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Columna: Lamentamos mucho la muerte de su mamá, pero envíenos algo de dinero

A collection of past-due bills.
El deceso no es tan definitivo cuando se trata de cobranza de deudas. Es importante conocer sus derechos cuando un familiar muere con obligaciones financieras impagas.
(Getty Images)

La muerte no es tan definitiva cuando se trata del cobro de deudas. Es importante conocer sus derechos cuando un miembro de la familia muere con obligaciones financieras.

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Ya es bastante malo que la gente tenga que esforzarse para cancelar contratos y suscripciones no deseadas, un proceso innecesariamente difícil que algunas empresas parecen imponer deliberadamente con la esperanza de cobrar cargos adicionales.

Pero el tema es peor cuando usted muere, o si es el pariente más cercano de alguien que falleció con facturas pendientes o cargos recurrentes de compañías que no consideran el deceso como una razón suficiente para no pagar.

“Ha pasado un año desde que murió mi madre, y las facturas siguen llegando”, se lamentó Andrew Pfeffer, de 63 años. “El tema no para”.

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El residente de Channel Islands Harbour respondió a la columna de la semana pasada sobre el desafío —a menudo muy frustrante— de desenredarse de ciertas relaciones comerciales como membresías en gimnasios, planes de seguro y contratos de cable.

Las renovaciones automáticas de contratos y las cancelaciones difíciles son “una práctica predatoria a la que muchas industrias son adictas por una razón obvia: un flujo mensual de ingresos”, destacó Sally Greenberg, directora ejecutiva de la Liga Nacional de Consumidores.

Aprovecharse de los muertos y sus familias lleva estos problemas a otro nivel.

Pfeffer relató que su madre murió en noviembre de 2019, a los 89 años, después de luchar contra el cáncer. Fue una experiencia terrible para la familia. Poco después las facturas comenzaron a llegar, de proveedores de atención médica, una aseguradora y compañías que no estaban contentas por no tener una tarjeta de crédito a la cual cobrar con tarifas mensuales.

Newsom dijo durante una conferencia de prensa horas antes de firmar la medida que apoyaba desde hace tiempo una prohibición.

Ago. 28, 2020

Los pedidos de dinero en efectivo se hicieron tan persistentes, destacó Pfeffer, que debió imprimir una pila de copias del certificado de defunción de su madre para tenerlos a mano y demostrar que ella ya no estaba entre los vivos. “Algunas empresas luego intentaron ir por la herencia”, relató. “Decían que lamentaban la muerte de mi madre. Y luego enviaban otra factura”.

Según la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés), los familiares más cercanos de un fallecido no son responsables de las deudas restantes. Sin embargo, un acreedor está legalmente autorizado a solicitar el pago de las obligaciones pendientes de los bienes que hayan dejado los muertos, lo cual podría reducir su herencia.

“El patrimonio de la persona fallecida debe esas obligaciones”, remarca la FTC. “Si no hay suficiente dinero en la herencia para cubrir la deuda, normalmente no se paga”.

Sin embargo, tenga en cuenta que podría estar en apuros si firmó conjuntamente para un préstamo (que es algo en lo que debe pensar detenidamente antes de hacer).

La Ley Federal de Prácticas Justas de Cobro de Deudas permite que los cobradores se comuniquen con la familia de un fallecido sobre cualquier dinero adeudado, pero eso es todo. No pueden presionarlo. Además, normalmente no pueden llamar más de una vez.

Observé en la columna de la semana pasada que, si bien las prácticas comerciales desleales son ilegales a nivel federal y estatal, no existe una norma en los libros que diga explícitamente que es ilegal que una empresa haga el proceso de cancelación lo más difícil posible.

El representante Mark Takano (D-Riverside) está tratando de arreglar eso.

Su Ley de Cancelación de Suscripciones prohibiría los llamados acuerdos de opción negativa en línea —contratos que se renuevan automáticamente— “a menos que el acuerdo de opción negativa proporcione al consumidor un mecanismo para cancelarlo de la misma manera y por los mismos medios en los que se estableció el acuerdo”.

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En otras palabras, ya no podría quedar atrapado en un ciclo interminable de cargos recurrentes sin que la empresa le brinde un camino claro para obtener la libertad.

“Si se inscribió en algo en línea, ¿por qué debería llamar al servicio de atención al cliente durante la mitad del día para cancelar su suscripción?”, se preguntó Takano.

Su proyecto de ley “exige que alguien pueda darse de baja de la misma manera en que se registró, y requiere que dé permiso explícito para que se le facture mensualmente, incluso si sin saberlo no observó la letra pequeña que obliga que se suscriba después del período gratuito inicial”.

Una solución sencilla para un problema molesto. Insto a todos los legisladores a respaldarla.

Mientras tanto, sería negligente si no reconociera los correos electrónicos que recibí de los lectores de Los Angeles Times sobre la propia política de cancelación del periódico. “La experiencia más difícil que tuve para cancelar un abono o un servicio fue intentar dar de baja mi suscripción al Los Angeles Times”, afirmó John Ziaukas, residente de Santa Mónica.

“Parece que debería poder cancelar de la misma manera en que me inscribí: en línea, ¿no?”, comentó David Williams, residente de Vista. “No. Debes llamar a un número de teléfono y hablar con un especialista en retención de suscripciones -o cualquier eufemismo que utilicen actualmente para designarlo- y luego luchar para convencerlo”.

Compartí estos sentimientos con Hillary Manning, vocera del periódico. “Los suscriptores de Los Angeles Times, los clientes de entrega a domicilio o solo digitales, pueden llamarnos, enviarnos un correo electrónico o enviarnos una notificación por escrito para solicitar una cancelación, y podemos procesar las cancelaciones sin necesidad de una llamada telefónica”, respondió.

Manning también destacó que un nuevo “centro de suscriptores” en línea, que se espera esté implementado este mes, permitirá “cancelar online, en lugar de tener que enviar un correo electrónico”.

Esa será una gran mejora, aunque descaradamente señalaré que un periódico local es un recurso vital en estos tiempos en los que se desafía la verdad. Avíseme antes de cancelar su suscripción. Déme la oportunidad de convencerlo de que no lo haga.

Ahora bien, volvamos a Pfeffer y sus continuos esfuerzos por defenderse de los buitres que persiguen a su madre fallecida.

Es una situación difícil. Si bien puede ser un lastre para las familias que lidian con tales cosas, los acreedores tienen derecho a solicitar una copia del certificado de defunción antes de abandonar la deuda de una persona fallecida.

Quizá después de que Takano logre la aprobación de su Ley de Cancelación de Suscripciones, podría proponer la creación de una base de datos federal en línea de certificados de defunción emitidos por el estado.

Al igual que con la lista federal No llamar, que exige que los vendedores telefónicos verifiquen las preferencias de los consumidores antes de contactarse por teléfono, un Directorio de Fallecidos serviría como una herramienta única para que los acreedores, cobradores y otros vean si la persona a quien están persiguiendo todavía respira.

Sería un recurso conveniente para las empresas y un alivio muy bienvenido para las familias dolientes.

La muerte de un ser querido ya es bastante difícil de por sí. Un poco de paz de los cobradores de deudas no es pedir demasiado.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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