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En la California republicana, las elecciones ponen a prueba las amistades, agravan las divisiones. ‘Puedes sentir la tensión’

Un partidario del presidente Trump conduce por Redding.
(Luis Sinco / Los Angeles Times)
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Víctor Castellanos dice que la elección presidencial se parece mucho a esto: una elección entre un jalapeño crudo y un cono de nieve. Dos cosas radicalmente dispares para las que no está de humor.

“Ya quiero que esto termine”, dijo Castellanos, de 58 años, mientras lavaba las ventanas de su Dodge Ram afuera de la tienda Shingletown.

En última instancia, dijo, se tapó la nariz y emitió su voto por correo por Joe Biden, un hombre que cree que es demasiado viejo para aspirar a la presidencia, porque “no voy a votar por ese [improperio] narcisista de Trump”.

Victor Castellanos stands next to his Dodge Ram in Shingletown, Calif.
Víctor Castellanos, de Redding, junto a su Dodge Ram en Shingletown, California. Está listo para que terminen las elecciones de 2020. Votó por Joe Biden, pero no está emocionado por eso.
(Hailey Branson-Potts / Los Angeles Times)
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En esta aldea del condado de Shasta de 2.200 personas, que lleva el nombre de los fabricantes de tejas que ayudaron a los mineros de la fiebre del oro, enormes banderas que respaldan al presidente Trump ondean con el viento otoñal a lo largo de la autopista 44.

Esta zona de California es territorio republicano. Pero en los últimos días antes de las elecciones, los votantes de las antiguas ciudades madereras del norte de California y las tierras agrícolas planas del Valle Central parecen estar de acuerdo: quieren que termine la campaña y las constantes disputas partidistas que se han infiltrado en todos los aspectos de la vida.

“Casi desearía que me pudieran dormir y que me despertaran en febrero o algo así”, dijo Doni Chamberlain, una periodista independiente que vive en Redding. “Puedes sentir la tensión”.

Chamberlain, de 64 años, que se describe a sí misma como liberal, ve artículos promocionando a Trump en la ferretería local y sombreros MAGA por toda la ciudad. Cuando está en público, siente que la gente la mira mal por usar un cubrebocas en medio de la pandemia, un acto del que Trump se burla incluso después de ser hospitalizado con COVID-19.

Chamberlain, como muchos estadounidenses en estos tiempos divididos, ha aprendido a navegar por lo que puede y no puede hablar con sus seres queridos conservadores. Ha perdido amigos que escribieron publicaciones hirientes en Facebook, llamando a los liberales con apodos despectivos.

“Cuando pasen las elecciones, será interesante ver qué amigos me quedan”, señaló.

Salvo lo políticamente inimaginable, Biden ganará California. Pero el presidente tiene legiones de seguidores en el estado más poblado de la nación. En 2016, Trump obtuvo 4.5 millones de votos en California, menos que Texas (donde obtuvo 4.7 millones de votos) y Florida (4.6 millones).

El condado de Shasta es parte de una vasta área al norte de Sacramento, donde la gente habla seriamente sobre la creación de un estado de Jefferson separado, junto con los condados rurales y conservadores del norte de California. Las calcomanías pegadas en las camionetas tienen la bandera de Jefferson con su par de X —llamadas “doble cruz”— que representan una sensación de abandono rural.

Muchos aquí rechazan la regulación gubernamental, no les gustan las estrictas políticas de control de armas de California y las leyes de inmigración liberales. Si Jefferson se convirtiera en un estado, una propuesta que los expertos han dicho que está condenada al fracaso, tendría alrededor de 1.7 millones de residentes, una población mayor que otros 13 estados. También sería tres cuartas partes de población blanca.

Más al sur, en el Valle Central agrícola, cada vez más latino, el presidente encontró un nuevo votante en Kenneth Smith, un cocinero de 35 años del oeste del condado de Fresno que se registró para votar por primera vez este año, solo para apoyar a Trump.

En una tarde reciente, Smith se paró junto a un auto El Camino, en su trayecto de entrada en Coalinga —una pequeña ciudad a la cual California retuvo los fondos de ayuda COVID-19 después de que los funcionarios locales declararon que todos los negocios eran esenciales, desafiando las órdenes estatales.

Smith mencionó que tiene que utilizar un cubrebocas en el trabajo, pero no lo usa en ningún otro lugar. Él cree que el presidente “ha hecho un trabajo increíble” al manejar la pandemia y dijo que Trump ha cumplido numerosas profecías bíblicas, señalando el reciente acuerdo negociado por Estados Unidos para establecer relaciones entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos.

“Mientras sea cristiano, mi voto será para Trump”, señaló.

