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Por qué los expertos están convencidos de que la mayoría de las personas vacunadas no necesitan cubrebocas

People walk along the boardwalk in Redondo Beach.
La gente camina por el malecón de Redondo Beach. Los funcionarios de salud dicen que los estadounidenses completamente vacunados ya no necesitan usar cubrebocas al aire libre a menos que estén entre una gran multitud de extraños.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)
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El optimismo sobre la extraordinaria eficacia de las vacunas contra COVID-19 está aumentando y está provocando que incluso los expertos en salud más cautelosos dejen de usar cubrebocas en más entornos.

El Dr. Robert Wachter, presidente del Departamento de Medicina de la UC San Francisco, indicó que comió en el interior de un restaurante el fin de semana pasado con amigos de fuera de la ciudad.

Wachter había estado previamente preocupado por la rara posibilidad de que encontrara a una persona infectada no vacunada que pudiera transmitirle el virus, y luego que la enfermedad “atravesara” su inmunidad inducida por el antígeno. Si bien confiaba en que no moriría por COVID-19 por haber sido vacunado, le preocupaba la posibilidad de experimentar síntomas duraderos.

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Pero la evidencia cada vez más convincente sobre la efectividad de las vacunas y las bajas tasas diarias de casos de coronavirus en California comenzaron a hacerle cambiar de opinión. El empujón final fue el infame clima frío y ventoso de San Francisco el fin de semana pasado, que lo llevó al interior.

“La verdadera incomodidad de temblar durante la cena, mientras usaba cuatro capas de ropa y había un calentador funcionando, solo me hizo decir: ‘Creo que he cruzado mi umbral’”, comentó Wachter. “Por supuesto, una vez que lo cruzas, seguirás haciéndolo”.

La nueva confianza surge a medida que un número creciente de estudios subraya la eficacia de las vacunas para prevenir no solo enfermedades graves y la muerte, sino también contagios. Incluso en los raros casos en que las personas inoculadas contraen el virus, los científicos dicen que es mucho menos probable que lo transmitan.

Esas son algunas de las razones por las que el epidemiólogo de UCLA y experto en enfermedades infecciosas, el Dr. Robert Kim-Farley, indicó que tiene pocas razones para estar ansioso por enfermarse si no usa cubrebocas dentro del supermercado cuando California termine ese requisito para las personas inoculadas el 15 de junio.

“Dada la extraordinaria eficacia de este antígeno, uno puede volver a seguir la ciencia y decir que tiene un riesgo muy bajo si ha sido inoculado”, indicó Kim-Farley. Las vacunas aprobadas en Estados Unidos han sido bastante efectivas no solo contra las cepas convencionales del coronavirus, sino también contra las variantes.

Otro factor clave es el progreso de California hacia la inmunidad colectiva, también conocida como inmunidad comunitaria, en la que suficientes personas tienen protección contra el virus para interrumpir la transmisión generalizada.

“A medida que llegamos a niveles extremadamente bajos de enfermedad en la comunidad, debido a la inmunidad colectiva, los riesgos de estar cerca de alguien infectado también se vuelven cada vez más pequeños”, señaló Kim-Farley.

Las tasas diarias de casos de coronavirus son mínimos. En Los Ángeles, durante la semana pasada, hubo alrededor de 200 nuevos casos confirmados por día en un condado de 10.1 millones de residentes, una tasa de 2 contagios diarios por cada 100.000 habitantes. Por el contrario, en el pico de la pandemia, cuando los hospitales y las funerarias estaban abrumados, el condado registraba más de 15,000 casos al día, o 150 por cada 100.000 residentes.

San Francisco tiene un promedio de 16 casos nuevos por día en una ciudad de 870.000 habitantes, o 1.9 por cada 100.000 residentes. San Diego tiene una media de 73 contagios nuevos por día en una región con 3.4 millones de habitantes, lo que se traduce en 2.2 casos por cada 100.000 residentes.

Y Orange ahora tiene una de las tasas más bajas del estado: un promedio de solo 28 casos nuevos por día en un condado de 3.2 millones de habitantes, o solo 0.9 casos por cada 100.000 residentes.

El ritmo relativamente rápido de la vacunación también es una razón por la que está bien quitarse los cubrebocas, señaló la Dra. Mónica Gandhi, especialista en enfermedades infecciosas de UC San Francisco.

En Estados Unidos, 50% de los residentes tienen al menos una dosis de vacuna; en California y en Los Ángeles, es el 53% de los residentes. Por el contrario, en India, que tiene tasas de casos mucho más altas que el estado, solo el 11% de la población está al menos parcialmente vacunada.

Esos factores explicarían por qué las personas inoculadas no necesitan usar cubrebocas en California y Estados Unidos, pero deberían hacerlo en India. “El contexto importa”, indicó Gandhi.

Mucho ha cambiado en California en cuestión de meses. Las estimaciones del Departamento de Servicios de Salud de Los Ángeles en diciembre calcularon que hasta uno de cada 80 residentes tenía COVID-19. Esta semana, el condado estima que uno de cada 2.600 habitantes es contagioso.

El optimismo es tan alto que Los Ángeles está poniendo fin a sus proyecciones sobre la demanda de hospitalización. “Debido al bajo nivel de transmisión comunitaria y el aumento esperado de la inmunidad colectiva asociado con la vacunación en curso, el riesgo de un gran aumento futuro en la transmisión parece ser bajo”, indicó el condado. “Anticipamos que esta será la actualización final del modelo de proyección de contagios”.

Los funcionarios federales también confían en la eficacia de las vacunas. La directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), Dra. Rochelle Walensky, tenía un mensaje alegremente simple para las personas completamente inoculadas: “Si está vacunado, está protegido y puede disfrutar de su Día de los Caídos”.

