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Con mascarillas, controles de temperatura y ansiedad, la economía minorista de California se reabre cautelosamente

Bryson Finger sirve café a Jeric Gambon, de 24 años, mientras disfruta del desayuno en Busy Bee Cafe en Main Street en el centro de Ventura el jueves.
(Al Seib / Los Angeles Times)

Con máscaras, controles de temperatura y ansiedad, la economía minorista de California vuelve a abrirse con cautela

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Linda Sims se acomodó frente a su esposo Anson el sábado en una mesa en la parte trasera de Busy Bee Café en el centro de Ventura.

Su primera decisión requería algo de juicio: entrar a un restaurante por primera vez desde que se impuso la orden de quedarse en casa por el coronavirus. La segunda decisión fue más fácil: ordenar los panqueques.

“Venimos aquí cada cuatro de julio”, dijo sobre el restaurante estilo 1950. “Y aquí es donde siempre desayunamos”.

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Los Sims, que usaban mascarillas faciales mientras esperaban una mesa en la acera, dijeron saber que existe un riesgo por la reapertura ahora, pero esto tiene que suceder en algún momento.

“Estamos en la edad vulnerable”, agregó. “¿Pero saben una cosa? Tienen que tantear las aguas... Si están dispuestos a reabrir sabiendo que es seguro, no nos van a matar, y debemos apoyarlos. Me estoy volviendo loco de estar en la casa”.

Después de más de dos meses de cierre, grandes sectores de la economía minorista de California comenzaron a cobrar vida el sábado. Esto marcó el primer fin de semana desde que muchos condados obtuvieron el visto bueno para reabrir restaurantes, tiendas minoristas e incluso centros comerciales para negocios.

Algunos distritos de compras y entretenimiento que alguna vez fueron bulliciosos en California vieron una explosión de clientes, aunque es demasiado pronto para saber si será suficiente para que las empresas sean sostenibles.

Se suponía que los restaurantes debían abrir con una serie de nuevas reglas de seguridad que incluyen mascarillas faciales y controles de temperatura para los empleados y distanciamiento social para los clientes.

En su mayor parte, los comerciantes y los clientes hicieron su parte. Pero hubo algunas excepciones.

Las dificultades económicas causadas por la pandemia del coronavirus amenazan el futuro de la calle Olvera. Las órdenes de quedarse en casa impiden que la gente se reúna en la plaza.

El Prez, un bar en el distrito de Pacific Beach en San Diego, fue el centro de atención después de que los clientes publicaran videos con multitudes de personas bebiendo, a menudo sin mascarilla y sin el distanciamiento requerido de seis pies establecido para los restaurantes bajo las pautas de reapertura recientemente aprobadas. El supervisor del condado, Nathan Fletcher, dijo que la escena creó “un riesgo inminente de salud y seguridad” y agregó que los funcionarios del condado notificaron al negocio con un aviso de cierre.

Las autoridades estatales ahora han aprobado a 45 condados para reanudar las comidas en restaurantes y las compras en tiendas. Los últimos fueron Orange y Riverside, dos de los centros de población más grandes de California. El condado de Orange había visto un aumento en las muertes durante la última semana, y los funcionarios manifestaron que estaban encantados de poder comenzar a reabrir la economía.

Antes de volver a abrir, las empresas deben revisar la orientación estatal relevante para su industria, preparar e implementar un plan de seguridad y publicar una lista de verificación específica de la industria en sus lugares de trabajo.

“Entendemos que muchas compañías están sufriendo en este momento y queremos volver a abrir con la menor cantidad de problemas posible”, comentó Don Wagner, supervisor del condado.

La reapertura del condado de Orange fue posible después de que el gobernador Gavin Newsom ajustó el lunes los requisitos que los condados deben cumplir para acelerar sus horarios de reapertura. En particular, Newsom anunció que ya no se evitaría que los condados relajen las reglas de quedarse en casa si han registrado muertes por COVID-19 en las dos semanas anteriores.

Los líderes locales ahora pueden avanzar hacia una reapertura más expansiva si pueden registrar menos de 25 casos de coronavirus por cada 100.000 residentes en los últimos 14 días, o mostrar que menos del 8% de los residentes dieron positivo para el virus durante un período de siete días. Los datos presentados por el condado de Orange la semana pasada muestran que el 7.95% de los residentes que se hicieron la prueba del virus entre el 13 de mayo y el martes fueron positivos, llegando apenas por debajo del máximo del estado.

