del 50% de ellos se utiliza para regar jardines y campos deportivos. El campus también está estudiando cómo utilizar agua reciclada en lugar de potable, expresó David Salazar, vicepresidente asociado de planificación física e instalaciones.

Mientras tanto, una amplia variedad de clases en la universidad están incorporando instrucciones acerca de los impactos ambientales. En una clase de química “verde” en Cal State Fullerton se pide a los alumnos que calculen sus huellas de carbono e hídrica, y que recojan su basura durante 48 horas para ilustrar cuánto se desecha y desarrollar productos más respetuosos del medio ambiente, relató el profesor y bibliotecario interino Scott Hewitt, quien habló recientemente en un simposio en el campus. La escuela ofrece una maestría en estudios ambientales y está considerando la posibilidad de desarrollar la licenciatura con un énfasis menor en sustentabilidad, informó Hewitt.

Las iniciativas también van más allá de los campus. La universidad estatal está trabajando con los gobiernos locales y las agencias de agua para ayudar a las comunidades de bajos ingresos del Valle Central a desarrollar estrategias de conservación.

A pesar de esfuerzos como éstos en toda la nación, algunos expertos afirman que, de todas maneras, se necesitan medidas de gran envergadura, que requieren de una mayor inversión. “Desafortunadamente, muchas instituciones educativas son más reacias a tomar riesgos que las empresas; son progresivas en términos de ideas, pero muy conservadoras en cuanto a su capacidad para cambiar las cosas a las que están acostumbrados y a considerar inversiones a largo plazo”, señaló Wynn Calder, director adjunto de University Leaders for a Sustainable Future.

El financiamiento es, sin duda, un tema escabroso para las universidades públicas de California, que todavía se están recuperando de la pérdida de miles de millones de dólares de apoyo del estado durante la recesión.

Los distritos locales colaboran con algunas universidades para ayudar a patrocinar a algunos proyectos de reducción de agua, pero generalmente las casas de estudio hacen uso de los mismos incentivos de conservación que están disponibles para el público en general. Hay pocos fondos dedicados, por ejemplo, para adaptar los edificios públicos de modo de disminuir el uso del agua, remarcó Peter Brostrom, gerente de uso eficiente de agua del Departamento de Recursos Hídricos de California.

“El presupuesto de la UC está ya bastante utilizado, y los fondos para las subvenciones del estado están a menudo dirigidos a proveedores de agua, y hay mucha competencia por ello”, afirmó Brostrom. “Ahora mismo, [la] falta de recursos restringe algunas de estas mejoras que son tan necesarias”.

Hace menos de un año, cuando los funcionarios de California comenzaban a entender la magnitud de la emergencia por la sequía, una rotura de la tubería principal de agua inundó partes de UCLA con 20 millones de galones de agua. Una campaña de ahorro de agua en el campus de Westwood redujo el consumo a 9 millones de galones únicamente en los 15 complejos habitacionales que sirven a unos 12,000 estudiantes, señaló Josh O’Connor, quien organiza el programa Team Green (equipo verde), que destina a líderes estudiantiles en los dormitorios para invitar a sus compañeros a la conservación.

En otros lugares del campus, se espera que el reemplazo del césped con jardinería resistente a la sequía ahorre unos 4.9 millones de galones al año, señaló Nurit Katz, oficial en jefe de sostenibilidad del campus. El campus, que consta de 419 acres, también planea sustituir siete acres de campos intramuros con césped artificial, lo cual ahorrará 6.4 millones de galones adicionales al año.

Anteriormente, cuando el césped lucía amarillo, en seguida surgían las quejas. Ahora, un césped demasiado exuberante genera preguntas, dijo Katz. Lo difícil es que mucho del espacio verde se usa para eventos o para el descanso de profesores, estudiantes y del personal, y no puede reemplazarse fácilmente. La estética de un campus, lo que atrae a los estudiantes y a sus padres, sigue siendo el verde exuberante, lo cual es más un ideal de la costa del este que la realidad del clima de la costa oeste. Pero también las actitudes están cambiando.

Sidhaant Shah, de 22 años y estudiante de ingeniería química y ciencias ambientales, integra un grupo de alumnos que está realizando investigaciones ambientales en el campus, como por ejemplo cómo el paisaje cambia la biodiversidad. “Hace unos años, cuando llegué por primera vez a California, había mucho más césped verde y nieve”, afirmó Shah. “En clase, vemos datos de los cambios y luego los observas en la naturaleza y te das cuenta de que sí, es cierto, está empeorando”.

carla.rivera@latimes.com

Traducción: Diana Cervantes.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

https://lat.ms/1HUGnQz

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