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Afectados en Texas por el huracán Harvey se enfrentan ahora al frío

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A primera hora de la mañana de hoy, las calles de Houston amanecieron cubiertas de una fina sábana de nieve, un mal presagio para residentes como Luis Sánchez Rivera, natural de Guerrero (México) y un afectado directo por el huracán Harvey.

“Estoy deshabilitado, y la pensión que recibo no me alcanza”, dice Sánchez, un mecánico de autos y desde hace 36 años un residente de la ciudad de Conroe, al norte de Houston, que se quedó sin techo como consecuencia del devastador paso del huracán Harvey por el sureste de Texas a finales de agosto.

Como él, numerosas personas y familias se ven obligadas a vivir en tiendas de campaña al quedarse sin hogar y ahora enfrentan los efectos de la ola de frío que llegó a la región en los últimos días.

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Desde fines de agosto, Sánchez tuvo que abandonar su pequeña casa que quedó inhabitable por los efectos de Harvey, donde además vivía solo, y empezar a dormir en su vieja camioneta, que se convertía así en medio de transporte y hogar al mismo tiempo.

“Pero le doy gracias a Dios por haberme bendecido y tenerme con vida”, indica Sánchez, que desde hace dos semanas pernocta en una casa rodante que un buen samaritano le ha prestado “hasta que me la quite y regrese a la troca (camioneta)”.

El inmigrante, que en la última década ha sufrido más de diez ataques cardiacos debido a una deficiencia coronaria que además le impide conseguir trabajo, apela a vecinos con mejor suerte para tomar agua y bañarse.

Entre estos “afortunados” figura Derly Solís, del estado mexicano de Puebla y quien también vive en Conroe hace 11 años, junto a su esposo, dos hijas, dos hermanos y un sobrino. Abandonó su casa el 27 de agosto tras el desborde del río Conroe, a pocas cuadras de distancia de su vivienda.

“Vivimos en algunos albergues por varias semanas y luego decidimos regresar y armar casas de campaña (carpas), porque no hemos recibido beneficios”, comenta Solís, quien vive en una unidad prefabricada con sus familiares en los exteriores de su propiedad.

Las inundaciones rebasaron su casa, que aún no ha terminado de arreglar, y solo la usa para guardar ropa y bañarse. Prepara sus alimentos a la intemperie, en una cocina temporal donde han colocado la refrigeradora y la mesa del comedor del diario.

Explica Solís que debido a su condición migratoria no ha podido recibir ayuda del Gobierno federal, no obstante la caridad de organizaciones religiosas y sin ánimo de lucro no han cesado desde hace meses.

“Nos dan agua, comida enlatada, ropa para los niños y también alimentos”, indica la mujer, quien dice que espera algún socorro federal ya que sus hijas nacieron en este país.

“Sería bueno que al menos nos den para el hospedaje en un hotel, no a todos, pero al menos a algunos. Somos siete durmiendo en un solo espacio”, explicó.

Esta mañana, las decenas de sus vecinos hispanos en las mismas circunstancias, recibieron un cargamento de ropa, juguetes, así como cajas de botellas de agua potable por parte de organizaciones de la zona.

Marlen Tejeda, directora ejecutiva de la Alianza para los Nuevos Americanos, que se dedica a ayudar a los menos favorecidos en Conroe, asegura que las condiciones en las que viven los residentes del lugar está mejorando, aunque “falta mucho por hacer”.

“Algunos sobreviven en paupérrimas circunstancias como la falta de una simple unidad de calefacción, ahora que ha empezado a bajar la temperatura”, indicó.

Un total de 14.956 familias que vivían en las diferentes zonas afectadas por el ciclón y las posteriores inundaciones durmieron este lunes en uno de los más de 1.000 hoteles que aun hospedan a supervivientes, dentro del programa Asistencia de Refugio Transitorio (TSA).

Harvey dejó cerca de 90 muertos y decenas de miles de desplazados en el sureste de Texas, que sufrió durante los últimos días de agosto y los primeros de septiembre unas de las peores inundaciones de la historia de Estados Unidos.

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