National City quiere tener una exhibición de autos lowrider
El año era 1992. Recorrer las calles sobre autos lowrider era algo popular en National City durante los fines de semana.
En un movimiento para acabar con el pasatiempo, que fue relacionado con crímenes y tráfico, el consejo de la ciudad prohibió los recorridos sin destino o cruising, en inglés.
Pero más de 25 años después, los líderes de la ciudad quieren que vuelvan los autos personalizados, comúnmente equipados con sistemas hidráulicos, como parte de la rica historia y cultura de la ciudad.
El martes 4 de diciembre, el consejo municipal votó por unanimidad para crear un comité para ayudar a un club de autos a organizar una exhibición de autos lowrider y recorrido por la ciudad el próximo mes de mayo.
El hecho no tiene precedentes. Será la primera vez que la ciudad crea un comité para ayudar a una organización a realizar un evento.
El alcalde Ron Morrison, quien propuso el comité, reconoció los problemas asociados con los recorridos a principios de la década de 1990, pero dijo que la cultura de los lowrider ha cambiado.
“Se ha vuelto mucho más una institución familiar”, dijo.
Agregó que los lowriders, que describió como una “forma de arte”, merecen ser apreciados.
The Crowd of San Diego, el club de autos detrás de la idea del evento lowrider, quiere organizar la exhibición de autos en Kimball Park y un cruise —una procesión de lowriders— en Highland Avenue, el lugar popular para recorrer antes de la prohibición de la ciudad que entró en vigor en 1992.
Para lanzar el plan, el club de autos presentó una solicitud de permiso de uso temporal el 4 de diciembre. La solicitud será revisada por los departamentos de la ciudad y luego enviada al consejo de la ciudad para una votación para denegar o aprobar el permiso.
En una muestra de apoyo durante la reunión del 4 de diciembre en el concejo municipal, el concejal Jerry Cano, quien dijo que era propietario de un Ford LTD 1971, prometió donar 1000 dólares para ayudar a cubrir la tarifa del permiso, que es de 237 dólares.
Con la esperanza de que el evento llegue a buen término, el comité lo ayudará a reunirse con los organizadores para ofrecer orientación y comentarios sobre las ideas mientras planifican el evento. El comité incluirá a Morrison y a la concejala Alejandra Sotelo-Solís, con personal de la ciudad a su disposición para ayudar.
“Tendrán mucho trabajo que hacer en los próximos seis meses para lograr esto”, dijo Morrison en una entrevista. “Sin duda, queremos darles todo el estímulo para llevar a cabo este proceso”.
Dijo que el comité compartirá con el Ayuntamiento los avances realizados en la planificación del evento.
Los líderes de la ciudad destacaron que el evento requerirá la colaboración entre los organizadores, el Departamento de Policía y las empresas para garantizar que todos los interesados estén a bordo y que el evento se desarrolle sin problemas.
“Se requerirá que todos estén en la mesa”, dijo la concejala Mona Ríos.
Robert Casas, miembro de The Crowd of San Diego, dijo que planea formar una organización con una junta directiva para fin de año para que el grupo pueda organizar el evento y reunirse con el comité.
Dijo que el plan también es hablar con las empresas en Highland Avenue, desde restaurantes hasta talleres de reparación de automóviles, para invitarlos a participar en el evento como proveedores.
Casas, que concibe la exhibición de autos como un evento anual para familias, dijo que algunas de las ganancias irán al Boys and Girls Club en National City.
Mientras que la Cámara de Comercio de National City ya organiza una exhibición anual de autos, los miembros de The Crowd of San Diego dijeron que los lowriders merecen un evento separado. Casas, quien creció en National City, dijo que los lowriders no obtienen una representación justa en el Automobile Heritage Day Festival y Car Show, que exhibe a aproximadamente 200 vehículos, desde autos de alto rendimiento hasta motocicletas, durante el evento en agosto.
“Creo que es hora de tener algo específico para los lowriders”, dijo Morrison. “Creo que es el momento adecuado”.
Casas, quien posee un Chevrolet Impala de 1963 y compró a su hijo un Impala de 1964, estuvo de acuerdo. Dijo que la comunidad lowrider ha trabajado duro para revivir su imagen.
“Algunos de nosotros somos dueños de negocios, mamás y papás, y trabajamos de 9 a 5”, dijo. “Nos encantan nuestros coches. Es parte de nuestra cultura”.
Hernández escribe para el U-T.
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