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De Los Ángeles a Boston, las repercusiones de la muerte de Terrence Clarke han sacudido el baloncesto

Terrence Clarke
Terrence Clarke mueve el balón para Kentucky contra Kansas el 1 de diciembre. Clarke, de 19 años, murió el jueves tras un accidente automovilístico en Los Ángeles.
(Darron Cummings / Associated Press)

Terrence Clarke construyó una red de admiradores antes de morir en un accidente automovilístico en Los Ángeles. Dijo uno: ‘Si tuvieras un mal día, ese tipo sonreiría, y estabas bien’.

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Antes de que su nombre se convirtiera en objeto de trágicos titulares que se extendieron rápidamente de costa a costa, Terrence Clarke estaba en un gimnasio de Chatsworth haciendo lo que más le gustaba.

Lorenzo Davis lo vio allí el jueves por la mañana y sonrió con orgullo por haber llegado a entrenar una vez a Clarke en un campamento de baloncesto de los Pangos All-American. Siempre recordará cómo el jugador de primera categoría escuchó atentamente las indicaciones de su entrenador, y cómo Clarke posó amablemente para una foto con el hijo de Davis, Tytus, de ocho años. Ahora Clarke estaba de vuelta en Los Ángeles, persiguiendo su sueño de convertirse en una selección de la NBA.

“No lo había visto desde que se fue a Kentucky”, dijo Davis, un entrenador asistente en Heritage Christian. “Parecía que estaba preparado. Con el cuerpo bien, en forma”.

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Davis y Clarke intercambiaron un rápido saludo antes de seguir con sus actividades. Unas horas más tarde, Clarke salió del Complejo Deportivo 1st Place y condujo hacia el sur por la avenida Winnetka, donde chocó a toda velocidad contra un camión que giraba a la izquierda en la calle Nordhoff, dijo la policía. El vehículo de Clarke se estrelló contra un poste antes de detenerse.

El joven de 19 años, oriundo de Dorchester (Massachusetts), un barrio de clase trabajadora del sur de Boston, no sobrevivió al accidente, lo que puso de luto al mundo del baloncesto.

Davis se enteró -como la mayoría de la amplia red de confidentes, mentores y amigos de Clarke- a través de una notificación de noticias de última hora en su teléfono.

“Ese chico nació para el éxito”, dijo Davis el viernes. “Su sonrisa, cuando aparecía en su cara, movía la sala... la sala entera. Si tenías un mal día, ese tipo sonreía, y te sentías bien”.

Clarke tenía muchos motivos para estar contento estos días. Aunque había luchado por estar a la altura de sus cinco estrellas durante su única temporada en Kentucky, que se perdió el torneo de la NCAA por primera vez desde 2013, eso no disuadió a Clarke de declararse en el draft. Clarke había firmado recientemente con Klutch Sports, con sede en Los Ángeles, uniéndose a la exclusiva clientela del agente Rich Paul, que incluye a LeBron James, Anthony Davis y Ben Simmons.

Las reverberaciones creadas por la noticia de la muerte de Clarke comenzaron en L.A. pero tuvieron el máximo impacto en Boston.

“No estoy seguro de cuánto quiero hablar sobre esto, cuando consideras que es un chico de Boston... esos chicos son importantes para nosotros aquí”, dijo el entrenador de los Celtics de Boston, Brad Stevens, a los periodistas después de la victoria de su equipo sobre los Suns de Phoenix el jueves, por la noche. “Nunca lo conocí. Mi hijo le admira. Es difícil hablar de un partido de baloncesto”.

Las estrellas de los Celtics Jaylen Brown, Jayson Tatum y Kemba Walker habían tomado bajo sus alas a Clarke, una estrella brillante en el panorama del baloncesto del noreste. Brown publicó una foto de él y Clarke en su cuenta de Instagram, en la que se leía: “Las palabras no pueden ni siquiera explicar... lo que más odio [es] que el mundo no llegó a ver el potencial que realmente tenías...”

Brown pidió entonces que la NBA encontrara la manera de que el nombre de Clarke sonara en la noche del draft en julio.

Clarke había llegado muy lejos desde sus días de adolescente, cuando se presentaba en el Vine Street Community Center de Roxbury para jugar. Por aquel entonces, no destrozaba a la competencia.

