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Charlottesville no olvida el ataque supremacista y sigue con la lucha

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EFE

Charlottesville (Virginia) despertó hoy 365 días después de la trágica marcha supremacista blanca que cambió para siempre esa ciudad, que no ha olvidado el ataque y sigue con la lucha contra el racismo y los movimientos neonazis.

El centro neurálgico de la actividad estuvo situado hoy en una de las esquinas de la Calle Cuarta del sureste de la ubre virginiana, el lugar exacto donde Heather Heyer, de 32 años, fue embestida brutalmente por un joven neonazi que condujo su vehículo a alta velocidad hacia una concentración antirracista.

Varios centenares de personas acudieron hoy a ese punto, adornado con flores, fotografías, mensajes y cartas de recuerdo a Heyer y custodiado fuertemente este fin de semana por las autoridades locales ante posibles riesgos de grupos racistas.

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La visita más esperada de la mañana fue la de Susan Bro, madre de Heyer, que asistió al lugar con un ramo de flores que depositó en el memorial justo a las 13.42 hora local (17.42 GMT), tiempo exacto que el vehículo impactó a su hija, causándole la muerte, el 12 de agosto de 2017.

“Gracias a todos por venir a recordar a mi hija, pero esto no solo tiene que ver con Heather: hubo muchas personas heridas que aún están recuperándose de las heridas”, dijo una emocionada Bro, que llegó al lugar acompañada de su actual marido.

“Tenemos un problema enorme de racismo en esta ciudad y en este país y tenemos que arreglarlo”, exclamó la madre, ahora también activista y fundadora de la Fundación Heather Heyer, que brinda becas a jóvenes activistas y les apoya en su carrera.

En este sentido, Bro recordó, entre sollozos, que “muchas madres pierden a sus hijos cada día” y no reciben la misma atención mediática que ella ha tenido.

Una de las asistentes, Angeline Conn, amiga personal de Heyer y miembro del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan), señaló en declaraciones a Efe que los actos de hoy sirven para “hacer saber (a Heyer) que su vida no fue en vano”.

“Estamos aquí para recordarla y para seguir combatiendo a los fascistas, la brutalidad policial con las minorías y el racismo que hay en EE.UU.”, apuntó Conn.

A lo largo de la mañana, líderes religiosos, activistas y miembros de la comunidad se acercaron al lugar para dejar ofrendas florales y guardar minutos de silencio en memoria de Heyer.

El sepulcral silencio se cortaba en alguna ocasión por protestas contra la policía, que custodiaba la zona con varios centenares de agentes y asistencia aérea, con al menos 3 helicópteros.

“¿Dónde estaban el año pasado?”, preguntaban a gritos los asistentes al memorial de Heyer a los cuerpos de seguridad, motivando algún momento de tensión.

Otra de las mujeres concentradas hoy en la Calle Cuarta, Rosie Parker, apuntó lo “horrible” que fue vivir ese episodio a escasos centímetros y lo difícil que es recuperarse de una experiencia así.

“Estaba a unos 60 centímetros de Heather y vi como fue embestida, dio vueltas en el aire y cayó brutalmente al suelo. En ese momento no sabes si está muerta, pero estás segura de que no va a sobrevivir eso”, recordó emocionada Parker en declaraciones a Efe.

Un año más tarde, en el mismo lugar, la mujer afroamericana reconoció sentirse “entumecida”.

Las antorchas y consignas fascistas de la manifestación “Unir a la derecha”, que tomaron a la tranquila ciudad de Charlottesville el año pasado, se trasladaron hoy a la capital estadounidense, donde se prevé que se concentren enfrente de la Casa Blanca.

Para Conn, el hecho que las autoridades hayan dado el visto bueno a otra protesta de este tipo es “ridículo” y una ofensa para los grupos antifascitas y las minorías.

“Esto ocurre porque tenemos blancos supremacistas, blancos infiltrados en el poder”, apuntó sin titubear la joven activista.

Doce meses después de ese infausto fin de semana, Charlottesville, de apenas 50.000 habitantes y situada 200 kilómetros al suroeste de Washington, no olvida lo acontecido y continúa con su lucha contra cualquier tipo de racismo.

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