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Política y coronavirus: ¿A quién culpar si surgen nuevos brotes a medida que California reinicia actividades?

La gente aprovecha la reciente reapertura del sendero en el Strand de Manhattan Beach, el mes pasado.
(Jay L. Clendenin / Los Angeles Times)
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La orden de la oficial de salud del condado de Orange fue simple y lejos de ser radical: los residentes deben usar cubrebocas mientras están en un lugar público, en el trabajo o dentro de un negocio, como protección contra el coronavirus.

Pero casi de inmediato, la Dra. Nichole Quick se enfrentó a una reacción violenta por parte de los residentes y algunos funcionarios electos, que cuestionaron tal necesidad. La gente se convocó en una reunión de la Junta de Supervisores con un cartel donde se veía la foto de Quick, editada con un montaje de bigote al estilo Hitler y esvásticas. Después, la doctora recibió una amenaza de muerte y se le debió asignar custodia especial.

En medio de las crecientes críticas, Quick renunció esta semana, una aparente baja política mientras California intenta revivir su economía al tiempo que previene nuevos brotes de COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus.

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Algunos funcionarios insisten en que el reinicio cada vez más rápido de actividades económicas en California en las últimas semanas fue impulsado por cuidadosas consideraciones de salud. Pero también hay presiones políticas; algunas empresas maltrechas después de meses de inactividad están espoleando a las autoridades para que se les permita abrir sus puertas, mientras que algunos residentes se oponen a que el gobierno les exija el uso de máscaras y les indique qué tan lejos deben ubicarse de otras personas.

Al mismo tiempo, está la cuestión de quién será culpable si el ritmo de reapertura deriva en un gran aumento de casos y muertes.

El condado de Los Ángeles sigue siendo uno de los más afectados en California, con arriba de 2.700 decesos, que representan más del 57% de la cifra de defunciones del estado, a pesar de ser hogar de una cuarta parte de la población californiana total. Sin embargo, el condado más poblado del país avanza más rápido que el Área de la Bahía y San Francisco en la reapertura.

El gobernador Gavin Newsom enfatizó que la decisión de reabrir negocios a un ritmo acelerado pertenece a los líderes locales.

“Permítanme aclarar algo: el director de salud local tomó la decisión en Los Ángeles hoy. El estado de California no lo hizo”, aseveró Newsom el 29 de mayo pasado, cuando el condado de L.A. presentó documentos ante el estado que le permitieron reabrir restaurantes para cenar en persona y salones de belleza. “Esa pregunta es básicamente para los directores de salud locales y los funcionarios locales del condado”.

Altos funcionarios en Los Ángeles indicaron que las pautas de Newsom fueron parte de la razón por la que consideraron que era el momento adecuado para proceder. El alcalde de la ciudad, Eric Garcetti, afirmó en ese momento que las muertes y las hospitalizaciones disminuyeron en el condado de L.A., y que es importante preocuparse tanto por la salud pública como por la tensión económica.

La presidenta de la Junta de Supervisores del condado de Los Ángeles, Kathryn Barger, enfatizó en una entrevista que los líderes del condado se responsabilizan de la estrategia de reapertura local. El estado “nos dio luz verde. Pero [el gobernador] tiene razón. Es decir, en última instancia, depende de nuestro oficial de salud pública”, indicó. “Todo lo que hemos hecho se ha basado en los datos otorgados por [el Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles], y eso se ha presentado según los criterios establecidos por el estado”, puntualizó. “Esta junta ha sido muy cuidadosa para asegurar que lo hagamos de manera deliberada y sistemática, basada en la salud pública”.

Sólo el tiempo dirá si el condado de Los Ángeles se está moviendo demasiado rápido.

No hay un discurso constante sobre lo que está sucediendo: los científicos del condado señalan que la tasa de transmisión efectiva de la enfermedad ha aumentado recientemente. El número de casos semanales diagnosticados los pasados siete días cayó un 12% en comparación con la semana anterior.

Pero por primera vez en semanas, no hubo una disminución significativa en las hospitalizaciones semanales debido al coronavirus. Y los decesos semanales en el condado de Los Ángeles escalaron un 12% la semana pasada en comparación con la semana anterior.

La gran mayoría de los californianos siguen siendo vulnerables a contraer la infección. Un reciente estudio sugiere que hasta el 98% de las personas en el condado más poblado del país aún no se han contagiado con el coronavirus, que es más mortal e infeccioso que el de la gripe estacional.

Bárbara Ferrer, directora de salud pública del condado de L.A. defendió el plan de reapertura de la región, pero enfatizó que los residentes y las empresas deben seguir las reglas de seguridad. “En algún momento tenemos que reabrir”, consideró. “La cuestión es asegurarnos de que cuando los sectores vuelvan a la actividad, tomemos todas las precauciones posibles”.

El Dr. Peter Chin-Hong, profesor y especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Francisco, remarcó que si bien la reapertura de los restaurantes no lo pone nervioso, la idea de reanudar las grandes reuniones, tales como las congregaciones en iglesias, sí le da motivo de preocupación. “Realmente se trata del tamaño de la multitud”, destacó Chin-Hong. Para el especialista, hay que ser cautelosos acerca de que personas vulnerables, como ancianos y pacientes con cáncer, afecciones cardíacas y otras condiciones preexistentes, visiten áreas que reabren sus puertas.