Pero “si no está inoculado corre el riesgo de contraer una infección. Todavía necesita cubrebocas”, señaló Walensky.

Varios estudios aseguran que es poco probable que las personas vacunadas se enfermen con COVID-19.

Los datos publicados por los CDC esta semana mostraron que de 101 millones de estadounidenses que habían sido completamente inoculados, había 995 personas que fueron hospitalizadas entre enero y abril. Eso representa el 0.00099% de todos los estadounidenses completamente vacunados. Y de los 995, alrededor de 300 eran asintomáticos o se encontraban en el hospital por razones no relacionadas con el coronavirus.

Esta es “una prueba continua del poder de los antígenos en Estados Unidos que sin duda mejorará cuanto más nos inmunicemos y protejamos al resto. Las pequeñas probabilidades de hospitalizaciones y muertes son muy raras”, indicó el Dr. Peter Chin-Hong, experto en enfermedades infecciosas de UC San Francisco.

También hay buenas noticias para quienes se preocupan por las infecciones que provocan un “COVID prolongado”, una afección que incluye una variedad de síntomas como fatiga, dificultad para concentrarse y dolor muscular que puede durar meses después de una infección.

Si bien ha habido informes de que el COVID prolongado puede ocurrir en los casos en que la infección inicial fue leve o asintomática, Gandhi indicó que “los últimos estudios autorizados han demostrado que es una enfermedad sintomática o grave la que produce el tipo de respuesta inflamatoria innata y desorganizada que puede producir síntomas que duran un tiempo”.

Por el contrario, si el cuerpo se expone al coronavirus después de la vacunación, el sistema inmunológico ahora está preparado para generar “una respuesta muy organizada al virus”, lo que hace poco probable el COVID prolongado, señaló Gandhi.

Esto explicaría por qué algunas personas que padecen síntomas prolongados del coronavirus se sienten mejor después de vacunarse.

La mejora de las condiciones ha llevado a Gandhi, quien promocionó el poder protector de los cubrebocas al comienzo de la pandemia, a recomendar que ahora no es necesario usar esta protección al aire libre para ningún niño, incluidos los que no están inoculados. También sugirió que se eliminaran los requisitos del uso de mascarilla en el interior para todos los menores cuando las clases comiencen en el otoño.

California podría seguir el ejemplo de Reino Unido, que nunca requirió cubrebocas para los niños menores de 12 años en las escuelas, señaló Gandhi. En comparación con los adultos, la nariz de los niños más pequeños tiene muchos menos receptores ACE2, proteínas en la superficie de las células a las que se adhiere el coronavirus. La falta de receptores ACE2 generalmente explica por qué los menores tienen menor probabilidad de contraer o transmitir el coronavirus en el mismo grado que los adultos, señaló.

Gandhi también sugirió que no se requiera el uso de cubrebocas para adolescentes cuando los recuentos diarios de casos de coronavirus caen por debajo de una cierta tasa diaria, como 3 casos nuevos por día por cada 100.000 residentes, un umbral ya alcanzado en muchas partes de California. Reino Unido eliminó el 17 de mayo el requisito del uso de mascarilla para los estudiantes de 12 años o más, a pesar de que la mayoría aún no están vacunados.

En abril, Gandhi indicó que la evidencia que mostraba la efectividad de los antígenos y las bajas tasas de casos era tan sorprendente que se sentía cómoda con sus padres completamente vacunados, que tienen más de 80 años, volando desde Utah para una visita, que culminó con una cena en un restaurante interior de San Francisco con sus dos hijos, que no estaban inoculados en ese momento.

Cuando se trata de su propia toma de decisiones sobre si continuar usando cubrebocas incluso cuando no es obligatorio en público, Chin-Hong señaló que sospecha que todavía usará esta protección cuando se sienta abarrotado, particularmente en interiores.

“Voy a mirar a mi alrededor y probablemente analizaré un poco más los datos antes de salir corriendo a quemar el cubrebocas”, comentó Chin-Hong.

Aún así, hay preguntas. Algunos padres con hijos que tienen afecciones subyacentes y que son demasiado pequeños para vacunarse se preguntan si aún deben usar cubierta facial y evitar ir a lugares de trabajo o reuniones sociales. Varios expertos dicen que es prudente utilizar un cubrebocas si está cerca de muchas personas que pueden no estar inoculadas; otros comentan que la posibilidad de que los padres completamente vacunados se enfermen, se infecten y luego transmitan el coronavirus a sus hijos es mínima.

Si bien todos tendrán un umbral diferente, Wachter admitió que se apegaría a las precauciones para el COVID-19 en otras áreas: no cenará con alguien que no esté vacunado. Y planea usar un cubrebocas en el supermercado o al hacer fila en un café, incluso después del 15 de junio.

“Soy médico; he usado mascarilla durante 30 años. En la lista de cosas que realmente me molestan no se encuentra caminar por Safeway con esta protección”, comentó Wachter. De las “cosas que me causan ansiedad, la preocupación por una infección aguda aún es mayor que el beneficio que obtendría si me quitara el cubrebocas”.

Aún así, subrayó, las posibilidades de que una persona se siente cerca de su mesa en un restaurante en San Francisco con COVID-19 son “extraordinariamente bajas”.

“Y luego multiplica las probabilidades de esa posibilidad, por la probabilidad de que vaya a contraer una infección, por la posibilidad de que la infección sea algo de lo que se arrepienta. Y terminas con un número en el que ya no tiene sentido evitar esa actividad a menos que estés en un riesgo especial, inmunodeprimido, muy viejo, tal vez”, señaló Wachter.

“O estás muy ansioso por eso”, agregó. “Nadie debería sentirse presionado para dejar de usarlas”.

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