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El gobernador Newsom no fue el primero en pedir sanciones contra Rusia, pero su actitud fue la correcta

El gobernador Gavin Newsom habla durante una rueda de prensa
Gavin Newsom escribió el lunes a los tres grandes sistemas de pensiones de California para pedirles que impusieran sanciones a más inversiones rusas en el estado.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)
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El gobernador Gavin Newsom quiere que California se una a otros estados para atacar a Rusia por librar una guerra contra su pacífico vecino Ucrania.

Primero, el hecho de que Newsom esté siguiendo a otros gobernadores en acción parece extraño; siempre se enorgullece de ser el primero y se jacta incesantemente de ello.

En segundo lugar, al disparar tiros a un objetivo tal como otros estados ya están haciendo, invariablemente existe el riesgo de un rebote que pueda herirlo.

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Si también estamos perjudicados, ¿vale la pena? ¿Y cuánto dañará a Rusia, de todos modos?

En cuanto a no ser el primero, ¿qué tiene de malo? Eso no es tan importante o impactante como parece pensar Newsom. Lo que se nos dice desde el principio en mi área es: “Hazlo primero, pero primero hazlo bien”. Newsom a veces se queda corto en la segunda parte.

Con respecto a los golpes financieros que se están asestando a Rusia, es prudente preguntarse si atacar al acosador presidente Vladimir Putin puede dañarnos tanto o más que el objetivo.

Ya sabemos que las sanciones económicas mundiales contra Rusia están elevando los precios en las gasolineras.

Pero en esta situación, cuando las mujeres y los niños ucranianos huyen para salvar sus vidas, los menores aprenden a resistir al ejército ruso con cócteles Molotov y las abuelas empuñan AK-47 contra los tanques, estamos moralmente obligados a usar al menos nuestro poder financiero como arma contra los enemigos de la libertad.

“El asalto militar descarado e ilegal de Rusia contra Ucrania exige nuestro apoyo al pueblo ucraniano y clama por un costo inmediato y severo al gobierno ruso en respuesta a su continua agresión”, escribió el lunes Newsom a los tres grandes sistemas de pensiones de California, para pedirles que impongan sanciones. “El estado tiene una posición de influencia única y poderosa, dada la importante cartera de inversiones globales del mismo”.

Newsom informó que CalPERS, el Sistema de Jubilación de Empleados Públicos de California, tiene aproximadamente $480 mil millones en activos. Es el fondo público de pensiones más grande del país. El segundo es CalSTRS, el Sistema de Jubilación de Maestros del Estado de California, con $320 mil millones, seguido del Sistema de Jubilación de la Universidad de California, con $170 mil millones. “Esta cantidad combinada, $970 mil millones, es equivalente al 60% del producto interno bruto total de Rusia el año pasado”, escribió el gobernador.

Se trata entonces de casi $1 billón, pero no estoy seguro de cuán relevante es. Hasta el lunes, solo $1.500 millones estaban invertidos en varias acciones rusas, bienes raíces y capital privado, detalló Newsom.

Pero el miércoles, el departamento de finanzas del estado me informó que el valor de esas inversiones en pensiones se había desplomado en al menos un 25% en dos días.

Entonces, a diferencia de varios legisladores y algunos gobernadores, el gobernador recomienda precaución y jugar a lo seguro. No está pidiendo a los sistemas de pensiones que se deshagan de sus inversiones rusas -que desinviertan- a precios muy por debajo de lo que pagaron originalmente. Simplemente está pidiendo que no inviertan más fondos de pensiones en cosas rusas y que se abstengan de sucumbir a la tentación de comprar barato y luego vender caro. Suponiendo que alguna vez vuelva a haber un subidón ruso después de cómo Putin ha saboteado a su país.

“Algunos compradores realmente verán esto como una oportunidad para comprar más acciones rusas”, consideró Laura Tyson, profesora de negocios de UC Berkeley, miembro del gabinete en la Casa Blanca de Clinton y copresidenta del Consejo de Asesores Económicos de Newsom. “Pueden valorar las ganancias por encima del principio. Pero sería un riesgo muy alto”.

“No vamos a comprar”, remarcó la directora adjunta de finanzas de California, Gayle Miller. “No vamos a poner más dinero en Rusia en absoluto. Eso es lo que aconseja el gobernador. Pero tampoco decimos: ‘Liquidemos lo que ya tenemos para llenar los bolsillos de los oligarcas’”.

Eso perjudicaría a los fondos de pensiones.

“Su economía está sangrando y estamos ayudando a prevenir una transfusión”, agregó el portavoz del departamento de finanzas, H.D. Palmero.

Entonces, el gobernador no está sugiriendo la desinversión tradicional, tal como han hecho algunos legisladores y otros gobernadores. Los legisladores, presumiblemente sin pensarlo demasiado, planean impulsar un proyecto de ley de desinversión. Ello requeriría que los fondos de pensiones se deshicieran de sus tenencias rusas con grandes pérdidas.

La controladora estatal Betty Yee se opone a esa idea. “Los pedidos poco realistas para la desinversión inmediata no nos divorciarán de nuestro deber fiduciario de proteger la seguridad de los ingresos de jubilación de los empleados y maestros del estado de California”, destacó en un comunicado.

“La desinversión es una forma particular de sanción”, comentó Tyson. “La evidencia a lo largo del tiempo sugiere que no es una sanción muy eficaz. Es más una expresión contra un país. Pero la sanción económica no es tan efectiva como todas las cosas que estamos haciendo” en esta nación y muchas otras.

California tuvo una experiencia exitosa con la desinversión en la década de 1980, encabezada por el gobernador republicano George Deukmejian. Desgarrado por el apartheid sudafricano y su violencia, se unió al presidente de la Asamblea demócrata, Willie Brown, para promulgar una norma de desinversión que ayudó a derrocar al régimen blanco intolerante. “California le está indicando al gobierno de Sudáfrica, y de hecho al mundo mismo, que un pueblo grande y libre no se va a callar ante el racismo y la opresión brutal”, dijo Deukmejian al firmar el proyecto de ley.

Miller tenía 10 años en 1984, cuando su familia se fue de Sudáfrica y llegó a vivir a Irvine. Eran muy activos en el movimiento contra el apartheid. “Mis padres cosían monedas de oro en sus abrigos para sacar dinero del país”, recuerda. “No había otra manera”.

Newsom quiere que California, hogar de la quinta economía más grande del mundo, se una al presidente Biden y al resto del mundo libre para cortar el flujo de dinero a Rusia.

No fue el primero esta vez, pero lo hizo bien.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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