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Gritar es saludable

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¡Viva México cab...! Este grito festivo simboliza libertad, pero el 15 de septiembre bien puede ser aprovechado para expresar emociones contenidas, ya sea tristeza o enojo, por ejemplo, que difícilmente se gritan por temor al rechazo social.

Las canciones a grito pelado que entona el mariachi también pueden ser la oportunidad para gritar a todo pulmón sin ser tachado de “loco”, y así sacar el cúmulo de sentimientos guardados.

Y es que, coinciden expertos, gritar de forma colectiva por demandas sociales es bien visto, pero no lo es hacerlo de forma individual para expresar emociones. “Esto se debe a que el grito nos hace ver incivilizados”, dice Alma Munguía, psicoterapeuta corporal.

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Sin embargo, es muy benéfico que las personas griten cuando se sienten tristes o enojadas, pues al gritar se dan la oportunidad de sacar sus emociones y el efecto es catártico, asegura Yolanda García, psicoterapeuta del Instituto de Entrenamiento en Pareja y Familia.

“Cuando una persona grita su cuerpo se energetiza. Es como una válvula de escape para el organismo, así que si las personas se dieran la oportunidad de gritar, en espacios privados o públicos, como en el Zócalo de la Ciudad de México el 15 de septiembre, serían más saludables”, comenta.

Munguía explica que gritar representa una acción benéfica porque al hacerlo las personas llevan aire a sus pulmones. “Esta acción refuerza que estamos vivos porque al sentir como entra y sale aire de nuestros pulmones sabemos que estamos vivos”.

Enfermedad

Las especialistas coinciden que quienes no gritan para expresar sus emociones pueden presentar enfermedades físicas y mentales.

“Muchas personas le tienen miedo a la crítica, al qué dirán, están en la codependencia y eso les impide trabajar libremente con sus emociones.

“Está demostrado que cuando el cuerpo enferma es porque está gritando de alguna manera por medio de las enfermedades. Esto es porque las personas callan y están reprimidas”, asegura García.

Depresión y neurosis son algunos de los padecimientos que pueden desencadenarse por la contención de las emociones, aseguran las expertas.

“Hay muchas personas que no se atreven a expresar lo que no les gusta, lo que les enoja. De repente estallan en una agresión incontrolada. Es como un olla exprés que tiene una válvula de escape, pero sin ella explota”, ejemplifica García.

Munguía comenta que quienes reprimen gritar pueden desarrollar úlceras gástricas o cuando sí gritan sufren disfonía e incluso sienten dificultad para respirar.

Como terapia

Las especialistas aseguran que el grito representa una herramienta terapéutica.

Uno de los ejercicios que terapeutas recomiendan a sus pacientes es que griten a solas en su casa. “Se ha demostrado que las enfermedades disminuyen considerablemente por la expresión de las emociones a través del grito”, dice García.

A los pacientes se les pide que visualicen una piedra en su mano derecha y que la suelten con mucha fuerza y de manera simultánea lancen un grito. “Tienen que gritar muy fuerte, como antes nunca lo han hecho”, comenta.

También recomienda a diario cerrar los ojos 2 o 3 minutos y sacar gritos de tristeza, enojo, frustración, envidia. “Si lo hiciéramos diario seríamos más saludables y estaríamos en camino de ser congruentes”, menciona.

García señala que una forma constructiva de sacar el enojo que se experimenta contra alguien es al tomar su foto y gritarle: “lo que no te gusta, lo que te enoja, lo que le has tolerado”.

Así cuando se tenga la oportunidad de enfrentar a esa persona, la agresión habrá disminuido considerablemente y ya no habrá episodios de violencia.

A las personas que por pena se les dificulta gritar en casa se les recomienda ir a un campo abierto para hacer este ejercicio.

“Si les cuesta trabajo gritar se les aconseja que imiten algunos sonidos de animales. Esto incluso se vuelve lúdico. Después podrán sacar su propio grito”, comenta Munguía.

Se puede empezar a practicar acudiendo a sitios altamente ruidosos y gritar, pues ahí se perdería el grito. Subirse a los juegos mecánicos es otra opción, dice.

“El grito que se emita debe salir desde lo más profundo del ser. Tiene que ser un grito que al ser emitido venga acompañado de un recuerdo, de una emoción, de algo que la persona se quiera desprender”, apunta.

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