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¿Qué son los caucus de Iowa y hasta qué punto son importantes?

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Es un estado pequeño, rural y alejado de la media demográfica del país, pero cada cuatro años, Iowa acapara la atención mundial con sus caucus, un complejo sistema de votación que desde la década de 1970 sirve como primera prueba de fuego de los aspirantes a la Presidencia de Estados Unidos.


Los caucus son asambleas populares que se organizan en trece estados y varios territorios de EEUU y, aunque no hay consenso sobre el origen exacto de la palabra, muchos aseguran que proviene de la palabra “caucauasu”, que en el dialecto de los nativos algonquinos de Virginia significaba “consejero, veterano o asesor”.

Al contrario que en unas elecciones primarias como las que celebra Nuevo Hampshire la semana siguiente, los habitantes de Iowa solo pueden votar a cierta hora de la tarde, y deben acudir para ello a una reunión donde se les exige registrarse como votantes del partido demócrata o republicano.

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“Tienes que presentarte allí a las siete de la tarde un lunes, y tienes que confiar en que tu automóvil arranque, la niñera no te falle, no estés enfermo y no haya tormenta de nieve. Así que solo asiste la gente más comprometida”, resumió Goldford.

No hay voto por correo, ni métodos alternativos para aquellos que deban trabajar a esas horas o tengan movilidad reducida. Así que, de media, solo uno de cada cinco votantes registrados en Iowa acuden a votar en la primera criba entre los aspirantes a la Casa Blanca.

“Se presentan los más ideológicos, los que tienen una motivación más intensa. En el lado republicano, son los más conservadores, y por eso los votantes evangélicos tienen tanto poder. Entre los demócratas, son los más progresistas”, apuntó Goldford.

En el caso de los republicanos, las reglas son sencillas: acuden a un lugar de votación en uno de los 1.681 precintos del estado y emiten un voto secreto: escriben el nombre del aspirante que prefieren en un trozo de papel y lo meten en una caja.

Los demócratas tienen un proceso más complejo, basado en la formación de “grupos de preferencia, en los que tienes que ponerte en pie y declarar tu apoyo a un candidato”, resumió Goldford.

Si un candidato no reúne un cierto umbral de aceptación entre los asistentes al caucus, que suele ser del 15 % de los presentes en el lugar de votación, sus simpatizantes están obligados a convencer a otros para que se sumen a su causa o bien rendirse y sumarse a otro de los grupos de preferencia, en un proceso que puede durar horas.

Con los aspirantes seleccionados en cada precinto se calcula cuántos delegados tendría cada candidato en la convención estatal que se celebra en junio, y eso se toma como un “termómetro” que influye en las votaciones primarias en el resto del país.

Aún así, Iowa “no determina quién será el candidato” de cada partido, ni mucho menos quién será el presidente, porque “desde 1972, solo ha habido tres ganadores de un caucus competitivo que hayan llegado a la Presidencia”: Jimmy Carter en 1972, George W. Bush en 2000 y Barack Obama en 2008, recordó el académico.

Lo que sí hacen los caucus es separar el grano de la paja, determinar “quién no será el candidato” en la convención de ese año, y revelar “fortalezas y debilidades” de cada campaña, añadió.

Muchos estadounidenses consideran injusto que un estado como Iowa -con poco más de 3 millones de habitantes, una economía eminentemente agrícola y una demografía casi exenta de minorías- constituya el punto de partida de la carrera presidencial pese a ser tan poco representativo de la media nacional.

Iowa se convirtió en el primer estado en votar “por un accidente histórico”, después de que George McGovern, un demócrata que era popular en la zona, ganara la nominación por razones que no tuvieron “nada que ver” con ese territorio del Medio Oeste, según Goldford.

Pero los asesores de Jimmy Carter tomaron nota, y el exgobernador de Georgia, poco conocido a nivel nacional, se pasó “unos 14 meses” en Iowa desde 1975, hablando con gente en “cafeterías e iglesias”.

Su relativa victoria en los caucus de 1976 -hubo más votantes indecisos que simpatizantes de Carter- y su posterior conquista de la Presidencia “hizo que la gente se fijara” en el estado, cuya importancia se solidificó en los años 1980 y 1990.

Esa fama de trampolín para las campañas, sumada la decisión de los partidos de adelantar la fecha de los caucus y a la consiguiente atención mediática, convirtió a Iowa en lo que es hoy.

“Mientras los periodistas piensen que Iowa es importante, los candidatos lo harán, y mientras los candidatos piensen que Iowa es importante, los periodistas lo harán”, concluyó Goldford. EFEUSA

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