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Emprendedores maya kʼicheʼ le dan la vuelta a las adversidades. En la pandemia encontraron ‘una bendición’

Alejandro Chanax y Johana González adquieron su propia panadería en agosto de 2021.
Alejandro Chanax y Johana González adquirieron su propia panadería en agosto de 2021, después de ser afectados por el desempleo y la pandemia.
(Raul Roa/Los Angeles Times)
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El ruido de la batidora es intenso. Esa máquina mezcla la harina, levadura y huevos para elaborar el pan en un pequeño local en North Hollywood. Alejandro Chanax y Johana González, propietarios del negocio, todavía no pueden creer el giro que les dio la vida después de probar con diferentes actividades laborales luego de sufrir los embates de la pandemia.

“Fue como un sueño, como que no era realidad, porque no lo podíamos entender”, dijo González sobre la puerta que se abrió para comprar su propia panadería.

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Hace poco más de un año, esta pareja compraba pan en otro negocio y lo vendían por las tardes en los alrededores del MacArthur Park. Ahora ellos elaboran sus productos y le dan empleo a otras personas, asimismo tienen una venta de abarrotes y una tienda de artesanías que importan desde Guatemala.

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Sentados en el pasillo del local, estos emprendedores maya kʼicheʼ observan el movimiento de tres empleados que trabajan en la elaboración de coronas, cubiletes, conchas, gusanos, pan francés, cuernitos, pan de trigo y shecas que siguen vendiendo entre sus connacionales en el vecindario Westlake.

“Allá es donde la gente nos conoce”, dijo Chanax, quien después de cargar su vehículo con unas 900 piezas de pan sale todas las tardes, a eso de las 3 pm, hacia la esquina de la calle 8th y la avenida Burlington, en Los Ángeles, donde se coloca desde las 4 pm hasta que se agota la mercadería.

González, de 42 años, nació en el departamento de Quetzaltenago y Chanax, de 44 años, en Totonicapán. Ambos dominan el maya kʼicheʼ, el idioma con más hablantes en Guatemala después del español. Al menos 1.1 millones de personas lo tienen como idioma materno.

Antes de la pandemia, esta pareja trabajaba en la costura. Cuando las autoridades estatales ordenaron, en marzo de 2020, el cierre de los negocios y pidieron a la gente quedarse en casa, fue para ellos un golpe demoledor, porque antes de la llegada del coronavirus enfrentaban dificultades económicas.

“No nos alcanzaba ni para la renta, a veces prestábamos dinero”, reconoció González.

Al comenzar las restricciones, Chanax perdió el empleo, mientras que a su esposa solo le daban trabajo durante 4 ó 5 horas diarias.

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Al poco tiempo, encontró trabajo vendiendo fruta. Viajaba desde Los Ángeles hasta Chatsworth, dijo Chanax. A los dos meses, González dejó la costura y se fue con su esposo a la calle. Para entonces, la venta de fruta era un negocio propoio, así que se colocaron en dos diferentes lugares.

Esa jornada empezaba a las 3 de la mañana. A esa hora se levantaban para ir a comprar y luego preparar la fruta. A las 9 am salían a ofrecer los productos a los transeúntes.

González dejó la fruta debido al impacto del calor, pero comenzó a hacer desayunos como negocio. Se iba a las fábricas a ofrecer sus platillos.

“Soy una persona que no me gusta quedarme con los brazos cruzados”, dijo la comerciante, detallando que al mismo tiempo comenzó una tienda de abarrotes en su departamento.

En julio de 2020, Chanax le sugirió a su esposa que llevara pan para los clientes que consumían los desayunos. Empezaron con 15 ó 20 piezas de pan.

“Queríamos ver donde entraba un poco más”, dijo.

GuatePan Bakery produce coronas, cubiletes, conchas, gusanos, pan francés, cuernitos, pan de trigo y shecas.
GuatePan Bakery, ubicada en North Hollywood, produce coronas, cubiletes, conchas, gusanos, pan francés, cuernitos, pan de trigo y shecas.
(Raul Roa/Los Angeles Times)

Al ver que la venta de comida no era rentable, abandonaron esa actividad. Sin embargo, Chanax siguió comerciando pan por las tardes, algo a lo que se dedicaba al terminar su jornada con la venta de fruta; entretanto, González se enfocó en los abarrotes, un negocio que iba al alza.

En esas jornadas vespertinas, al principio Chanax llevaba entre 60 y 80 piezas de pan. El recorrido empezaba en la esquina de Olympic Boulevard y Union Avenue. Luego se desplazaba hacia el oeste sobre la calle 8th hasta llegar a la calle Alvarado. Después caminaba hasta la calle 3rd.

