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OPINIÓN: De socio a mal necesario

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador encabeza la ceremonia con motivo
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador encabeza la ceremonia con motivo del segundo año de asumir la Presidencia del país, en el Palacio Nacional en Ciudad de México, el martes 1 de diciembre de 2020. (AP Foto / Marco Ugarte )
(ASSOCIATED PRESS)
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Al momento de escribir esta nota no se sabe aún el resultado de la visita de Kamala Harris a México. Desafortunadamente no se espera que pase nada importante, lo cual ya es, en sí mismo, una mala noticia. De hecho, la “visita” oficialmente, se reduce a una reunión con AMLO. La apuesta del gobierno mexicano parece ser que, si no nos va mal, nos va bien. Es decir, la expectativa es que no haya efectos negativos. Para un país que es vecino de la mayor economía del mundo es muy poco.

No sé si nos quedamos con el trauma provocado por la relación con Donald Trump, en donde efectivamente el mejor escenario era que no hablara del muro o que no nos impusiera aranceles. La administración de Joe Biden da para mucho más y no se ve hacia dónde va el gobierno mexicano, cuáles son sus objetivos o cuál es su estrategia.

Seguramente, el gobierno mexicano saldrá a decir que la visita fue un éxito y que se dio en un marco de respeto a nuestra soberanía e independencia, y es probable que trate de usarla de distractor de los resultados electorales. Dirá que se abordó el tema migratorio y se reiteró la voluntad de ambos países para atender las causas. ¿Es todo? ¿Esa es la mejor forma de aprovechar la visita de una personalidad política de la importancia e influencia de Kamala Harris, quien muy probablemente algún día será presidenta de Estados Unidos? ¿Es así como aprovechamos la vecindad que representa el 80% de nuestras exportaciones y es nuestra principal fuente de divisas?

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Recientemente, como si estuviera preparando el terreno, el presidente mexicano se ha dedicado a pelear sin sentido con el gobierno de Estados Unidos, por asuntos nimios, que no son prioritarios, ni siquiera importantes para EE.UU y en donde además no le asiste la razón.

Criticó injustificadamente la decisión de la Administración Federal de Aviación estadounidense que degradó de categoría a México por omisiones de su gobierno. Los argumentos son de octava, envolviéndose en un discurso antiimperialista sesentero acusó a Estados Unidos de querer “gobernar al mundo”.

Y ahora está obsesionado con que una agencia del gobierno estadounidense deje de financiar a una organización mexicana con el argumento de que se opone a su gobierno. Ni siquiera las instancias internas que AMLO domina, le dieron la razón.

Todo esto ocurre desde su conferencia matutina, sin demostrar nada, son solo dichos, no se presentan pruebas de que se esté violando la ley estadounidense o mexicana, no se recurre al marco institucional de acuerdos entre los dos países, nada, solo el discurso en la conferencia como respuesta a preguntas a modo de sus empleados disfrazados de reporteros.

En este marco, se suspende la visita que haría Kamala Harris al Senado mexicano con el argumento de que no era el mejor momento para hacer esa visita en medio de pugnas partidistas dos días después de las elecciones. ¿Es en serio? La fecha de las elecciones se conoce desde hace años, la polarización de las fuerzas políticas se sabe desde hace meses. ¿A quien se le ocurrió invitar a la vicepresidenta estadounidense a una visita un día después de las elecciones más polarizadas que ha tenido México? Es casi como de curso propedéutico de la carrera de Relaciones Internacionales. Ni siquiera sabemos cómo va a amanecer el país.

Evidentemente, el presidente mexicano, con este discurso “antigringo” busca fortalecerse internamente en un momento político importante. Su canciller se esmera en demostrarle que es un buen empleado cumpliendo sus instrucciones, aunque carezcan de sentido y lógica y no se inserten en una verdadera política exterior.

México y Estados Unidos no se van a pelear, ambos se necesitan. Solo que en la asimetría de la relación, si no pelear fuera el objetivo, a EE.UU le basta, como ya se demostró en la era Trump con “estatequietos”, y México desperdicia, además, una gran oportunidad de desarrollo.

Pareciera que hemos escogido, por razones que resultan incomprensibles, pasar de ser socios y vecinos a ser un “mal necesario”. Así nos verá nuestro poderoso vecino y así nos tratará.

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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