Columna: Los extremistas están listos para apoderarse de este condado de California. ¿Seguirán más del estado?
Las democracias pueden caer un pueblo a la vez. En el condado de Shasta, una milicia y sus partidarios han puesto en marcha su plan.
REDDING, California — Cuando los conservadores se pelean entre sí por Dios y el país, mi reacción general es: Adelante, ¿dónde están las palomitas de maíz?
Pero la reciente elección revocatoria en el condado de Shasta que enfrentó a un exjefe de policía republicano contra una facción de extrema derecha respaldada por una milicia local es diferente. Es una llamada de atención antes de las elecciones intermedias de 2022, que indican que éstas pueden salir muy mal, incluso en la liberal California.
Lo que sucedió en Redding debería ser una gran señal de advertencia parpadeante para lo que queda del Partido Republicano convencional, y para todos nosotros, que tenemos la obligación como californianos de proteger las elecciones en todo el estado, no solo las que están en nuestro patio trasero.
La extrema derecha ha dejado en claro que espera atacar y expulsar a los funcionarios electos en lugares donde su pequeño grupo tiene un control desmesurado con la combinación adecuada de descontento, propaganda y dinero. Si esas autoridades son reemplazadas por otras dispuestas a poner la ideología por encima de las reglas y la democracia, vamos a terminar con un fraude electoral real (no del tipo de conspiración), planes de estudios escolares sacados directamente de la década de 1950, y tal vez incluso sheriffs, así como fiscales de distrito, más interesados en el poder que en la ley.
Todo eso puede sonar alarmista, pero como me dijo Christopher Browning, profesor emérito de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, experto en nazis y el Holocausto, hay cierto grupo de la extrema derecha que realmente aprendió algo cuando allanaron el Congreso hace un año.
Las tomas violentas son difíciles. Las “revoluciones legales” son más fáciles y efectivas.
“Se dan cuenta de que no puedes salir y asaltar el Capitolio, pero consigues tomar un ayuntamiento tras otro”, advirtió Browning. Señaló que esta táctica ha sido utilizada antes por autoritarios, incluso en la Alemania nazi.
El intento de destitución en Shasta tiene el matiz de una elección libre y justa, pero hay descomposición debajo de la superficie. Como mucho en la política en estos días, la pandemia fue lo que abrió las fallas y expuso lo feo en Redding. Comenzó con las disposiciones de cierres de negocios y los cubrebocas en 2020.
¿Qué ocurrió en el Despacho Oval el 6 de enero de 2021? ¿Y por qué la Organización Trump parece ser tan turbia en cuanto a sus activos? Seguramente, Ivanka lo sabe.
Aunque los cinco miembros de la Junta de Supervisores del condado no tenían ningún interés particular en hacer cumplir los mandatos del gobernador Gavin Newsom, muy impopulares aquí, la mayoría de ellos tampoco despotricó ni se quejó. Entonces, mientras casi todos en el condado de Shasta se dedicaba a la vida, con los negocios abiertos permanentemente y las reglas de cubrebocas aplicadas solo en el sentido más laxo, un contingente de indignados comenzó a aparecer en las reuniones, acusando a sus funcionarios electos de “inclinarse” ante el Rey Newsom.
Las reuniones se convirtieron en carnavales, no del tipo divertido, con oradores que amenazaban con violencia, y alguien tuvo la idea de revocación a tres supervisores que se consideraron demasiado liberales y científicos en su enfoque de la pandemia.
La milicia de Cottonwood, un grupo armado de hombres que se describen a sí mismos como líderes cívicos y ayudantes de las fuerzas del orden locales (aunque las corporaciones policiales han dicho que no están afiliados), pusieron todo su empeño en el esfuerzo. Un productor de cine, mejor conocido por sus videos musicales religiosos, decidió hacer un brillante documental lleno de paseos a caballo en cámara lenta al respecto, con la esperanza de que una revocación exitosa proporcionaría un plan para que otras comunidades hicieran lo mismo.
Comenzaron un podcast y pasaron mucho tiempo diciéndose unos a otros (y a todos los que escuchaban) lo importantes que eran para salvar a Shasta de lo que describieron como corrupción criminal, algo que, según ellos, podría ser castigado con la muerte. Exigieron un gobierno en deuda con nada ni nadie, aunque sí con su contingente, citando interpretaciones dudosas de la Constitución. Eventualmente, los organizadores recolectaron suficientes firmas para desencadenar una elección para destituir a un supervisor, Leonard Moty, el exjefe de policía de Redding que se describe a sí mismo como un fiscal conservador y moderado socialmente.
El proceso pareció empatado por un tiempo hasta que el dinero apareció en la mezcla. Reverge Anselmo, hijo de un multimillonario y antiguo productor y director de cine, comenzó a invertir miles de dólares en el esfuerzo de destitución, aunque vive en Connecticut. Fueron 50.000 dólares al principio, luego 400.000 dólares en noviembre. Dejé un mensaje con el asistente de Anselmo, pero nunca escuché por qué financió la campaña de extrema derecha. Los medios locales informaron que tenía problemas con el condado por los permisos para un viñedo y un restaurante que intentó construir allí.
El capital económico puso la destitución a toda marcha, con anuncios bombardeando a los votantes en la radio y la televisión. Doni Chamberlain, un periodista local, comentó que los residentes de Shasta se vieron atraídos por la retórica y fueron engañados, así como estúpidos.