Eventos donde hubo gran transmisión de coronavirus entre muchas personas tuvieron lugar en iglesias, así como en otros encuentros masivos, como convenciones y celebraciones de Mardi Gras.

Entre 92 personas que asistieron a una iglesia en Arkansas a principios de marzo, se confirmó que 35 se infectaron y tres murieron; los dos primeros contagiados fueron el pastor y su esposa, según un informe publicado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

El Área de la Bahía de San Francisco está adoptando un enfoque mucho más lento y gradual, y ha abierto sólo sitios de comidas al aire libre como un paso intermedio antes de permitir el ingreso a interiores.

En el condado más poblado del norte de California, Santa Clara -hogar de Silicon Valley- apenas el viernes pasado se permitió reanudar las comidas y los servicios religiosos al aire libre, junto con las compras en tiendas. A los salones de belleza no se les permitió retomar actividades.

La Dra. Sara Cody, oficial de salud de dicho condado, indicó que las tasas de infección allí han sido bajas y se han mantenido estables durante algún tiempo. Sin embargo, hubo un ligero incremento en el número de hospitalizaciones por coronavirus, probablemente relacionado con los modestos esfuerzos de reapertura del condado, a mediados de mayo, cuando las tiendas volvieron a abrir para el servicio de recolección, expresó Cody el lunes.

Cody enfrentó algunas críticas por su enfoque cauteloso para la reapertura, pero no en la medida en que su contraparte en el condado de Orange, Quick, experimentó.

Su decreto sobre los cubrebocas, a fines de mayo, se enfrentó al desafío inmediato por parte de los residentes y funcionarios electos, que cuestionaron la necesidad del uso generalizado de cubiertas faciales a medida que las empresas en la región reabrían. Esa ira a veces apuntaba directamente contra la Dra. Quick.

El Departamento del Sheriff del condado de Orange proporcionó custodia para la funcionaria luego de que recibiera un mensaje considerado por los funcionarios como una amenaza de muerte, durante una reunión de la Junta de Supervisores del condado, el mes pasado.

Durante el encuentro, una mujer que se identificó como abogada menospreció la experiencia de Quick en el campo de la salud y leyó en voz alta la dirección de su residencia, diciendo que planeaba llevar a un grupo hasta el domicilio y “hacer calistenia con máscaras en la puerta de su casa”, en un intento por demostrar que los cubrebocas no son seguros.

La mujer se hizo eco de lo que otros críticos habían dicho sobre los revestimientos faciales, que representan un peligro para los niveles de oxígeno de las personas. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) señalaron con anterioridad que los menores de dos años y cualquier persona con problemas respiratorios no deben llevar mascarilla.

“Cuando la gente comience a caer como moscas, y así será”, afirmó la mujer en la reunión, “voy a pedirle a cada paramédico en un radio de 30 millas que encienda las luces y sirenas [de la ambulancia] hasta llegar a su puerta de entrada, y será mejor que rece para que puedan revivir a quien haya caído, porque de no ser así, solicitaré el informe del deceso a la morgue del condado para acusarla de asesinato”.

Más tarde esa misma semana, la presidenta de la Junta de Supervisores del condado de Orange, Michelle Steel, condenó la amenaza y dijo: “Nunca debería volver a ocurrir. Nadie merece ser amenazado o intimidado como ella lo fue”, enfatizó Steel en ese momento.

Los expertos en salud creen que los revestimientos faciales pueden ayudar a retrasar la propagación del coronavirus al evitar que las gotas orales infecciosas de una persona se pulvericen mientras habla con otros.

Quick, quien fue contratada como oficial de salud del condado en junio pasado, no pudo ser contactada para hacer comentarios en este artículo, el martes.

El condado acordó pagarle a la Dra. Quick $75.000 en indemnización a cambio de su renuncia voluntaria, según un acuerdo de liquidación firmado el lunes.

El documento señala que el oficial ejecutivo del condado, Frank Kim, no menosprecia el trabajo realizado por Quick mientras estuvo empleada en el condado. A cambio, la doctora acordó no criticar al condado ni a la Junta de Supervisores.

Un día después, Kim caracterizó el acuerdo como “una práctica bastante estándar para el condado” cuando se trata de empleados de nivel ejecutivo. “Tenía una muy buena relación laboral y pienso que ella hizo un trabajo bastante bueno para el condado, como nuestra funcionaria de salud”, destacó durante una llamada telefónica con periodistas.

Kim agregó que estaba sorprendido y decepcionado por la renuncia de Quick. Ni él, ni ninguno de los miembros de la Junta de Supervisores, la alentaron a hacerlo, agregó.

El funcionario declinó dar más detalles sobre sus razones para ello, más allá de decir: “Creo que todos los desafíos del trabajo influyeron en su decisión”.

Hasta el martes por la noche, 185 individuos habían fallecido en el condado de Orange a causa del coronavirus. El promedio diario allí de hospitalizados con infecciones confirmadas o sospechosas, la semana pasada, fue de 400 personas, en comparación con casi 300 a principios de mayo.

Iris Lee, Joseph Serna, Colleen Shalby y Phil Willon, redactores de planta de The Times, contribuyeron con este informe.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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