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Padres e hijos en busca de asilo son separados por ICE

Four fathers fleeing death threats in Central America thought they’d reached safety when they got to the U.S. Then immigration officials took their children away.

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San Diego Union-Tribune

Cuatro padres que huían de amenazas de muerte por parte de pandillas en Centroamérica, viajaron miles de kilómetros para llegar en busca de asilo a la frontera con Estados Unidos. Posteriormente, funcionarios de inmigración los obligaron a entregar a sus hijos.

Los hombres estaban juntos hace unas semanas, cuando las autoridades vinieron a llevarse a sus hijos. Desde entonces no han podido hablar con los niños, ni siquiera por teléfono, expresaron.

“Se lo llevaron sin ropa, sin mi autorización”, dijo Eric Matute Castro, de 33 años, uno de los padres, acerca de su hijo de 3 años, Roger. “No sé dónde está. No sé cómo está. No sé si está herido. No sé nada”.

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Los solicitantes de asilo generalmente son detenidos después de llegar a la frontera. Solo unos pocos centros de detención en Estados Unidos están equipados para mantener a familias unidas, y debido a casos de la corte, existen reglas sobre cuánto tiempo se puede retener a los niños. Como resultado, las familias a menudo son liberadas más rápidamente.

El Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) dijo que algunas organizaciones de tráfico humano han intentado utilizar a niños para minimizar el riesgo de ser detenidos en la frontera, por lo que bajo la política actual, sus oficiales revisan estrechamente las relaciones familiares. La agencia dijo que sus oficiales no pudieron verificar las relaciones entre los cuatro hombres y los niños que trajeron con ellos.

Los hombres, tres salvadoreños y un hondureño, terminaron juntos en una celda mientras ICE los procesaba para determinar si serían detenidos o no. Sus hijos, un niño de 1 año, Roger de 3 años, una niña de 5 y un niño de 12, jugaban juntos en la celda.

Pasaron varios días yendo entre la celda de las oficinas de ICE, en el centro de San Diego, y un hotel para dormir, mientras los oficiales trabajaban en sus casos.

El 16 de noviembre, un oficial les dijo que tendrían que separarse de sus hijos.

Los cuatro hombres dijeron que no, que no lo harían.

Los oficiales vinieron dos veces más para explicarles que no iban a poder quedarse con los niños. Los hombres nuevamente se negaron a dejarlos ir.

La última vez, llegaron cuatro funcionarios. Los hombres con hijos pequeños los sostenían fuertemente en sus brazos, los niños agarraban a los hombres y lloraban. Los otros dos niños se aferraban a sus padres.

Walter Ramírez Avilés, de 42 años, dijo que él fue el primero en soltar a su hija porque no quería que se lastimara. “¿Qué está pasando?”, recordó que dijo Sofía. “Me hiciste una promesa de que me llevarías a donde están las princesas”. Él le dijo que fuera fuerte y que todo estaría bien.

Cuando un oficial comenzó a sacar a su hijo de sus brazos, Matute también cedió. “Tuve que hacerlo porque podría haberse fracturado una manita o un piecito o algo así”, dijo Matute. “Así que lo dejé ir”.

Los hombres fueron llevados al centro de detención de Otay Mesa. Los niños trasladados a la Oficina de Reubicación de Refugiados, que tiene refugios para menores no acompañados en todo el país y también coloca a los niños con familias a través de hogares temporales.

A menos que ICE cambie su determinación acerca de la relación de los hombres con los niños, cada uno tendrá un caso de asilo por separado en el sistema judicial de inmigración. Eso significa que un padre podría perder su caso mientras el niño gana, o viceversa.

Los solicitantes de asilo, como los refugiados, tienen que demostrar que fueron perseguidos por su raza, religión, nacionalidad, orientación política o pertenencia a un grupo social en particular. Debido al retraso en la corte de inmigración, los procedimientos de asilo con frecuencia tardan más de un año.

A principios de este año, el entonces Secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, dijo que estaba considerando separar a los niños de sus padres en la frontera como elemento disuasivo para la migración.

Félix Luciano, jefe del sindicato local que representa a los oficiales de ICE, dijo que la política en el último año ha requerido que los oficiales indaguen más de cerca las relaciones familiares reclamadas. Lo que alguna vez se podía validar con una declaración jurada de un familiar o amigo, ahora requiere documentos verificables.

La agencia también contacta a los consulados para ayudar a identificar a los padres de los niños que llegan.

Lauren Mack, portavoz de ICE, indicó que los oficiales de Operaciones de Detención y Deportación (ERO por sus siglas en inglés) todavía están trabajando para determinar las identidades de los padres de los niños, en algunos casos a través de los consulados.

Debido a que las relaciones no se pudieron verificar en ese momento, Mack dijo que los niños fueron separados “por preocupación acerca de la seguridad de los niños”.

“ICE refuta las afirmaciones sobre maltrato”, afirmó Mack. “Las personas transferidas a nuestra custodia son procesadas de manera profesional por los oficiales de ERO en todo momento”.

Uno de los hombres, José Fuentes, de 30 años, viajó por México con una caravana de migrantes organizada por activistas. Contactó a los activistas después de que le quitaron a Mateo de un año.

Varios grupos lanzaron una campaña para reunir a los hombres con los niños.

“Es muy traumatizante tanto para los niños como para sus padres después de que sufrieron tanto trauma en el camino a la frontera”, dijo Erika Pinheiro, directora de políticas de Al Otro Lado, en una manifestación reciente en el exterior del centro de detención.

