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‘No puedes hacer nada’: La lucha de los médicos indioestadounidenses con la crisis del COVID-19 en su país de origen

Dr. Sunita Puri is trying to rally funds to send supplies to India for the COVID-19 crisis.
La Dra. Sunita Puri, que intenta reunir fondos para enviar suministros a India, es fotografiada en el Keck Hospital de la USC, en Los Ángeles, el viernes 7 de mayo de 2021.
(Christina House / Los Angeles Times)
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El muy celebrado descenso de las infecciones por coronavirus en Los Ángeles en las últimas semanas no trajo el alivio que esperaba la Dra. Neha Nanda.

Como jefa de control de infecciones de Keck Medicine, de la USC y sus hospitales, Nanda siguió de cerca cada giro de la pandemia durante los últimos 16 meses y esperaba ansiosa el momento en que los casos comenzaran a caer en picado.

Pero la reciente disminución del coronavirus en California coincidió con una explosión en India, donde Nanda creció y sus padres aún viven. “Sí, todo se está reactivando aquí, pero la otra parte de tu cerebro y de tu corazón se sienten culpables de regocijarse… Casi todos los días recibo mensajes de que alguien murió en India”, expresó la doctora. “Son personas a las que amas, a las que conoces, que te vieron de niña, y no puedes hacer nada”.

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India se convirtió en el último epicentro del coronavirus en todo el mundo a medida que los hospitales abrumados agotan los suministros de camas, oxígeno de alto flujo y los medicamentos necesarios. En un solo día, la semana pasada, el país reportó cerca de 4.000 muertes.

La terrible situación es particularmente difícil de observar para el gran número de trabajadores de la salud estadounidenses de origen indio, que vivieron el año pasado luchando contra la pandemia en su país adoptivo. El sistema de salud estadounidense depende de manera desproporcionada de los médicos indios, y uno de cada 10 doctores en EE.UU se identifica como indio -la mayoría de los cuales nació en India, según datos del Censo-.

Algunos han considerado hacer las maletas y viajar para ayudar, pero no están seguros de cuánta asistencia podrían brindar y qué tan seguro sería. Los CDC actualmente desaconsejan las visitas a India y advierten que incluso las personas completamente vacunadas podrían infectarse con las variantes.

En lugar de eso, muchos médicos indioestadounidenses están realizando seminarios web para brindar asesoramiento a sus pares en India, aprovechando su experiencia en el tratamiento de pacientes con COVID-19 en esta nación durante el año pasado. Algunos recaudan dinero para enviar suministros, pero con las limitaciones en los vuelos es incierto cuándo llegarán. Casi todos reciben mensajes de pánico por WhatsApp, de amigos y familiares, algunos de los cuales están enfermos.

“Una gran tragedia se apoderó por completo de India y estamos atrapados aquí”, comentó el Dr. Vincent Rajkumar, que trabaja en Mayo Clinic. “Existe una sensación de impotencia y, al mismo tiempo, sentimos que tenemos que hacer algo”.

El desastre en India fue una sorpresa. Después de un año con relativamente pocos casos y muertes por COVID-19, muchos creían que India había escapado de un gran brote, tal vez debido a la edad promedio de su población o la inmunidad de infecciones pasadas con otros virus.

Pero cuando los casos comenzaron a aumentar, en marzo, no pararon. La última ola paralizó el sistema de salud del país y obliga a los pacientes enfermos a esperar horas, si no días, por camas. La administración Biden anunció el mes pasado que enviaría mascarillas N95, concentradores de oxígeno y suministros para fabricar vacunas, como asistencia para la crisis.

Pero no se vislumbra un final cercano.

El Dr. Abhijeet Nakave, médico del servicio de hospitalización en Virginia, que dejó India en 2005, comentó que su teléfono suena durante todo el día con preguntas y actualizaciones de sus seres queridos desde su país natal. Su familia, que vive en el estado de Maharashtra, lo describe como “una zona de guerra”, comentó.

El primo de Nakave, de 31 años, fue hospitalizado con COVID-19 porque le costaba respirar. También se preocupa por sus padres y otros parientes. “Cada vez que escucho una llamada telefónica por la noche, mi corazón da un vuelco”, confesó.

