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“El 2015 fue un año de sufrimiento y resistencia, que el 2016 sea uno de coraje y esperanza”

Un grupo de mujeres celebra la llegada de 2016 mientras esperan el inicio del tradicional espectáculo pirotécnico de Año Nuevo en Sydney, Australia, el 31 de diciembre de 2015. (Foto AP/Rob Griffith)
(Rob Griffith / AP)
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Las autoridades alrededor del mundo reforzaron la seguridad por el temor a un atentado, pero eso no detuvo a muchos de salir a celebrar.

El Año Nuevo fue recibido así con una mezcla de sentimientos, entre el miedo a que hubiera un acto violento y el deseo de dejar claro que la vida debe continuar.

“Tenemos miedo, pero no debemos dejar de vivir y festejar”, destacó Myriam Oukik, ciudadana parisina que acudió a la avenida Champs-Elyseés ante el despliegue de más de 100 mil policías y pese a la cancelación del espectáculo de fuegos artificiales.

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La Ciudad Luz todavía se recupera de una serie de atentados que dejó 130 muertos en noviembre, así como ataques previos a la revista satírica Charlie Hebdo y un mercado kosher.

“El 2015 fue un año de sufrimiento y resistencia, que el 2016 sea uno de coraje y esperanza”, recalcó el Presidente Francois Hollande.

Algo similar se vivió en Tailandia. A menos de seis meses de que una bomba matara a 20 personas en un templo de Bangkok, miles se reunieron en la misma intersección donde se registró la explosión.

Aunque antes de que empezara el conteo, agentes antibombas revisaron minuciosamente el sitio.

Y en Kenia, que ha sufrido reiterados ataques del grupo Al-Shabaab, se prohibieron los fuegos artificiales por considerarse un riesgo de seguridad ante la “elevada amenaza terrorista”.

En particular en Asia y Europa, la vigilancia fue reforzada a niveles nunca antes vistos.

Autoridades belgas hasta cancelaron la celebración en la plaza central, y el año comenzó con el arresto de seis personas bajo sospecha de que planeaban un atentado.

La Plaza Roja de Moscú fue cerrada por completo y el acceso a la Plaza del Sol madrileña, asimismo, fue restringido y por primera vez se estableció un límite de personas que podrían celebrar ahí. Alrededor de 3 mil agentes fueron desplegados en Londres, aunque las autoridades también recomendaron a los ciudadanos que vieran los fuegos artificiales desde su casa o algún bar.

Justamente eso hicieron habitantes turcos después de que Ankara viviera un ataque que dejó 102 muertos y el arresto de dos personas el miércoles.

“Usualmente salgo a clubes, pero por el peligro del Estado Islámico, yo y mis amigos nos quedamos en casa”, dijo Seyda Yilmaz, turca de 26 años.

El temor no fue sólo por posibles atentados.

En la entidad estadounidense de Missouri, familias recibieron el año atorados en sus coches por el cierre de carreteras o en albergues temporales debido a fuertes inundaciones.

En Rumania, asimismo, uno de los bares más grandes canceló los festejos horas antes del evento a dos meses de que un incendio dejara 63 muertos en un club nocturno.

Aunque el fuego no detuvo todas las celebraciones.

Pese a las llamas en un rascacielos de Dubai a pocos metros del Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, éste fue sede de un espectáculo de fuegos artificiales.

“El modo de vivir no debe cambiar”, opinó Robert Doyle, el Alcalde de Sydney, Australia.

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