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Astronauta Scott Kelly: “volver a la gravedad es más duro que salir de ella”

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El mayor reto al que se enfrenta el astronauta Scott Kelly, el estadounidense que más tiempo ha pasado en el espacio, acaba de empezar y consiste en “volver a la gravedad” tras pasar casi un año en la Estación Espacial Internacional (EEI).

“Volver a la gravedad es más duro que salir de ella”, declaró Kelly en su primera comparecencia ante la prensa en el Johnson Space Center de la NASA en Houston (Texas), tras regresar el miércoles de 340 días en el espacio exterior.

El objetivo de la expedición era comprobar los efectos que producen en el cuerpo humano los vuelos de larga duración, con la vista puesta en viajar en un futuro a Marte.

“Hay quien se pone muy malo en el espacio, yo simplemente no soy de esos”, dijo el cosmonauta, que admite que “nunca se sintió del todo normal”, pero redujo su malestar a “pequeñas sutilezas”.

Sin embargo, es ahora a su retorno cuando relata “agujetas musculares, dolor de articulaciones y de columna vertebral”, que se le llegó a estirar en 5 centímetros por la falta de gravedad, pero que ya ha recuperado su forma original.

“Me sorprende lo difícil que está siendo. Sabía que iba a ser algo distinto (respecto a viajes espaciales de menos duración), pero esto va más allá”, confesó Kelly, que como máximo, se había ausentado seis meses de la Tierra.

El impacto psicológico también es mayor y Kelly, cuya duración ideal de un viaje espacial sería de tres meses, admite que no era “capaz de asimilar” que deberían ver pasar todos los meses de un año desde el espacio.

“A los tres meses piensas ‘ya llevo aquí mucho tiempo’ y te das cuenta de que aún te quedan otros nueve. Te da vueltas la cabeza”, rememoró como su momento más crítico.

Kelly, padre de dos hijas, contó que echaba de menos a su familia, pero que la nostalgia tampoco se lo hizo pasar tan mal, ya que dispuso de un teléfono, desde el cuál podía hacer llamadas a la Tierra pero no recibirlas.

Lo que le agobió fueron las pequeñas dimensiones de la nave que le llevó hasta la Estación Espacial Internacional: “he pasado seis meses en una caja”, resumió.

Con vistas a un futuro viaje a Marte, el cosmonauta animó a los ingenieros a trabajar para “hacer ese espacio (de la nave) tan perfecto como se pueda” en cuanto a aire, temperatura y insonorización para garantizar el descanso, y en cuanto a servicios para el entretenimiento y el ejercicio que minimicen el deterioro físico.

“No me quejo, solo digo que deberíamos hacerlo mejor (...). Tampoco es un gran reto”, sentenció.

Una vez en la EEI, no obstante, se sintió “fascinado” por una plataforma más grande que un campo de fútbol americano (109 metros de longitud por 88 metros de ancho) y un peso de más de 420 toneladas, que funciona con energía solar, dispone de agua potable y ofrece hasta gimnasio y televisión para seguir las noticias.

“Si hace 30 años le enseñas una foto de la estación espacial a alguien y le dices, no solo la vamos a construir sino que vamos a hacer que funcione durante 15 años y hacer operaciones científicas, te hubieran dicho ‘estáis locos”, explicó entusiasmado.

“Es -subrayó- un logro increíble. Todos los que lo hicieron posible deben estar orgullosos, también la gente que contribuyó con sus impuestos”.

Kelly, que en declaraciones inmediatas a su regreso calificó de “factible” un viaje a Marte, matizó ahora que “todavía tenemos que aprender” sobre cuestiones como la disminución de la radiación cósmica, que golpea a los astronautas durante el viaje y puede perjudicar la salud.

“Si nos toma seis meses llegar a Marte -agregó-, la tripulación está sometida a grandes radiaciones, si lo hacemos más rápido, será menos”.

El propio Kelly estaría dispuesto a embarcarse en la misión hacia el planeta rojo, pero duda que la NASA le elija de nuevo para hacer historia “teniendo toneladas de candidatos esperando”.

“Voy a echar de menos hacer ese trabajo tan exigente y difícil. Trabajar duro me llena (...). Puede que encuentre esa sensación haciendo otras cosas, pero no será igual”, auguró.

“No me hice astronauta porque creí que fuera divertido, sino porque creí que era difícil, arriesgado, importante y eso es gratificante”, recordó, ahora sí, con nostalgia.

Por eso, dejó la puerta abierta a “comprar boletos para vuelos comerciales, quizá en 20 años”, si la NASA no le ofrece volver a volar, ya que tiene señalados en el mapa de las estrellas lugares por descubrir y a los que regresar.

“Creo -concluyó- que nunca diré que abandono al cien por cien el espacio exterior”.

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