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La Universidad de California, dividida entre la presión para recuperar la presencialidad y la continuación de las clases remotas

UC Irvine students, faculty and others walk down a campus path.
Estudiantes de UC Irvine exigen acceso continuo a la instrucción remota, incluso cuando los campus de la Universidad de California reanudaron las clases presenciales el lunes.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

Crecen las presiones contradictorias en la UC sobre la conveniencia de seguir ofreciendo opciones de aprendizaje a distancia en medio de la continua pandemia. Algunos grupos de estudiantes están planeando huelgas.

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A medida que la Universidad de California regresa a las clases presenciales, el lunes, se gestaron conflictos en todo el sistema por la oferta de opciones de aprendizaje remoto, en medio de temores sobre los riesgos para la salud y la seguridad durante la pandemia.

Después de un período de otoño en gran parte de instrucción en las aulas, los nueve campus de pregrado del sistema de UC retomaron el aprendizaje remoto hasta enero, como precaución por la variante Ómicron del COVID-19. Pero el regreso a la presencialidad, alentado por las altas tasas de vacunación y las señales de que el último pico de contagios ya alcanzó su punto máximo, no es para nada sencillo.

Grupos de estudiantes de UCLA, UC Davis y UC Irvine están planeando huelgas de un día, esta semana, para pedir más flexibilidad, algo que les permita elegir entre opciones presenciales y remotas. Algunos profesores apoyan la idea, incluido el departamento de sociología de UC Irvine. Para otros, extender ambas modalidades para todos los cursos generaría mucho estrés ante la falta de instructores, ya que brindar educación en línea de calidad requiere mucho más que simplemente grabar y postear una clase.

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Mientras tanto, los planes de regreso al campus varían ampliamente. UC San Diego permite que los docentes dicten clases en línea durante el trimestre, mientras que UC Berkeley exige mayormente un retorno completo en persona. UCLA autoriza dos semanas adicionales de enseñanza remota, con la posibilidad de extenderlas según las condiciones. Las decisiones las toma el Senado Académico de cada campus, en asociación con la administración, y no está claro cuántas sesiones finalmente permanecerán, al menos en parte, a distancia.

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“Es una mezcla total en cada campus de la UC”, afirmó Robert Horwitz, presidente del Senado Académico de la institución educativa. “La conclusión es que no hay forma de que los líderes docentes puedan presentar una política sobre la modalidad de enseñanza sin que algún electorado clave de estudiantes o profesores esté descontento. Realmente, esto no es fácil”.

Tampoco está claro qué quieren los 285.000 estudiantes del sistema. Una encuesta de UC Santa Barbara efectuada entre casi 5.000 alumnos encontró una división casi uniforme entre quienes prefieren clases en línea versus en persona. En UC Irvine, la gran mayoría de los 2.500 encuestados en enero de 2021 deseaban una combinación de ambas; solo el 20% estaba a favor de la presencialidad absoluta y el 10% prefería todo remoto.

Esmeralda Quintero-Cubillan, alumna de último año de Sociología en Santa Bárbara y presidenta de la Asociación de Estudiantes, prefiere ambas opciones. Personalmente, desea retomar la camaradería perdida de la modalidad presencial, especialmente porque se graduará este ciclo. Pero también quiere la posibilidad de cambiar a la instrucción remota, de ser necesario.

Tomar clases en línea permite a los estudiantes proteger su salud, administrar sus horarios, ahorrar tiempo de viaje y aumentar las horas de trabajo, comentó. “El meollo del problema es ver que los alumnos tienen que regresar sin sentirse preparados”, dijo Quintero-Cubillan. “Casi se ven obligados a volver, sin tener una sensación de seguridad”.

Los funcionarios de la UC, sin embargo, aseguran que sus campus son más seguros que las comunidades circundantes. En ellos se exigen las vacunas, los refuerzos, el uso de mascarillas, el distanciamiento, las pruebas de diagnóstico del COVID-19 periódicas y completar una encuesta para verificar si hay síntomas de enfermedad antes de ingresar. En UCLA, por ejemplo, el 99% de los estudiantes, el personal y la facultad han sido inoculados o tienen exenciones aprobadas, y las tasas promedio de casos positivos de siete días cayeron del 8.2% al comienzo del trimestre de invierno, el 3 de enero, al 2.6% el pasado 24 de enero.

Sin embargo, en una reunión de la asociación de estudiantes de UC Irvine y otro foro de todo el sistema organizado por grupos de derechos de las personas con discapacidad, la semana pasada, varios oradores instaron a sostener las opciones duales, y algunos denunciaron el regreso forzado a la presencialidad como “horroroso”.

Lacey Wood, estudiante de doctorado en Sociología de la UCI, teme exponerse porque tiene dos hijos pequeños y problemas de salud que la vuelven vulnerable a las infecciones. Otros alumnos conviven con familiares que tienen padecimientos médicos o no han podido regresar a California por cuestiones de visas o restricciones de viajes. Y algunos que están ansiosos por volver, también quieren solidarizarse con los que no lo están.

Así, los estudiantes de UC Irvine llamaron a una huelga de un día, este miércoles, junto con sus compañeros de UC Davis.

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Yoseph Ghazal, presidente del cuerpo estudiantil de pregrado de UC Irvine, está ansioso por regresar al campus. Extraña los pequeños momentos: pasar un rato en el comedor, ver los clubes alineados a lo largo de los caminos, conversar espontáneamente con sus compañeros de clase, pero apoya con firmeza el derecho de los demás a tomar decisiones diferentes. “Pagamos miles de dólares en matrícula y vivienda, por lo cual deberíamos tener derecho a decir cómo queremos ser educados”, remarcó.

