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Opinión: Maradona y Messi, reflexiones de un latino

ARCHIVO – En esta fotografía del 20 de mayo de 2008
En esta fotografía del 20 de mayo de 2008 el futbolista argentino Diego Maradona posa durante una sesión fotográfica del documental “Maradona” en la 61ª edición del Festival de Cine de Cannes en Francia.
(ASSOCIATED PRESS)
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La Iglesia Católica acompañó a los primeros españoles que llegaron a mi país, Argentina. Cuando Juan Díaz de Solís desembarcó en 1516 en las orillas del Río de la Plata, en el lugar donde luego se desarrolló la ciudad de Buenos Aires, una de las primeras cosas que hizo fue plantar una cruz.

Y a lo largo de la historia de Argentina, como así también en la de casi todos los países de América Latina, la Iglesia Católica ciertamente tuvo una presencia preponderante en el entramado de la sociedad.

Pero a principios del siglo XX nació en Argentina algo que se podría considerar como una religión alternativa al catolicismo: el futbol.

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Traído por los ingleses, pero rápidamente incorporado a los ritos de la sociedad criolla, el futbol (o “pasión de multitudes” como le decimos en Argentina) se convirtió en una obsesión nacional.

Cual iglesias y camposantos, las canchas de futbol se multiplicaron en todo el país, desde los potreros de tierra donde niños campesinos corren detrás de una pelota de trapo, hasta las canchas de equipos de fama internacional como “La Bombonera” de Boca Juniors en Buenos Aires.

El argentino Lionel Messi, del Barcelona
El argentino Lionel Messi, del Barcelona, disputa la final de la Supercopa ante el Athletic de Bilbao, el domingo 17 de enero de 2021.
(ASSOCIATED PRESS)

El futbol ofrece a todos los latinoamericanos, pero sobre todo a los más humildes, una vía de escape de la pobreza, la droga y la violencia. El futbol es un sueño que se renueva cada domingo, con el ritual del partido que nos aleja de las preocupaciones cotidianas. Cuando llegué a Virginia en 1976, los pocos latinos que vivíamos en esta zona en esos años, encontrábamos en el futbol un denominador cultural común que nos mancomunaba.

Pero si a esta religión le faltaban apóstoles para tomar un relieve internacional, aquellos no tardaron en llegar, con la aparición de dos figuras místicas que impulsaron una transformación del futbol a nivel mundial.

Diego Armando Maradona, o “El Diego”, o “El Pibe de Oro” para millones de fanáticos en todo el mundo, barrió cualquier resistencia a este deporte en todo el planeta con su carisma personal, además de su habilidad con el balón. Figura controvertida, pero nunca ausente de las primeras páginas de todos los diarios, Diego les devolvió a los latinos la certeza de que somos capaces de hacer grandes cosas, aún cuando provengamos de orígenes muy pobres, como los suyos. Su muerte prematura no hizo más que acrecentar su aura de inmortalidad.

Diego era él mismo consciente de su status de divinidad. Es famosa su respuesta a un periodista inglés quien, luego de que Argentina le ganara a Inglaterra en el Mundial 1986, le preguntó a Maradona si había hecho un gol con la mano (algo que efectivamente ocurrió): “Habrá sido la mano de Dios”, Maradona dixit.

Si Diego fue el Padre de esta nueva religión, entonces Leo Messi (o “La Pulga” come le dicen por su corta estatura) puede ser considerado el proverbial hijo. Si bien Leo no llegó a ganar un campeonato mundial como sí lo hizo Diego, Messi también se convirtió en un fenómeno deportivo global que coleccionó centenares de millones de adeptos para esta religión del futbol en todo el planeta. Desde Bangladesh a Malasia, y desde Australia a California, la figura de Messi es adorada con fervor eclesiástico por aquellos acólitos al futbol que quizás sean demasiado jóvenes para recordar las hazañas de Diego.

¿Llegará alguien para completar la Santísima Trinidad? Aún no lo sabemos, pero me gusta pensar que quizás hoy mismo algunos de los niños que vemos corriendo detrás de la pelota en Los Ángeles o El Paso, algún día tomen el cetro de esta pasión incomprensible y nos muestren el camino hacia un nuevo paraíso terrenal.

Muchos de nosotros quizás no estaremos más para presenciar al nuevo ídolo cuando éste llegue. Pero, al fin y al cabo, de eso se trata la religión: la creencia en un mas allá que trascienda los límites terrenales, y nos reencuentre un día jugando en el equipo de Dios.

Ricardo Preve es un director de cine y escritor argentino. Vive en Charlottesville en Virginia desde 1976. @rickpreve en Instagram y Twitter.

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