Smith dijo que estaba visitando a un amigo en Bakersfield a principios de este año y fue a una protesta de Black Lives Matter, donde tuvo un altercado con manifestantes.

“Dije algunas cosas de las que estoy bastante avergonzado”, explicó.

Aunque la gran mayoría de las protestas que siguieron al asesinato de George Floyd fueron pacíficas, Smith dijo que le preocupa que la violencia se apodere del país.

“Toda esta locura es demasiado”, aseguró Smith. “Ni siquiera deseo que mi hija salga. No quiero llevarla fuera de la ciudad... Creo que en otros cuatro años Trump arreglará todo esto”.

A lo largo del polvoriento viaje de una hora al noreste desde Coalinga hasta Hanford, los letreros colocados en los remolques de malla de algodón anuncian “Otro granjero para Trump” y “Lo único peor que COVID-19 sería Biden-20”.

Las voluntarias Pam Mills, izquierda, Mary Jane Loya y Kim Harmon en la sede republicana del condado de Kings.
(Al Seib / Los Angeles Times)

En la sede republicana del condado de Kings en Hanford, la voluntaria Mary Jane Loya dijo que votará por Trump tal como lo hizo en 2016 —y expresa estar frustrada por lo que considera un esfuerzo sin precedentes de sus críticos para sabotear su presidencia.

“Es tan injusto, no lo dejan hacer su trabajo”, dijo la mujer de 74 años.

La familia de su difunto esposo es liberal, señaló, y algunos la han eliminado en Facebook por cuestiones políticas.

“Seamos realistas, no tiene filtro”, dijo Loya sobre el presidente. “No siempre dice las cosas bien. Pero creo que su corazón está en el lugar correcto”.

De vuelta en el condado de Shasta, un pequeño grupo que protestaba por las restricciones del coronavirus, los mandatos de cubrebocas y vacunas, se encontraba la semana pasada cerca del Puente Sundial de Redding. Entre ellos estaba Robert Flynn, de 30 años, que llevaba una mascarilla de médico de la plaga hecha en casa, al estilo del siglo XVII, con un pico parecido a un pájaro.

“Es más política que una pandemia real”, dijo sobre el coronavirus. “Si fuera una pandemia real, deberíamos haber estado usando máscaras de gas que cubren toda tu cabeza”.

Su postura ante el COVID-19 no siempre ha tenido buenas reacciones.

“Perdí amigos por mis puntos de vista y mis creencias”, comentó. “Al principio, fue difícil. Pero luego decidí, ¿sabes qué?, no son mis verdaderos amigos. Si son tus amigos en realidad, se quedarán contigo. ¿Pero si no es así? Adiós, Felicia”.

Robert Flynn, dressed as a 17th century plague doctor, joins people against coronavirus restrictions and vaccines in Redding.
Robert Flynn, vestido como un médico de la plaga del siglo XVII, durante un evento de micrófono abierto para personas que se oponen a las restricciones y vacunas contra el coronavirus, cerca del Puente Sundial en Redding el 24 de octubre.
(Luis Sinco / Los Angeles Times)

Hablando con Flynn estaba Lori Bridgeford, una terapeuta de artes curativas de 62 años de Shasta Lake. Ella dice que la pandemia es un esfuerzo del gobierno para manipular, controlar a la población y forzar las vacunas.

“Somos una zona rural. No somos el tipo de personas que usan como tapetes”, manifestó.

“No somos personas violentas, pero les diré una cosa, tenemos mucha gente [para quienes] hay un límite. Cuándo comienzas a violar nuestra Primera Enmienda, Segunda Enmienda y todo lo demás: asambleas, reuniones, ¿diciéndonos cuándo podemos reunirnos para adorar a dios? No. Vamos a ladrar como respuesta. Podríamos amenazar con morder, pero vamos a ladrar y gritar”.

Para Donald Trump los migrantes son asesinos, violadores, personas malas o los de menor coeficiente intelectual.

Oct. 26, 2020

Trump venció a Hillary Clinton por 36 puntos porcentuales en 2016 en el condado de Shasta. Castellanos, demócrata desde hace mucho tiempo, dijo que está tan desilusionado con ambos partidos que ni siquiera sabe cómo llamarse a sí mismo.

En la página de Facebook de su club de motociclistas, le dice a la gente que evite la política porque no quiere ver las disputas.

“Me da vergüenza identificarme”, afirmó. “Las redes sociales lo han llevado a donde ni siquiera se trata de discutir una política real; son solo personas que se atacan entre sí”.

“Esto es una locura”, dijo Castellanos, esperando que después de las elecciones “el caos se detenga”.

Bueno, se vale soñar.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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