“Es eso”, detalló Chamberlain. “Si dices algo durante el tiempo y frecuencia suficientes, la gente lo creerá”.
La elección se llevó a cabo el martes y, aunque aún faltan algunas boletas por contar, es casi seguro que Moty será revocado, dejando al condado de Shasta con probabilidades de tener un liderazgo en deuda con la milicia y sus compatriotas de extrema derecha. Durante meses, los miembros del contingente han sido claros acerca de lo que eso significa.
“Tenemos que hacer que los políticos vuelvan a asustarse”, le señaló Carlos Zapata, dueño de un bar y miembro de la milicia, a mi colega Hailey Branson-Potts, mientras el grupo estaba radicalizando sus tácticas. “Si los políticos no temen a las personas que gobiernan, esa relación se rompe”.
No son solo los políticos los que están acobardados. Los ciudadanos normales también se encuentran asustados. La gente se acercó a Moty y le mencionaron que lo apoyaban, “pero no querían que su nombre saliera a la luz porque tenían miedo”, explicó.
Era más seguro quedarse callado porque aquellos que se opusieron a la destitución, junto con los empleados del condado considerados problemáticos, recibieron amenazas de muerte y fueron publicadas sus direcciones de casa y de trabajo en línea. (Los partidarios de la revocación comentan que les ha pasado lo mismo).
La funcionaria a cargo de las elecciones fue “notificada” recientemente con escritos acusándola de traición y amenazándola con una sentencia de muerte. Nathan Pinkney, un opositor a la destitución que creó un personaje ficticio en las redes sociales llamado ‘Buford White’ para burlarse de Zapata, fue atacado por el dueño del bar y dos amigos en un altercado en el que un testigo informó que se usó “la palabra con N”. Zapata fue declarado culpable de perturbar la paz al pelear y sentenciado a servicio comunitario, periodo condicional y una clase de manejo de la ira.
Moty, quien pasó tres décadas en la aplicación de la ley, incluidos seis años como jefe del Departamento de Policía de Redding, ha sido amenazado, acusado de ser un pedófilo, de aceptar sobornos, de colusión con el fabricante de máquinas de votación Dominion Voting Systems para defraudar las elecciones, de estar en contra de la Segunda Enmienda (un gran insulto por estos lados) y más, me informó el miércoles.
Su esposa, Tracy, cuya familia ha vivido en Redding durante cuatro generaciones, estaba tan estresada, que hablar sobre la campaña de destitución la hizo llorar y decidió ir a sentarse en su automóvil en lugar de revivir los detalles en una entrevista. La pareja está pensando en mudarse, porque la ciudad ha cambiado de una manera que no les parece correcta. Ella agregó que no se siente segura.
Moty trató de obtener ayuda de los republicanos e incluso de los demócratas de todo el estado, dijo, pero a nadie parecía importarle hasta los últimos meses, y para entonces ya era demasiado tarde. Piensa que lo sucedido podría desarrollarse fácilmente en otro lugar.
Tiene razón, si lo permitimos. Los partidarios de la revocación de mandato de Shasta están envalentonados. Pasé por una barbería en Cottonwood, un pueblo rural en las afueras de Redding, propiedad del líder de la milicia Woody Clendenen. Le pregunté ¿qué significaba este éxito y qué seguía?
De pie, cerca de una bandera confederada colgada en la ventana, con media docena de simpatizantes con ojos de piedra esperando su turno en su silla antigua, me respondió que la milicia reunió una lista de políticos locales que incluye al funcionario electoral del condado y al fiscal de distrito. Subrayó que su grupo planea “limpiar la casa”. Él piensa que el proyecto que han creado será aprobado y podría funcionar en cualquier lugar. Yo también.
Puede que sea lo único en lo que estemos de acuerdo.
Veremos más elecciones en California como la de Shasta, ya sea para juntas escolares, sheriffs, concejos municipales o supervisores.
¿Lo que sucede en Redding importa en San Francisco o en Los Ángeles? Sí. Imagine a un funcionario electoral de extrema derecha que se niega a contar las boletas por correo para una carrera estatal o federal, citando la teoría de la conspiración de que no son legales. O un sheriff que decide que tiene el poder constitucional para hacer las leyes que quiera. ¿Dónde termina?
Necesitamos ayudar a los funcionarios electos como Moty, independientemente del partido. Probablemente no votaría por él si hubiera alguien en campaña a su izquierda, pero es un servidor público con integridad, lo “mejor de lo mejor en Redding”, como indica Chamberlain. Necesitamos buena gente de todas las opiniones en política, no quien se quede cuando las milicias y la extrema derecha han expulsado a aquellos que no les gustan.
Moty añadió que ha terminado con la política, luciendo un poco conmocionado, especialmente para un expolicía. Pero no se va en silencio, porque está enojado y preocupado. Y el resto de nosotros también deberíamos estarlo.
“Si pueden tomar a alguien con mi experiencia, educación, así como reputación, y hacerle lo que sea”, señaló, “entonces pueden hacerle esto a cualquiera”.
Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.
Suscríbase al Kiosco Digital
Encuentre noticias sobre su comunidad, entretenimiento, eventos locales y todo lo que desea saber del mundo del deporte y de sus equipos preferidos.
Ocasionalmente, puede recibir contenido promocional del Los Angeles Times en Español.