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COLUMNA: Lejos del glamour de Hollywood, Estefanía Rebellón cumple cuatro años ayudando a niños migrantes

Estefanía Rebellón, directora de Yes We Can saluda a los estudiantes en el aula creada en un autobús y colocada en Tijuana.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)
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Cuando protagonizó a una de dos hermanas que cruzaban la frontera a través del desierto de Sonora en la película “On The Other Side, la actriz Estefanía Rebellón tuvo una primera experiencia de lo que enfrentan miles de personas en busca del sueño americano.

Pero una cosa es el cine y otra muy distinta la realidad.

Cuando tenía 10 años y vivía en Cali, Colombia, sus padres llegaron un día a su escuela para recogerla antes de lo habitual. Le dijeron que iban a salir del país porque se encontraban amenazados de muerte por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el grupo guerrillero de izquierda que durante décadas provocó una serie de actos de violencia que dejaron cientos de miles de muertos en una interminable guerra civil que se ha prolongado por más de 50 años.

“Lo único que alcancé a tomar fue un juguete”, recuerda Rebellón. Llegue a Miami con lo que traía puesto”.

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En busca de cumplir su sueño de ser actriz Rebellón dejó la Florida y se mudó a Los Ángeles, donde inició una prometedora carrera en el mundo del cine y la televisión.


Para 2017 ya había escrito, dirigido y actuado en varias películas y series, como Grachi (2011); Marido en Alquiler (2013) y Jane the Virgin.

Pero en el 2018, cuando la corriente migratoria hizo crisis y decenas de caravanas de migrantes partían de Centroamérica y llegaban a la frontera entre México y Estados, su vida glamorosa de Hollywood dio un vuelco. Algo le decía que tenía que ir a la frontera de Tijuana y ver de cerca lo que estaba pasando.

La imagen no podía ser más desgarradora. Se encontró a cientos, si no es que, a miles de niños, que como ella en su momento, se encontraban desplazados sin entender exactamente lo que les estaba ocurriendo.

“Supe que tenía que hacer algo de inmediato”, recuerda la actriz Rebellón, de 32 años, cuyo aspecto parece sacado de una revista de modelos.

“Supe que tenía que hacer algo de inmediato”, recuerda la actriz Estefanía Rebellón
Estefanía Rebellón.
(Estefanía Rebellón)

Y no lo pensó dos veces. Llegando a Los Angeles junto con su compañero Kyle Thomas Schmidt, un actor, director y doble de acción, formó la organización Yes We Can, y en menos de tres meses ya habían adquirido un autobús escolar para convertirlo en una escuela que fue colocada en el albergue Pro Amore Dei de Tijuana.

La pregunta es inevitable. ¿Por qué una escuela? No lo piensa mucho.

“Cuando llegue de Colombia, todo cambió de un día para otro y el único lugar donde me sentía segura era en la escuela”, me dice con un dejo de nostalgia por aquellos días complicados de su infancia. “Por eso una escuela en Tijuana era una forma de hacer un poco más fácil la vida de estos niños que han tenido que pasar por tantas dificultades”.

Cuando visité la escuela de Yes We Can en Tijuana me encontré a la maestra Clarisa Carrasco quien, en medio del ruido del salón de clase, colocó una música suave, como para meditar y les pidió a los niños que respiraran. “Inhalen, y exhalen”, dijo mientras subía y bajaba los brazos lentamente.

El efecto fue inmediato. El alboroto se fue transformando en un silencio que solo rompía la delicada música. “Ahora desechen todos los pensamientos, sólo concéntrense en su respiración…”

En medio de todo el estrés que viven, la escuela les ofrece un poco de estabilidad, me dijo Carrasco, quien tiene una amplia experiencia trabajando con niños migrantes de Latinoamérica.

Aquí en esta escuela, todos, niños y adultos tienen una historia que contar.

Como la niña guatemalteca de 5 años que se abraza de un enorme oso de peluche para contar, con lujo de detalles su experiencia de estar en el centro de detención para migrantes, conocido como la ‘hielera’; del frío que se siente cuando te mandan a dormir con una cobija de aluminio y el dolorcito que sintió en el pecho cuando la separaron de su mamá.

O la de Isabel, una niña guatemalteca de hermosos ojos café claro que salió de su pueblo cuando unos hombres armados atacaron las casas de sus vecinos.

The bus is part of the Yes We Can Mobile Schools project of the Yes We Can World Foundation, a nonprofit formed to support migrant children trapped on Mexico’s northern border while they wait for U.S. authorities to accept or deny their asylum applications.