Para ayudar, Nakave da consejos a pacientes con COVID-19 en India a través de un servicio que lanzó el mes pasado llamado MDTok. La plataforma en línea permite a los médicos en EE.UU realizar visitas de telesalud y actualmente es gratuita para los pacientes con COVID-19 en India.

Los pacientes son en su mayoría casos leves de COVID-19, que se quedan en casa y quieren orientación sobre cómo controlar sus síntomas, relató. A veces, también responden preguntas de hijos de pacientes que están asustados, que a menudo residen en otra ciudad y no pueden visitar a su progenitor enfermo.

Más de 100 médicos en EE.UU están registrados en la plataforma hasta ahora, precisó Nakave. El doctor espera que reduzca la presión sobre el sobrecargado sistema de salud de India, aunque solo sea un poco.

“Al principio solía decir siempre: ‘Siento oír eso’, pero ¿cuántas veces puedes decirle esa frase a todo el mundo?”, se preguntó.

Nakave aprovechó la extensa red de doctores estadounidenses con vínculos en India. De los aproximadamente cuatro millones de personas de ascendencia india que viven en EE.UU, más de 100 mil son médicos.

Estados Unidos comenzó a reclutar doctores de India y otros países hace más de medio siglo para satisfacer la demanda de servicios de salud después de que se creara Medicare, en 1965. Debido a que India es una excolonia británica, los médicos hablaban inglés y tenían una ventaja.

También en 1965 Estados Unidos abolió su sistema de cuotas de inmigración basado en la raza, lo cual permitió que más indios, en particular trabajadores altamente calificados, como los médicos, ingresaran, señaló Jeanne Batalova, analista sénior de políticas en el Migration Policy Institute.

Los estadounidenses de origen indio de segunda y tercera generación pueden optar por la medicina en gran número debido a la presión cultural o la influencia de sus padres que siguieron esa misma carrera, señaló el profesor de política sanitaria de Harvard, el Dr. Anupam Jena, cuya madre emigró de India como médico. “Esto se retroalimenta un poco”, consideró Jena. “Sabía lo que era ser doctor: ella me llevaba al hospital, conocí a los enfermeros. Estuve expuesto a eso desde el principio”.

En las últimas semanas, la Asociación Estadounidense de Médicos de Origen Indio -que se considera la organización médica étnica más grande del país, con aproximadamente 13 mil miembros- recaudó más de dos millones de dólares para India. La semana pasada ayudaron a enviar mil concentradores de oxígeno a Nueva Delhi y ahora intentan enviar respiradores, según el vicepresidente de la entidad, Dr. Ravi Kolli. “Como médicos, no podíamos quedarnos al margen y no hacer nada”, remarcó Kolli, psiquiatra de Pittsburgh. “El objetivo de nuestra organización […] y el objetivo de ser médicos es brindar tratamiento, ayudar”.

La entidad, formada en 1982, también fue muy afectada por el COVID-19. Un expresidente murió a causa de la enfermedad el año pasado. Varios funcionarios también desarrollaron casos graves y aún se están recuperando.

Aún así, según Kolli cientos de miembros se han ofrecido como voluntarios para viajar a India y tratar pacientes allí, pero están buscando orientación de los funcionarios indios sobre cómo obtener matrículas temporales.

El dolor de la crisis en India se ha agravado por lo difícil que es marcar la diferencia en el terreno debido a las prohibiciones de viaje y otras restricciones, añadió la Dra. Sunita Puri, médico de cuidados paliativos en la USC.

“Cuando veía la cobertura, tanto de las cremaciones masivas como de la gente jadeando por aire en la calle, simplemente me derrumbé. No pude soportarlo”, remarcó. “Lo que hace de esta situación una doble tragedia es que las personas quieren ayudar, pero la ayuda inevitablemente se retrasará”.

También están las luchas emocionales. Nanda, la otra doctora de la USC, habló recientemente con una amiga de la infancia en India que tenía síntomas de COVID-19. Nanda sintió en ese momento que sus sentimientos se desconectaron, y comenzó a hablar con su amiga como médico en lugar de como un ser querido.

Vincularse plenamente con la crisis y mantener las realidades de sus dos países parece casi imposible, dijo. También ha perturbado la esperanza que sintió a principios de este año.

“Antes de abril pensaba que estábamos llegando al final, y ahora lo que siento es que el final es realmente largo”, comentó. “No creo tener el mismo optimismo que la gente que está de este lado del mundo”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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