Columna: El espíritu de Kobe Bryant está presente en el triunfo de los Lakers
La estrella más grande fue el recuerdo del difunto Bryant, cuyo espíritu se cernía sobre todo y cuya influencia se sentía en todas partes
Desde los cielos, fueron tocados
A los cielos, se han elevado
Sobre las alas de Kobe Bryant y las oraciones de una ciudad hambrienta, los Lakers han vuelto a alcanzar la cima gloriosa del baloncesto.
En AdventHealth Arena cerca de Orlando, Florida, el domingo por la noche, la franquicia deportiva más querida de Los Ángeles puso fin a una sequía de una década al derrotar al Heat de Miami 106-93 para capturar su 17º campeonato de la NBA.
En el juego decisivo, en el que el Heat fue superado rápidamente e invadido y sofocado, le dio a los Lakers una victoria de cuatro juegos a dos en una final de la NBA que terminó en abrazos exhaustos y lágrimas de júbilo.
Mientras el confeti púrpura y dorado llenaba el aire, los campeones se abrazaron y saltaron por la cancha en una masa gigante de Lakers, un equipo hasta el final.
LeBron James estaba extasiado, estirando los brazos y golpeando su cabeza y gritando al techo. Su compañero, Anthony Davis, estaba emocionado, sentado en una mesa con la cabeza enterrada en una toalla.
“Para los Lakers, estoy muy orgullosa de ustedes tanto dentro como fuera de la cancha”, manifestó la dueña Jeanie Buss durante la ceremonia de trofeo en la mitad de la cancha. “Han hecho que Los Ángeles se sienta orgulloso. Han escrito su propio capítulo inspirador en la gran historia de los Lakers”.
En una noche de alegría largamente anticipada por una ciudad que sintió el aguijón de ver esta postemporada pandémica desde 2.500 millas de distancia, había una historia en todas partes.
Con los 17 títulos, una docena de los cuales se ganaron con el equipo con sede en Los Ángeles, los Lakers finalmente igualaron el número ganado por los odiados Celtics de Boston y, por lo tanto, pueden reclamar al menos una parte del título de la mejor franquicia de la historia en la NBA.
“Llevaré el trofeo a Los Ángeles, donde pertenece”, proclamó Buss.
Al convertirse en el primer jugador en ganar el premio MVP de las Finales de la NBA con tres franquicias diferentes, mientras gana su cuarto título en general, James seguramente puede reclamar en parte el título al mejor jugador de la historia junto a Michael Jordan. El legado de James fue marginado el verano pasado por el lanzamiento del documental de Jordan “The Last Dance”, pero esa narrativa está cambiando.
“Solo queremos que se nos respete”, dijo James, quien por supuesto tuvo un triple-doble en el juego decisivo. “Rob [Pelinka] quiere respeto, el entrenador [Frank] Vogel quiere respeto, nuestra organización desea ser respetada, la nación de los Lakers quiere su respeto y yo también quiero mi maldito respeto”.
Luego está la historia hecha por Buss, quien vitoreó desde el nivel superior del gimnasio casi vacío mientras usaba una mascarilla. Tres años después de arrebatar el control de la organización, se convierte en la primera propietaria en llevar a su equipo a un campeonato de la NBA.
“Para la nación de los Lakers, hemos pasado por una tragedia desgarradora con la pérdida de nuestros amados Kobe Bryant y Gianna”, dijo Buss. “Que este trofeo sirva como un recordatorio de que cuando nos unimos y creemos en los demás, pueden suceder cosas increíbles”.
El verdadero héroe de la carrera por el título de los Lakers se podía encontrar en ese recordatorio, evidente en la ropa que vestían y el nombre que coreaban. La estrella más grande fue el recuerdo del difunto Bryant, cuyo espíritu se cernía sobre todo y cuya influencia se sentía en todas partes.
Después de que Bryant, su hija de 13 años, Gianna y otras siete personas murieran en un accidente de helicóptero el 26 de enero en Calabasas, los Lakers prometieron jugar la temporada en su honor. En un discurso ante una multitud en el Staples Center en su primer juego después de la tragedia, James hizo una promesa pública.
“Quiero continuar, junto con mis compañeros de equipo, con su legado... porque eso es lo que querría Kobe Bryant”, entonó James.
Promesa cumplida.
A lo largo de una postemporada en la que perdieron solo cinco veces en 21 juegos, gritaban al inicio del juego: “¡1-2-3-Mamba!”. Vestían los tenis Kobe, llevaban sus camisetas, colocaron sus firmas en carteles que llevaban su credo, “Deja un legado”.
Cuando Davis conectó el tiro más memorable de la postemporada, un disparo de tres puntos para devastar a Denver en el Juego 2 de las finales de la Conferencia Oeste, se golpeó el pecho y gritó: “¡Kobe!”. Esa obra se conocerá para siempre como “el tiro de Mamba”.