La dinámica dentro de la escuela es similar a otros sistemas educativos. Hay dos profesoras que imparten distintas asignaturas de forma bilingüe. Los niños inician actividades a las 9 de la mañana y a las 11 toman un receso para desayunar. La jornada termina a la 1 de la tarde.

En 2021, el programa de Escuelas Móviles Yes We Can cumplió dos años. “Nos sorprendía mucho ver que, a pesar del encierro mundial por la pandemia, miles y miles de familias seguían migrando, por lo que las escuelas eran cada vez más necesarias”, dice Rebellón.

Entre el 2020 y el 2021 Yes We Can abrió dos nuevas escuelas con el mismo modelo en los estados de Baja California y Chihuahua. Ha sido tan grande el impacto que la Secretaría de Educación Pública de México le otorgó el reconocimiento oficial a sus planes de estudio, convirtiéndose así en el primer programa académico bilingüe para niños migrantes.

Logros impresionantes

El próximo mes de julio Yes We Can cumplirá cuatro años y estarán iniciando en Los Angeles la construcción de un nuevo autobús que será utilizado como escuela en alguna de las ciudades fronterizas. “Siempre necesitamos voluntarios para que nos ayuden, el trabajo nunca se acaba”, dice riéndose.

Lo logrado por esta joven actriz a través de su organización Yes We Can en cuatro años es impresionante. Aquí algunos datos:

  • Ha proporcionado educación y matriculado a más de 2.800 niños inmigrantes y refugiados en su Programa de Escuelas Móviles.
  • Ha brindado más de 2 millones de horas de educación de a niños en crisis.
  • Ha construido 4 espacios escolares en la frontera entre Estados Unidos y México, 2 en la ciudad de Tijuana, 1 en Mexicali, y 1 en Ciudad Juárez. La organización opera actualmente 3 espacios escolares 2 en Tijuana y 1 en Ciudad Juárez.
  • Ha elaborado su propio plan de estudios para trabajar con niños refugiados e inmigrantes y ha desarrollado cursos especializados para niños en situación de crisis y migrantes.
  • Diariamente atienden a más de 300 alumnos de entre los 3 y los 15 años, y ofrece educación para pre-kinder, kindergarten, grados de primaria de 1 º a 5º curso y 6º a 8º curso de secundaria.
  • Trabajan con niños de 10 nacionalidades que incluyen México, Honduras, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Venezuela, Colombia, Haití, Brasil, y niños nacidos en EE.UU. cuyos padres han sido deportados.
  • Ha entregado más de 2.800 mochilas nuevas con kits escolares y ha proporcionado más de 2.800 uniformes a los niños inscritos en los programas.
Los estudiantes juegan después de clase. La fundación Yes We Can
Los estudiantes juegan después de clase. La fundación Yes We Can limpió la propiedad cerca del autobús para que sirviera como patio de recreo.
(Dania Maxwell / Los Angeles Times)

Todo ese trabajo le ha dado grandes satisfacciones. En 2023 fue nombrada Mujer del Año por la Fundación Women’s March LA. En el 2021 - Nominada al Premio Humanitario Alfonso García Robles por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) por la defensa, promoción, protección y garantía de los garantía de los derechos humanos de las personas inmigrantes que se encuentran en condición de vulnerabilidad.

Una agradable sorpresa

En junio de 2022 Rebellón recibió un mensaje directo de Alejandro Mayorkas, director del Departamento de Seguridad Nacional y el corazón le brincó en el pecho. No todos los días se reciben llamadas así.

El mensaje era sencillo: el gobierno de Estados Unidos quería comunicarse con ella para informale la decisión de que había sido nombrada “Estadounidense Sobresaliente” por su labor al frente de la organización Yes We Can.

¿Qué se siente obtener un reconocimiento así? Le pregunté. Rebellón se queda muy seria y me dice: “Este es un reconocimiento a mi familia, a los migrantes, y a todos los que hemos llegado a este país y hemos contribuido a hacerlo más grande y próspero”.

Y aunque en los últimos años ha estado concentrada en todo el proceso migratorio derivado de la desaparición del Título 42 que provocó una gigantesca corriente migratoria de todo el mundo, no ha dejado de lado su sueño de ser actriz. “Pero no me voy a perder en el glamur y la elegancia de Hollywood”, me dice convencida. “Tengo una conciencia y soy congruente con lo que creo, así que seguiré luchando por cada uno de mis sueños, por más difíciles que parezcan”.

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