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Mia Fishel, que abandonó la NWSL para irse a la Liga MX, podría tener un impacto duradero

UCLA's Mia Fishel settles the ball during the second half of a game against California.
(Katharine Lotze / Getty Images)

Cuando Mia Fishel dejó la escuela después de su tercer año para convertirse en profesional, todos asumieron que iría a la NWSL. En su lugar, eligió la Liga MX Femenil de México.

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El momento parecía perfecto para Mia Fishel.

El verano pasado anunció que dejaría la UCLA después de su temporada junior. Luego, menos de un mes después de su último partido, Amanda Cromwell, la entrenadora de Fishel con las Bruins, fue nombrada nueva directora del Orlando Pride. Así que no fue una sorpresa que el Pride seleccionara a Fishel en la primera ronda del draft de la NWSL dos semanas después.

Pero hasta ahí llegó el cuento de hadas, porque a mediados de enero, Fishel despreció a Orlando y a la NWSL para firmar con el Tigres de la Liga MX Femenil de México, una decisión que podría tener importantes implicaciones para ambas ligas.

Para la NWSL, Fishel es una dinámica delantera de 20 años y una promesa del programa de selecciones nacionales que se ha escapado. Es la primera jugadora estadounidense de renombre que desprecia a un equipo nacional por la liga mexicana, que tiene seis años de haber iniciado.

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Para la nueva y ambiciosa liga mexicana, el fichaje de Fishel podría acelerar su desarrollo, convirtiendo a la Liga MX en un rival de las ligas más establecidas en Estados Unidos y Europa, tanto en el campo como en la búsqueda de las mejores jugadoras.

“Nuestro nivel ahora tiene que elevarse con jugadores como Mia, o cualquier deportista americano que esté jugando profesionalmente”, dijo Mikel Arriola, presidente ejecutivo de la Liga MX. “Tenemos que crecer. El ejemplo de Mia va a generar no solo un caso individual, sino un patrón en la liga femenina mexicana”.

Arriola anunció la primavera pasada que los 18 equipos de la Liga MX Femenil, que principalmente se estableció para desarrollar a las jugadoras mexicanas, podrían contratar cada uno, hasta dos jugadoras nacidas en el extranjero. Ese cambio llegó demasiado tarde para ayudar a muchos equipos en la temporada de otoño; a mediados de septiembre, a mitad de la temporada de 17 partidos, solo 15 de las 495 jugadoras de la liga habían nacido en el extranjero.

Sin embargo, a seis semanas del inicio de esta temporada, 15 de los 18 equipos tienen al menos una extranjera, entre ellas la nigeriana Uchenna Kanu, compañera de Fishel en el Tigres, y las ex jugadoras de la NWSL Sarah Luebbert y Andrea Hauksdottir, que juegan en el Club América. Pero Fishel, ganadora del Balón de Oro en dos campeonatos de la CONCACAF y dos veces finalista del premio a la mejor jugadora joven de U.S. Soccer, es con mucho el principal fichaje de la liga.

“Tigres tiene reconocimiento mediático, jugamos en estadios cada partido y el entrenamiento es muy intenso”, dijo Fishel, quien anotó dos goles en su segundo partido en México. “Sabía que, al venir, iba a haber muchas preguntas sobre la calidad de la liga. Pero el entrenamiento y los jugadores son muy intensos. Son muy serias las cosas aquí”.

¿El dinero? No tanto. Y eso podría empañar rápidamente las aspiraciones de la liga.

Cuando la liga se formó en 2016, las jugadoras ganaban entre $25 y $100 al mes, según la Comisión Federal de Competencia Económica, salarios tan exiguos que inspiraron una investigación gubernamental que el otoño pasado resultó en multas de $8.9 millones contra ocho personas y 17 clubes – incluyendo a Tigres – por “su responsabilidad en la realización de prácticas monopólicas absolutas” y por “imponer topes salariales máximos a las jugadoras”.

En octubre pasado, el diario financiero mexicano El Economista, citando fuentes del sector, informó que los salarios habían subido a entre $343 y $7.348 mensuales. Aunque algunas jugadoras extranjeras ganan más que eso, el salario medio mensual es de unos $1.225, según El Economista.