“La gente decía: ‘El pan es diferente’”, cuenta el comerciante, detallando que los clientes le preguntaban en donde lo encontraban, por eso desde agosto de 2020 se estableció en la esquina de la calle 8th y la avenida Burlington. “Ahí empezamos a crecer”, agregó Chanax.

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A los tres meses, llevaba a vender seis contenedores plásticos, en los que cabían como mínimo 600 piezas de pan. En febrero de 2021 dejó la venta de frutas y ambos se enfocaron a la tienda de abarrotes y a la venta de pan.

“La experiencia total no la tenemos, pero con la necesidad vamos viendo que sale”, admitió Chanax.

En los vecindarios Westlake y Pico-Union se encuentra asentada una gran comunidad maya, quienes hablan idiomas kʼicheʼ, mam, q’anjob’al y kaqchikel, entre otros.

Alicia Ivonne Estrada, profesora de estudios chicanos en la Universidad Estatal de California en Northridge (CSUN) y especialista en la diáspora maya, señala que esta comunidad fue marginada por los políticos locales durante la pandemia, pero en la adversidad mostraron su espíritu de lucha.

“La comunidad maya está creando oportunidades no solo para ellos mismos, sino para otros miembros de la comunidad, a través de su espíritu de lucha, abriendo negocios y creando empleos”, dijo.

“Lo que vemos es que estas prácticas comunitarias y empresariales ayudan a crear una identidad comunitaria”, subrayó Estrada, académica de ascendencia guatemalteca que imparte clases en CSUN desde el 2003.

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— Johana González, co-propietaria de GuatePan Bakery

En su tierra natal, Chanax iba con su padre a vender naranjas y cacahuates a la plaza de San Cristóbal Totonicapán, al suroeste de Guatemala. Entonces tenía 8 años de edad. Luego elaboró tejidos.

En cambio, González dice que desde los 10 años le ayudaba a su madre en la venta de ropa y abarrotes, en San Francisco La Unión. A la edad de 12 años se iba sola a la capital guatemalteca o a Quetzaltenango a comprar cobijas, suéteres y ropa. “Crecí en el comercio”, afirmó.

Aunque el sueño era tener su propia panadería, la pareja sostiene que el temor los detenía.

Pero gracias a un amigo que los animó y presentó con un empresario que estaba vendiendo su local, compraron el negocio en agosto de 2021. Por un tiempo laboraron solo con un empleado, pero luego ampliaron las operaciones a dos turnos y ahora cuentan con cinco trabajadores.

En este local, ubicado en el 11218 ½ Vanowen St. en North Hollywood, producen diariamente alrededor de 1500 piezas de pan.

Ricardo Chanax, de 35 años (izquierda), y su hermano José Chanax, de 45 años, hornean pan de 6 am a 4 pm.
Ricardo Chanax, de 35 años (izquierda), y su hermano José Chanax, de 45 años, hornean pan de 6 am a 4 pm todos los días en GuatePan Bakery.
(Raul Roa/Los Angeles Times)

Al ver hacia atrás, muchos ven la pandemia como algo triste y una etapa desoladora. Esta pareja tiene una perspectiva distinta porque en medio de la crisis sanitaria sacaron fuerza de flaqueza.

“Es algo inexplicable, ver cómo se cerró todo y lo que para otros fue una pérdida, para nosotros es diferente”, valoró Chanax.

“Es una bendición”, dijo González, detallando que hasta la fecha sigue operando la venta de abarrotes en su departamento y revelando que desde agosto cuenta con una tienda de artesanías, ubicada en la Major Plaza Upholstery, en North Hollywood, junto a su panadería GuatePan Bakery.

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La meta es crear otra panadería, afirman los emprendedores, porque consideran que ahora nada los detiene.

“A veces el miedo nos detiene. Mientras más nos llenamos con cosas en la mente, con palabras negativas, nos detenemos y no nos atrevemos”, reflexionó González.

Chanax considera que el reto ha sido desmesurado. Él cree que no es nada fácil, pero cuando las puertas se abren hay que aprovecharlas y hay que buscar la asesoría de expertos en temas de contabilidad, permisos, seguros y administración, entre otros aspectos que implica el negocio.

“Es cuestión de atreverse”, dijo el emprendedor, asegurando que tener su negocio era algo que imaginaban y deseaban con intensidad. “Cuando llegó, nos tiramos al agua sin saber nadar. Todo es con la ayuda de Dios, le hemos pedido a Dios y es él quien nos ha ayudado”, concluyó Chanax.

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