Desde dinero en efectivo y aperitivos hasta un “gracias” verbal, hay opciones a la hora de mostrar su aprecio por los repartidores.

Los funcionarios de salud pública del condado de Orange informaron el sábado 12 nuevas muertes relacionadas con el coronavirus, lo que eleva el número total de decesos del condado a 130. Casi un tercio de las defunciones se registraron en los últimos cuatro días, con 10 muertes registradas el miércoles, 14 jueves y seis viernes. Antes del miércoles, el condado no había reportado más de cinco decesos en un solo día.

Las autoridades dijeron que muchas de las nuevas defunciones se deben a brotes en centros para ancianos. En total, 52 residentes de centros de enfermería especializada habían fallecido hasta el sábado.

El condado también reportó 216 casos adicionales del virus el sábado, lo que eleva el total de infecciones en todo el condado a 5.157.

El condado de Los Ángeles, el epicentro del coronavirus en California con más de 2.000 muertes, ha sido más lento en expandir la reapertura. Las autoridades establecieron la meta para el 4 de julio.

Funcionarios de salud pública del condado de Los Ángeles anunciaron el sábado 1.032 nuevos casos de coronavirus y 41 decesos relacionados, pero también revelaron signos alentadores de progreso en la desaceleración de la propagación del virus.

El condado ha visto una disminución del 13% en su último promedio de siete días de muertes por día y un descenso del 16% en su media más reciente de tres días en hospitalizaciones por día, según un panel del Departamento de Salud que rastrea las métricas relacionadas con la recuperación.

Además, el porcentaje de personas que dieron positivo en el condado de Los Ángeles alcanzó un mínimo histórico del 8.5%, en comparación con el 28% en la ciudad de Nueva York, expuso Bárbara Ferrer, directora de salud del condado.

Sus comentarios llegaron un día después de que la coordinadora de respuesta al coronavirus de la Casa Blanca, la Dra. Deborah Birx, señalara a Los Ángeles como una de las tres áreas metropolitanas que ha visto un número persistentemente alto de nuevos casos diarios, lo que, según ella, era motivo de preocupación.

Con el desempleo ahora en 15.5% en California, existe la esperanza de que aliviar las restricciones de quedarse en casa traerá algo de recuperación.

La puerta estaba abierta, aunque el restaurante estaba técnicamente cerrado el sábado por la mañana cuando el primer grupo de clientes curiosos ingresó a Nature’s Grill, la cafetería de Thomas Larsen en Ventura.

“Abrimos a las 11”, susurró Larsen encogiéndose de hombros, con una mascarilla de tela que cubría su sonrisa mientras miraba su reloj. Eran las 10:55.

Nadie, y menos Larsen, quería aguardar otros cinco minutos para que abriera el restaurante, no cuando ya habían esperado más de dos meses.

“Los negocios no van a volver apresuradamente”, dijo Larsen, cuyo local de Main Street se encuentra a lo largo de un moderno tramo de bares, boutiques y restaurantes en el centro de Ventura, a media milla de la playa. “Ha sido una lucha. Pero creo que todos están navegando lo mejor que pueden”.

Larsen reveló que el cierre aplastó su negocio, obligándolo a despedir a todos menos a unos 16 de sus empleados y a invertir sus ahorros personales para evitar el cierre por completo. Para reabrir, los restaurantes deben aceptar las reglas del condado que exigen cubrirse la cara y controlar la temperatura de todos los empleados, un amplio distanciamiento social para los clientes y la limpieza a fondo de menús, mesas y otros objetos que se tocan con frecuencia.

Si bien Larsen puede eludir las reglas cuando se trata del horario de apertura, se apega a las que mantendrán abiertas esas puertas. Eso significa cerrar todas las cabinas de su restaurante, mover algunas de las sillas y mesas de arce afuera y servir comida en recipientes desechables.

“Voy a excederme”, aseguró. “Prefiero ser demasiado cauteloso en este momento. La pandemia es algo de lo que hay que preocuparse. Simplemente llenar con gente los restaurantes en este momento no es inteligente”.

Para Larsen, el miedo al nuevo coronavirus no es teórico. Su hermana, una enfermera en Santa Bárbara, fue examinada hace tres semanas después de entrar en contacto con un paciente con COVID-19; las horas de espera de los resultados fueron largas.

“Es absolutamente una cosa real”, señaló Larsen. “Es algo que todos deben tomar en serio. La gente tendrá que decidir por sí misma cuándo es seguro salir y cenar. Algunos se tomarán su tiempo”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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