Esta última cifra es inferior a la de La Liga Femenina española, donde el salario base de las jugadoras es de unos $18.000 por temporada, y a la de la NWSL, donde un nuevo convenio colectivo fija el salario mínimo en $35.000 por temporada y el paquete de compensación medio en $54.000. Pero es un paso en la dirección correcta, dijo Antonio Sancho, director deportivo de Tigres, que ha jugado siete de las ocho finales semestrales de la Liga MX Femenil, ganando cuatro de ellas.

“Estamos pagando mejor”, dijo Sancho, ex centrocampista estrella del club masculino. “Por eso pudimos traer a Mia. O a Uchenna. La liga ha abierto esa posibilidad y estamos intentando, con nuestros recursos, nuestros fondos, hacer el mejor equipo que podamos”.

Cromwell confirmó que, al menos en el caso de Fishel, Tigres fue generoso con esos fondos.

“Es un contrato con más dinero del que podría ganar en Orlando”, dijo el ex entrenador de la UCLA al Orlando Sentinel, y añadió que la oferta “va a decir mucho”. Y lo hizo.

“Tenemos que crecer. El ejemplo de Mia va a generar no solo un caso individual, sino un patrón en la liga femenina mexicana”

— MIKEL ARRIOLA, PRESIDENTE EJECUTIVO DE LA LIGA MX

Si los clubes de la Liga MX siguen siendo tan agresivos salarialmente, podrían seguir compitiendo con la NWSL por las mejores jugadoras de Norteamérica.

Arriola, presidente de los 18 equipos masculinos y femeninos de la Liga MX, calcula que los propietarios de la liga han invertido unos $20 millones en sus equipos femeninos. Pero esos equipos no son independientes de los clubes masculinos, sino que comparten espacio bajo el mismo paraguas organizativo. Arriola quiere acabar con esa práctica.

“Queremos generar nuestras propias fuentes de ingresos y eso va a ocurrir este año porque tenemos una estrategia de mercadotecnia centrada en nuestra liga femenina para generar nuestros propios ingresos. Y elevar, obviamente, la inversión en los equipos, elevar la inversión en salarios, en infraestructura, etcétera”, dijo.

La Liga MX Femenil ya ha dado grandes pasos desde su primera temporada en 2017, sobre todo en un país que durante mucho tiempo pareció dudar de abrazar el fútbol femenino. Aunque el promedio de asistencia en la temporada regular nunca ha superado los 2.250 espectadores, alrededor de un tercio de lo que promedió la NWSL en 2019, la última temporada pre-COVID, la final del torneo Clausura 2018 atrajo a una multitud de 51.211, la más grande para un partido de clubes femeninos en cualquier parte del mundo.

Arriola, un expolítico al que le encanta citar estadísticas, tiene varias que indican que el fútbol femenino está construyendo una base sólida en México. Dos tercios de los aficionados al fútbol del país siguen la Liga MX Femenil, dijo, y las mujeres prefieren la liga al fútbol masculino por un amplio margen. En general, añadió, la liga tiene más de un millón de seguidores en las redes sociales.

“Lo que hizo que la gente cambiara de opinión fue tener realmente un equipo femenino”, expresó el presidente. “México es el mejor ejemplo y la mejor prueba de que abrir el deporte y el fútbol femeninos, es una gran decisión en términos de compromiso con los aficionados. Y en términos de crecimiento financiero”.

El crecimiento financiero determinará lo que ocurra después. La liga lanzó una división Sub-17 este año, como parte de su mandato para crecer y mejorar el fútbol femenino en México, que nunca ha ganado un partido en la Copa del Mundo o en las competencias olímpicas. Y aunque los críticos dicen que la incorporación de extranjeras desvirtúa el objetivo al quitarle minutos de experiencia a las jugadoras nacionales, Sancho no está de acuerdo.

“Cuando tienes jugadores de mejor nivel, los jugadores mexicanos también crecen”, dijo. “Por eso creo que es bueno para la liga y lo veo en esta temporada. Es un mejor nivel, más competitivo”.

Mantener las cosas en ese nivel de competitividad podría resultar caro. Sancho dijo que la liga lo entiende.

“Tenemos que pagar para que [ellos] quieran venir”, añadió. “Estamos haciendo un esfuerzo. Los patrocinadores están creciendo en Tigres Femenil. Todo va de la mano. Lo estamos consiguiendo. Y la parte monetaria es importante”.

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