“No sabía jugar cuando llegó aquí”, dijo el viernes por la mañana David Hinton, coordinador administrativo del centro comunitario. “Pero era un buen chico, y empezó a desarrollar un conjunto de habilidades bastante bueno y una ética de trabajo realmente buena, y antes de darnos cuenta, justo delante de nuestros ojos, se convirtió en una superestrella”.

“Hablando con él, nunca te hubieras imaginado que era una estrella del baloncesto. Había que verlo jugar, porque no hablaba así. Era un chico normal y corriente”.

Incluso después de que Clarke se convirtiera en uno de los mejores prospectos de su clase como un alero prototípico de la NBA, llamaba a Hinton y le hacía saber que quería el gimnasio abierto a las 6 de la mañana.

“Hicimos todo menos darle las llaves del edificio”, dijo Hinton.

Boston comparte con Los Ángeles la fama de colgar banderas de la NBA, pero la ciudad no es el mismo semillero de talentos del baloncesto de base. Por ello, la ciudad se sintió profundamente implicada en el éxito de Clarke.

“Significó mucho para la ciudad de Boston”, dijo Todd Quarles, director de Expressions Elite, el equipo AAU de Clarke. “Todos los niños de Nueva Inglaterra que soñaban con el baloncesto le admiraban. Le echaré mucho de menos. Todos los entrenadores y jugadores de nuestro programa le echarán mucho de menos”.

El entrenador de Kentucky, John Calipari, voló el viernes a Los Ángeles para estar con la familia de Clarke, incluida su madre, Osmine, que según Hinton estaba en el lugar del accidente. Brandon Boston, su compañero de equipo en Kentucky este año y una antigua estrella en Sierra Canyon, también estuvo allí, de acuerdo a los informes.

Calipari dijo que pasó su tiempo en el avión escribiendo una carta sobre Clarke, que publicó en su sitio web, CoachCal.com, después de aterrizar.

“Era la persona más cariñosa que he entrenado nunca”, escribió Calipari. “Su entusiasmo y energía -no solo para el baloncesto, para la vida- es lo que todos esperamos tener en nuestro camino. Terrence había entendido esa parte: que, si te levantas cada día con una sonrisa en la cara y una alegría en todo lo que haces, esta vida es hermosa”.

“Creo que esa es una de las razones por las que hoy se ve una magnitud increíble de dolor en todos los partidos y en nuestro país. Terrence tenía ese espíritu que se contagió a todas las personas que tuvieron la suerte de cruzarse con él”.

Calipari relató una conversación que mantuvo con Paul tras el accidente.

“Apenas podíamos hablar”, escribió. “Los dos estábamos llorando. Cuando Rich se calmó, me dijo: ‘Cal, iba a ser una selección de primera ronda en el draft. Las cosas que estaba haciendo, la forma que tenía y la misión que tenía, iba a hacer esto’. Eso me hace estar aún más desolado”.

Ese era el confiado Terrence Clarke que Lorenzo Davis vio en el gimnasio el jueves por la mañana, el mismo con el que el escolta estrella de Sierra Canyon, Amari Bailey, se había topado recientemente también.

“La comunidad del baloncesto está dolida. Yo estoy dolido”, dijo Bailey a Eric Sondheimer del Times el jueves por la noche después de la victoria de Sierra Canyon por 103-80 sobre Culver City. “Es otro soldado caído que se ha ido demasiado pronto. ... Yo estaba con él hace un par de días, por lo que enterarme de lo sucedido hizo que me fuera difícil salir a jugar. Sé que él lo haría por mí. Sé que me está mirando y nos está protegiendo tanto a mí como a todos nuestros hermanos”.

Para Davis, el mundo del baloncesto puede ser muy pequeño en momentos de tragedia. Él no fue más que uno de los cientos de personas que compartieron un momento con Clarke, que aunque fuera fugaz, se sintió especial.

“Puedes encestar con una persona, pero se siente como si la conocieras desde siempre por lo que aporta el baloncesto”, dijo Davis. “Esto duele”.

El entrenador no pudo evitar rememorar el 26 de enero de 2020 y la muerte de Kobe y Gianna Bryant, el aplastante comienzo de un flujo constante de pérdidas incalculables, y cómo ese día paró su auto y lloró, sin tener ni idea de lo que aún estaba por llegar en los siguientes 15 meses.

“Esta situación aún no me ha afectado”, dijo Davis. “Con COVID, todo ha sido una locura, y justo cuando crees que las cosas están mejorando...”

“Hay que valorar cada día. Nunca sabes si es el último”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí.

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