Sus demandas fueron apoyadas por el Departamento de Sociología de UC Irvine. Los profesores se han comprometido “por motivos de equidad” a continuar con el aprendizaje en línea durante el resto del trimestre de invierno para todos los alumnos “que determinan que necesitan tales adaptaciones, sin hacerles más preguntas”, destaca un comunicado del departamento.

Según el rector de UC Irvine, Hal S. Stern, la universidad espera que los docentes reanuden la instrucción en persona, pero remarcó que los directores de departamento y los decanos tienen la autoridad para decidir las políticas apropiadas. La adherencia del campus a los protocolos de vacunación, pruebas de detección del virus, uso de cubrebocas y distanciamiento ha sido extremadamente alta, destacó, y las tasas de positividad de los resultados cayó del 17% al comienzo del trimestre de invierno al 3% la semana pasada. No hubo evidencia de transmisión en el aula el otoño pasado, añadió Stern. “Creemos que el campus es seguro y alentamos a los estudiantes a asistir a clase”.

Los profesores de todo el sistema siguen divididos. En UC Berkeley, que requiere un regreso completo a la instrucción en persona para todos, sin excepciones específicas, muchos profesores están “ansiosos por liberarse de Zoom”, mientras que otros desconfían, comentó James Vernon, docente de historia y copresidente de la Asociación del Cuerpo de Profesores de UC Berkeley.

“Personalmente, creo que los líderes del campus, que a menudo se reúnen vía Zoom o en entornos pequeños, no deberían participar en un experimento gigante de salud pública a expensas de los estudiantes y profesores en aulas abarrotadas y mal ventiladas, cuando no pueden o no quieren proporcionar los datos definitivos de qué es seguro”, escribió en un correo electrónico.

Los líderes de UC Berkeley tienen la esperanza de que lo peor del pico de Ómicron haya pasado, aunque reconocen la disparidad de emociones. “Sabemos que algunos de ustedes están nerviosos por la vuelta al campus. Otros se encuentran frustrados porque aún no asisten a las aulas. Esta pandemia ha presentado una serie de desafíos imposibles, con respuestas a menudo insatisfactorias”, expresaron la rectora Carol Christ y la decana Catherine Koshland en un mensaje a la comunidad universitaria, la semana pasada.

Shane White, profesor de endodoncia de UCLA, planeaba volver a la instrucción presencial completa el lunes, y se niega a extender las opciones en línea por dos semanas más, según lo permita la política de su campus. El aprendizaje a distancia no es suficiente para sus cursos, como el tratamiento del conducto radicular, que los estudiantes aprenden con cabezas de maniquí. Él volvió a la enseñanza en persona en clínicas y laboratorios hace 18 meses, mientras trasladaba sus conferencias al formato en línea.

UC Santa Barbara permitirá que los profesores que tienen hijos menores de cinco años continúen con la instrucción en línea, y otros que habían planificado cursos presenciales podrán pasar a la opción remota hasta la mitad del curso, siempre que justifiquen el valor educativo de hacerlo.

En UC Riverside, el profesorado puede presentar su solicitud a través del director del departamento y el decano para continuar con la enseñanza remota durante el resto del trimestre invernal.

UC Merced está volviendo gradualmente al campus, y prevé que todas las clases serán completamente presenciales para el 11 de febrero.

UC Davis espera que la mayoría de las clases sean en persona, pero los profesores con inquietudes verificadas relacionadas con el COVID, como el cuidado de un niño que no es elegible para la vacunación, pueden continuar enseñando de forma remota hasta el final del trimestre o cambiar sus cursos a un formato en línea si ellos o alguien a su cuidado necesita aislarse.

Los estudiantes de UCLA llamaron a boicotear las clases el lunes para exigir opciones duales. Breeze Hernández, presidenta del cuerpo estudiantil de pregrado, relató que un docente que transmitió en vivo, el trimestre de otoño, su clase de inmigración para quienes prefirieron el aprendizaje remoto hizo un “gran trabajo” que podría replicarse.

Pero Jessica Cattelino, vicepresidenta del Senado Académico de UCLA y profesora de antropología, consideró que implementar las dos modalidades educativas es mucho más difícil de lo que parece. Los cursos diseñados específicamente para el formato en línea pueden ser efectivos, pero el cambio de emergencia a la instrucción remota fue un asunto muy diferente.

Cuando ello ocurrió, en otoño de 2020, Cattelino debió rediseñar significativamente sus cursos. Por ejemplo, reemplazó los exámenes parciales y finales cronometrados tradicionales por cuestionarios más cortos y conferencias grabadas en fragmentos de 15 minutos, en parte para abordar el acceso desigual a conexiones de Internet confiables.

En un mundo en línea, tuvo que asumir que los estudiantes compartirían información, por lo cual reelaboró preguntas para que los alumnos hablaran sobre sus experiencias personales, pero eso tomó más tiempo para calificar. La docente también hizo que sus conferencias fueran asincrónicas, para que los estudiantes pudieran verlas según sus diferentes zonas horarias, pero eso la privó de tener conexiones directas con ellos. Entonces, agregó una sesión de revisión opcional para la interacción en vivo, lo cual aumentó su carga de trabajo. “Sentí que era importante tener tiempo real con los alumnos”, comentó.

“Pero no pude hacer investigación”.

Para Cattelino, es hora de tener una conversación seria sobre los recursos adicionales que necesitaría la UC para ofrecer bien las opciones duales. Un cambio apresurado una vez más al aprendizaje remoto durante una emergencia de salud no será suficiente, comentó. “Ese no es un modelo sostenible para el tipo de educación de alta calidad que brinda UCLA”, enfatizó.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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