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Los maestros encuentran muchos obstáculos mientras tratan de mantener a los niños aprendiendo en medio del coronavirus

Kindergartener Meg Kramer does schoolwork at her home in San Anselmo
Meg Kramer hace el trabajo escolar en su casa en San Anselmo, California, al norte de San Francisco el miércoles.
(Ezra Shaw / Getty Images)

El Coronavirus cierra las escuelas de California: “Hay todo este asunto de la educación a distancia, pero ¿cuánto se está aprendiendo realmente?”

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Misti Kemmer, maestra de cuarto grado en la Escuela Primaria Russell en South Los Ángeles, está trabajando duro para que sus estudiantes aprendan ahora que las escuelas están cerradas. Ella comparte planes detallados de lecciones en Google Drive, envía mensajes a las familias todos los días y transmite conferencias de YouTube desde su casa.

Pero sólo tres o cuatro de sus 28 estudiantes accedieron a sus tareas escolares la semana pasada, señaló. Algunos no tienen computadoras y otros no cuentan con acceso a Internet. Una estudiante sólo puede abrir las tareas en el teléfono de su padre cuando llega a casa del trabajo.

“Ella está tratando de ver todas estas cosas desde un pequeño teléfono celular después de las horas de la cena”, relató Kemmer. “¿Qué tanto puedehacer un niño de 9 años?”

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“Existe todo esto del aprendizaje a distancia, pero ¿qué tanto aprendizaje realmente sucede?” añadió ella.

Casi todas las escuelas K-12 en California fueron cerradas la semana pasada. Pero desde los principales líderes estatales en educación hasta los funcionarios del distrito, incluidas las escuelas del superintendente Austin Beutner, el mensaje ha sido claro: aunque los campus están cerrados, el aprendizaje continuará.

“Si bien estamos en circunstancias muy singulares en este momento, todavía nos encontramos brindando educación a nuestros estudiantes”, manifestó el superintendente de Instrucción Pública Tony Thurmond a principios de esta semana. “La escuela no ha terminado, pero estamos encontrando una forma diferente de proporcionarla”.

Pero la realidad es complicada.

A medida que los maestros se apresuran a adaptarse a un mundo educativo completamente nuevo, se enfrentan a barreras importantes.

Hay un acceso desigual a la tecnología, dificultades para comunicarse con los estudiantes y los padres, y la incertidumbre sobre las expectativas en un momento en que muchas familias están sufriendo.

Incluso para los educadores que han utilizado durante mucho tiempo las herramientas de aprendizaje en línea y cuyos estudiantes tienen fácil acceso a ellas, es difícil confiar únicamente en la tecnología.

Muchos maestros están lidiando con esto mientras se adaptan a las duras realidades de trabajar desde casa.

En la escuela primaria Marianna Avenue en el Este de Los Ángeles, los maestros y administradores se apresuraron después de que se anunciara el cierre el 13 de marzo para asegurarse de que todos los estudiantes de primero a sexto grado llevaran a casa una computadora portátil Chromebook, dijo Estela Campos, coordinadora de la primaria. La escuela tiene la suerte de contar con suficientes computadoras para casi todos los alumnos, subrayó.

Pero los maestros tienen dificultades para conectar a sus alumnos: algunos niños nunca habían usado las computadoras en casa y muchas familias no tienen acceso a Internet. En algunos casos, los menores en grados superiores ahora tienen que cuidar a sus hermanos pequeños mientras sus padres trabajan y no pueden dedicar tiempo a su propio trabajo escolar, manifestó.

Mientras Campos y otros en la escuela intentan resolver algunos de esos problemas, también buscan formas de mantener a los estudiantes interesados y sentirse parte de la comunidad escolar. A partir del lunes, los maestros han planeado una semana virtual de ánimo, donde habrá un día de la naturaleza, otro día de calcetines y varios más. Esperan que los alumnos publiquen fotos para compartir con sus compañeros de clase.

Pero, manifestó, “no sabemos a cuántas de las familias realmente estamos llegando”.

“Sólo tratamos de hacer lo mejor”, enfatizó. “Nos encontramos en el punto donde todos estamos aprendiendo”.

En Aspire Inskeep Academy, una escuela chárter K-6 en el vecindario de Florence en South Los Ángeles, los maestros y administradores tienen una larga lista de cosas que hacer antes de que puedan comenzar a ofrecer nuevas lecciones.

Se han comunicado con las familias para averiguar quién tiene computadoras u otros dispositivos móviles y acceso a Internet. Algunas familias dependen de Internet público de la biblioteca o McDonald’s, pero ahora no pueden hacerlo con el cierre de esos sitios.

Mientras tanto, los maestros han ofrecido a los estudiantes paquetes de trabajo opcionales para llevar durante las vacaciones de primavera, durante la segunda semana de abril. Los paquetes no contienen información nueva, precisó Claudia Castillo, una maestra de humanidades de sexto grado.

“Es para mantenerlos comprometidos y construyendo sobre las habilidades que ya han aprendido”, dijo.

Castillo y la maestra de matemáticas de sexto grado, Erica Márquez, tienen 59 estudiantes. De ellos, alrededor de 40 o sus padres solicitaron un paquete, reveló Castillo.

El lunes, los maestros y administradores comenzarán a trabajar en cómo impartir nueva instrucción, dijeron.

Erin Fitzgerald-Haddad, maestra de matemáticas de séptimo grado en el Instituto de Medios Aplicados de San Fernando, una escuela unificada de Los Ángeles, tiene los conocimientos y los recursos para hacer que la transición al aprendizaje a distancia sea más fluida.