Dijo que Estados Unidos no debería castigar a los solicitantes de asilo y que debido al tipo de violencia de la que están huyendo en sus países de origen, esto no los detendrá de venir.

Desde que salió la historia de los hombres, otros se han puesto en contacto con la organización para contar historias similares, explicó.

En el año fiscal 2017, hasta agosto, los datos más recientes publicados por Aduanas y Protección Fronteriza señalan que San Diego recibió 5158 unidades familiares en los puertos de entrada.

La Patrulla Fronteriza en el sector de San Diego detuvo a 2782 unidades familiares en el mismo periodo.

Un funcionario de ICE dijo que la mayoría de los casos familiares terminan en la frontera de Texas y no en San Diego.

Los cuatro padres dijeron que huyen de la violencia relacionada con las pandillas en sus países de origen. Se enfrentaron a la extorsión, amenazas de muerte y más, expresaron.

Matute se dio cuenta de que su vida estaba en peligro en Honduras después de que un hombre intentó quitarle su casa, y estaba tan asustado que se fue ese mismo día con su hijo sin siquiera empacar ropa. Su compañera, la madre de su hijo, se esconde hasta que pueda ahorrar suficiente dinero para unirse con ellos. Con la bondad de extraños y amigos en el camino, pudo obtener dinero para alimentar a su hijo y viajar a Tijuana. Llegaron por la noche, dijo, y Tijuana lo asustó.

No sabía cómo llegar a Estados Unidos, dijo, así que cuando encontró el cerco fronterizo lo siguió hasta que vio una luz en el otro lado y un vehículo de inmigración estacionado. Saltó la valla con su hijo y se dirigió hacia el vehículo para pedir ayuda, explicó.

Él es el único de los cuatro padres que no fue a un puerto de entrada para pedir asilo.

Carlos Batres Aguilar, de 40 años, salió de El Salvador con su esposa y sus dos hijos luego de ser amenazados por MS-13, una pandilla que comenzó en Los Ángeles y ganó poder en Centroamérica después de que los miembros fueron deportados para allá.

La pandilla quería matarlo, obligar a su esposa a ser trabajadora sexual y obligar a su hijo mayor a unirse a ellos, dijo.

Él y su esposa estuvieron de acuerdo en que si algo sucedía en su viaje al norte y necesitaban separarse, él se quedaría con su hijo mayor, Dominic de 12 años. Ella se quedaría con el hijo menor, Diland de 7.

En abril, tuvieron que saltar de un camión en Chiapas y correr para evitar ser detectados por las autoridades mexicanas, explicó. Se separaron mientras corrían.

Ambas parejas eventualmente llegaron a la frontera de Estados Unidos en diferentes momentos. Su esposa cruzó primero con Diland y fue liberada. Viven en Detroit y esperan su audiencia de asilo.

Batres dijo que esperaba que los cuatro pudieran reunirse mientras esperaban, pero si no, esperaba por lo menos regresar con Dominic.

“Me siento como un fracaso porque no pude darle estabilidad y seguridad y al venir hasta aquí y...”, dijo, haciendo una pausa. “Mi hijo está sufriendo otra vez. Es lo más difícil que he hecho al estar separado de ellos durante todo este tiempo”.

Él tiene una relación cercana con Dominic, explicó. Los dos pasaban los sábados juntos jugando baloncesto y viendo películas.

Fuentes se fue de El Salvador con su pareja y dos hijos luego de que también enfrentaran amenazas de una pandilla. “Era una cuestión de supervivencia”, dijo Fuentes.

Se unieron a la caravana de inmigrantes en Tapachula y llegaron al norte. Su pareja todavía está en Tijuana, esperando averiguar qué pasará con él.

Dijo que ella pudo llamar a Mateo para ver cómo estaba, pero cuando intenta llamar le niegan el acceso.

Lauren Mack dijo que ICE está investigando el problema de las llamadas telefónicas.

Ramírez Avilés también huyó de El Salvador con su familia. Se fue primero con su hija mayor, que tiene 20 años, después de enterarse de que los miembros de pandillas la estaban atacando sexualmente a cambio de la seguridad de su familia.

Después de un arduo viaje a Tijuana con ella, regresó por su esposa y sus dos hijas menores. En ese segundo viaje, llevó la bicicleta de Sofía porque acababa de aprender a montarla y no podía soportar separarse de ella, dijo.

Finalmente, todos se reunieron en Tijuana y decidieron pedir asilo en Estados Unidos. Él y Sofía caminaron hacia el puerto de entrada juntos, mientras que su esposa se fue con las otras dos hijas.

Su hija mayor fue detenida sola. La familia no supo nada de ella, dijo.

Su esposa y su otra hija finalmente fueron liberadas y viven en Los Ángeles mientras esperan su audiencia de asilo.

Él está triste por estar separado de ellas, pero está contento de que estén todos en un lugar seguro, dijo. Siente como si le hubieran quitado una carga.

“Desde el momento en que decidí venir a pedir ayuda a Estados Unidos, sabía que no sería algo fácil”, dijo Ramírez Avilés. “Estoy aquí con la convicción de que estoy siguiendo la ley de Estados Unidos. Bendigo la ley de esta tierra. Bendigo esta tierra. Y voy a buscar a mi hija”.

Morrissey escribe para el U-T.

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