“La presencia de Kobe fue mágica”, dijo Tim Harris, presidente de operaciones comerciales de los Lakers. “Era como si estuviéramos jugando seis contra cinco”.
Esto fue especialmente evidente cuando vistieron las camisetas Black Mamba de piel de serpiente diseñadas por el propio Bryant. Estaban 4-1 con esas camisetas, Davis acertó ese tiro contra Denver portando esa camiseta, se sintieron devastados porque no pudieron hacerse con el título en el Juego 5 mientras usaban esas camisetas. El domingo, mientras vestían de blanco, se comprometieron a hacer las cosas bien.
“Sabemos que teníamos que hacer esto por Kobe y Gigi y el resto de la Nación de los Lakers”, dijo el alero Markieff Morris. “Este fue especial”.
Davis resumió el efecto de Bryant con lágrimas en los ojos.
Highlights from the Lakers’ championship-clinching win over the Miami Heat in Game 6 of the NBA Finals.
“No lo defraudamos... Desde la tragedia, todo lo que queríamos era hacerlo por él y no lo decepcionamos”, manifestó Davis. “Sé que nos mira desde arriba con orgullo. Sé que Vanessa está orgullosa de nosotros... Es un momento difícil, hombre... Él era un hermano mayor para todos nosotros, e hicimos esto por él”.
Fue una noche no solo de júbilo sino también de alivio, ya que la franquicia de los Lakers ha soportado muchas curvas perversas en un viaje que comenzó después del último campeonato del equipo en 2010.
Los Lakers pensaron que regresaban a la grandeza en 2011, cuando cambiaron al base All-Star, Chris Paul. Pero el acuerdo fue considerado injusto y vetado por el ex comisionado de la NBA, David Stern.
Pensaron que tenían la respuesta una temporada más tarde cuando adquirieron a los All-Stars, Steve Nash y Dwight Howard. Pero sus esperanzas se desvanecieron por las lesiones y la actitud y, oh sí, Bryant sufrió un desgarre en el tendón de Aquiles y nunca volvió a ser el mismo.
La dirección de la franquicia finalmente cayó en tal caos, que Buss tuvo que despedir a su hermano Jim para tomar el control. Luego contrató a Magic Johnson para que dirigiera las operaciones de baloncesto, pero apenas dos años después, renunció.
Durante estos últimos 10 años, los Lakers se perdieron los playoffs por seis temporadas consecutivas, un récord en la franquicia, mientras pasaban por siete entrenadores y tres cambios de directivos. Solo cuando la organización vivía el punto más bajo, finalmente se vislumbró una esperanza.
Fue entonces cuando apareció James, el futuro miembro del Salón de la Fama. Firmó en el verano de 2018 principalmente porque era bueno para su incipiente negocio del entretenimiento, quería trabajar en Los Ángeles, pero pronto los abucheos de los fanáticos de los Lakers le demostraron que se esperaba más que eso. Así reprendido después de una primera temporada indiferente, James se puso a trabajar el verano pasado para reconstruir su imagen y alcanzar un título.
Primero, los Lakers contrataron al entrenador Vogel, el curador perfecto para el estilo inteligente de James. Luego, James y sus socios de negocios ayudaron a reclutar al alero Davis, quien exigió ser canjeado de Nueva Orleans, dándole a los Lakers un dúo dinámico que recuerda a Bryant y Shaquille O’Neal.
Luego, después de que Pelinka, el gerente general, los rodeó de valiosos jugadores de acompañamiento como Danny Green, Kentavious Caldwell-Pope y Rajon Rondo, quien anotó 19, James se convirtió en un líder contundente pero aceptado.
Habilitó incluso las piezas menos anunciadas del equipo -piense en el genio defensivo del Juego 6-, como Alex Caruso, al tiempo que empoderó a Vogel. Los guio públicamente a través del dolor de la muerte de Bryant y la incertidumbre del cierre de la pandemia. Según los informes, incluso realizó entrenamientos privados durante la pausa de verano.
Para cuando los Lakers entraron en la burbuja de Orlando a finales de julio, tenían el segundo mejor récord de la NBA y una mejor química absoluta.
Tenían, además, la fuerza de Kobe.
“Es como si tuvieran un súper poder”, dijo Harris. “Parece que están jugando por algo más grande que un campeonato. ¿Cómo puedes ver todo lo que ha sucedido y aún no creer que él está con nosotros?”.
Hoy, con este tipo de carrera dominante por el campeonato de la NBA que a Kobe le hubiera encantado, se comportaron como un equipo y una ciudad.
Cuando Bryant se retiró en 2016, terminó su discurso final en el Staples Center con, “¡Mamba está fuera!”.
Nunca.
Plaschke reportó desde Los Ángeles.
Suscríbase al Kiosco Digital
Encuentre noticias sobre su comunidad, entretenimiento, eventos locales y todo lo que desea saber del mundo del deporte y de sus equipos preferidos.
Ocasionalmente, puede recibir contenido promocional del Los Angeles Times en Español.