Fitzgerald-Haddad expuso que los maestros y estudiantes de su escuela usaban regularmente plataformas digitales como Schoology, un sistema de gestión de aprendizaje de LAUSD o Google Suites mucho antes del cierre de la semana pasada.

La escuela pudo enviar a todos los estudiantes a casa con un iPad o Chromebook, aunque algunos optaron por no participar, y la escuela creó un canal de YouTube donde los maestros han estado publicando videos a diario. La facultad también está revisando a los estudiantes y monitoreando su trabajo en línea, precisó.

Sin embargo, incluso con su experiencia para movilizar recursos rápidamente, Fitzgerald-Haddad ha notado diferencias en cómo los estudiantes se están adaptando al aprendizaje a distancia.

“Quizá sea diferente en el nivel de preparatoria, pero [para] octavo grado y hacia abajo, no creo que sea razonable esperar que los alumnos aprendan solos”, reconoció.

Si bien algunos estudiantes están avanzados y podrán recoger el material por su cuenta, la plataforma de Schoology le permite ver que algunos no están al día.

“Los que realmente necesitan el apoyo, son a los que tengo que hacer llamadas telefónicas”, apuntó.

María Arienza, profesora de español y escritora creativa de North Hollywood High School, dijo que los estudiantes de su escuela recibieron un dispositivo móvil para llevar a casa por si fuera necesario.

Pero ella señaló que recibió poca dirección del distrito o de la administración de su escuela sobre cómo impartir instrucción de forma remota. Así que confió en sus compañeros de trabajo para hacer una lluvia de ideas sobre cómo planificar lecciones en línea.

No todos sus estudiantes han estado en contacto directo, pero la mayoría ha enviando tareas a través de Schoology, aseguró.

A pesar de algunos desafíos, dijo que todavía cree que se pueden cumplir los objetivos que los funcionarios escolares han establecido para continuar aprendiendo.

“Creo que son alcanzables, no son expectativas locas”, declaró.

En Herrick Avenue Elementary en Sylmar, Jennifer Colvin enseña a 23 niños en kindergarten y kindergarten de transición. Después de que se anunció el cierre, los más pequeños se fueron a casa con paquetes de papel, y los estudiantes cuyas familias dijeron que no tenían un dispositivo para conectarse a Internet en casa recibieron uno de la escuela.

Desde entonces, Colvin utiliza una aplicación de mensajería para comunicarse con los padres casi a diario. Ella les dio a todos su número de teléfono celular y acceso a su página de Facebook y les ha dicho repetidamente que se comuniquen con cualquier pregunta.

También distribuyó un horario de muestra, sugirió que los estudiantes completaran dos páginas del paquete al día, y ha grabado un video para los niños casi todas las mañanas. Ella ve que alrededor de 17 padres al día miran los videos, pero sólo cinco se han comunicado con ella o le han hecho preguntas.

“No tengo idea de lo que están haciendo”, dijo Colvin. “No creo que todos estén revisando. Pienso que sólo algunos padres, tal vez es muy abrumador para ellos”.

Colvin no está asignando tarea en este momento, y no puede decir con certeza que todos sus estudiantes tengan acceso a ClassDojo, la aplicación de mensajería que usa, si intenta asignar trabajo.

Un padre que habla español puede no entender los mensajes de video para el curso, apuntó. Y aunque los estudiantes mayores pueden usar la videoconferencia para tomar clases, eso no es tan fácil para los alumnos más jóvenes, señaló Colvin.

“Estoy configurando Zoom, pero me siento como... ¿realmente voy a enseñar una lección a estos pequeños niños de kinder en Zoom?” cuestionó Colvin.

Cuando se le preguntó si las expectativas del estado están cumpliendo con la realidad, ella respondió: “Creo que se encuentran haciendo algo. ¿Cómo sé si realmente están aprendiendo sobre lo que está sucediendo? No puedo probar eso. Quiero asumir que están haciendo lo que se supone que deben hacer para ayudarles en su aprendizaje”.

“Es un punto difícil donde nos encontramos y sólo estamos tratando de superarlo”, agregó.

Genaro Ulloa, un maestro de ciencias sociales de la Escuela Preparatoria Augustus F. Hawkins en South Los Ángeles, dijo que estaba ansioso por conectarse con sus estudiantes esta semana, pero no fue fácil.

Le tomó unos días obtener el permiso de los funcionarios escolares para usar una aplicación de mensajería para comunicarse con ellos. Después de obtener el visto bueno, envió un mensaje pidiéndoles que se unieran a una conferencia telefónica el viernes por la mañana, usando Schoology.

Cuando los estudiantes intentaron unirse a la llamada, algunos tuvieron dificultades para hacerlo en sus teléfonos celulares, de los cuales dependen para acceder a Internet. Entonces Ulloa les pidió que cambiaran a una aplicación de videoconferencia. Eso funcionó, pero en ese momento sólo ocho de 23 estudiantes pudieron unirse.

Ulloa les dijo a sus alumnos que el próximo viernes será obligatorio para ellos unirse a la videoconferencia. Les pidió que compartieran ese mensaje con sus compañeros y pasó parte del día llamando a los padres para averiguar qué necesitaban sus estudiantes para poder conectarse.

A pesar de los desafíos, Ulloa dijo que quiere “encontrar algún tipo de normalidad y expectativas” para sus alumnos.

Pero, agregó, “ha sido muy difícil”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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