El jefe de Medioambiente usó su puesto para buscar trabajo a su mujer
Washington — El jefe de Medioambiente, Scott Pruitt , que está siendo investigado por su gestión, supuestamente se sirvió de su puesto para buscar trabajo a su mujer con una compañía de comida rápida, informó hoy “The Washington Post”.
Tres meses después de llegar al cargo, una ayudante del director de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA) escribió un correo electrónico a la dirección de la empresa de comida rápida Chick-fil-A preguntando si podrían acordar una cita con “el administrador” y discutir “una potencial oportunidad de negocios”.
Aunque el encuentro no se llegó a materializar, Pruitt habló con miembros del departamento legal de la empresa y reconoció que esa “potencial oportunidad de negocios” era en realidad un trabajo para su mujer, Marlyn Pruitt, según el diario.
En declaraciones al periódico, una representante de Chick-fil-A confirmó que el objetivo de la llamada era dejar claro el interés de su mujer en convertirse en una franquiciada de la entidad, pero finalmente no abrió ningún restaurante.
Marlyn Pruitt sí que llegó a comenzar el proceso para solicitar la adquisición de una franquicia de la cadena, mas nunca terminó de completarlo.
Su marido está siendo investigado por distintas instituciones, incluida la Casa Blanca, por su gestión al frente de la EPA, el dispendio de dinero público y supuestos conflictos de intereses tras llegar al cargo.
En los últimos dos meses, las críticas a Pruitt se han incrementado con la publicación de múltiples informaciones, entre las que destaca el alquiler de un apartamento muy por debajo del precio de mercado y cuya propiedad pertenece a la esposa del presidente de un grupo de presión de la industria fósil.
Entre las controvertidas acciones de Pruitt se encuentran también viajes en primera clase y en aviones militares, la supuesta intervención de un “lobby” para acordar un encuentro con el Gobierno de Marruecos y subidas opacas de salarios a asesores personales.
Las polémicas actuaciones han generado un gran rechazo de organizaciones medioambientales como Sierra Club, que calificó el nuevo caso como “un nuevo mínimo (moral) vergonzoso”, pero también de algunas voces republicanas como la senadora Joni Ernst, que señaló que Pruitt está “cada vez más enfangado”.
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