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COLUMNA: Del dolor a la esperanza

Evaristo atravesó una vorágine depresiva, pero ahora observa un horizonte de nuevas oportunidades.
(Courtesy)
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Evaristo, quien me envió su testimonio por correo, es mexicano de nacimiento. Cuenta que emigró a Estados Unidos hace 28 años, está casado con el más grande y único amor de su vida “y novia de mi juventud”.

Antes de emigrar, egresó de la universidad; en suelo estadounidense, le tocó trabajar aquí y allá para sacar adelante su matrimonio y familia en un país ajeno.

Entregado en cuerpo y alma a su familia y hogar, trabajó por 11 años para diferentes patrones y siempre contó con el apoyo de su esposa, quien también trabajaba.

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“Adquirimos nuestra primera casa cuando teníamos dos hermosas hijas y poco después desafiamos los pronósticos, cansados de trabajar para alguien más, decidimos comenzar una aventura nueva: nuestro propio negocio”, indicó.

El principio fue muy difícil, aseguró, pero la pareja estaba convencida que podría lograrlo. “Nos costó perder nuestra primera casa y enfrenté problemas serios de salud que me mantuvieron fuera de la acción, pero ella, mi esposa estaba siempre ahí”, agregó.

Cuando el negocio comenzó a dar frutos, sufrió la más espantosa noticia al perder a su madre.

“Mi único bastión de fuerza con quien contaba, y además, lejos; mi mundo se desplomó, mi vida se detuvo y mi historia terminó”, relató.

En poco tiempo y sin saber cómo, me encontré en la puerta equivocada del bajo mundo de las drogas.

“Cambié la vida por infierno, y descuidé lo más grande que tengo, lo que me quedaba… mi esposa e hijas”, señaló.

Vivir esa experiencia, aseguró, fue como caminar con el alma desnuda y la dignidad por el suelo. Esto se convirtió en una vorágine que no podía detener.

“Lloraba en silencio y buscaba ayuda, buscaba a Dios, y culpaba a todos de mi desgracia, no podía detener esa dependencia que acababa con mi vida”, dijo con sinceridad.

Fueron varios años sumidos en soledad, manifestó.

“Alejado de todos por vergüenza, pero Dios tenía preparado para mí algo diferente, nació mi tercera hija y con ella la ilusión de cambiar; mi esposa nunca me abandonó, ella necesitaba una sombra paternal para nuestras hijas y a pesar de mi distanciamiento, ella no perdió la fe”, aseveró.

Desde entonces, el escenario es completamente diferente.

“Ahora, lejos de las dependencias vivo una vida plena al lado de las mujeres que más merecen todo mi agradecimiento, admiración y amor: mi esposa y mis hijas, en el nido que construimos juntos, atendiendo nuestro próspero negocio del cual vivimos, y agradeciendo a Dios por la oportunidad de volver a vivir”, concluyó.

Escríbame, recuerde que su testimonio puede ayudar a otros. Mi email es: cadepbc@gmail.com

EL DATO
Narcóticos Anónimos
Grupo: Vida Nueva
Horario: Martes 7 p.m.
Dirección: 3131 Santa Anita Ave. Suite 112B, El Monte.

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