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Estudio encuentra que la vacuna Moderna es más efectiva que la de Pfizer en la prevención de hospitalizaciones por COVID

Se prepara una dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech contra COVID-19 en una clínica móvil de vacunación en Los Ángeles.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)
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En medio de las preocupaciones persistentes de que la protección ofrecida por las vacunas contra el COVID-19 pueda estar disminuyendo, un informe publicado el viernes por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) encuentra que la vacuna más utilizada en Estados Unidos es significativamente menos efectiva para prevenir casos graves de enfermedades a largo plazo, a diferencia de lo que muchos expertos habían notado.

Los datos recopilados de 18 estados entre marzo y agosto sugieren que el antígeno de Pfizer-BioNTech reduce el riesgo de ser hospitalizado por COVID-19 en un 91% en los primeros cuatro meses después de recibir la segunda dosis. Sin embargo, después de los 120 días, la eficacia se reduce al 77%.

Mientras tanto, la vacuna de Moderna fue 93% efectiva para reducir el riesgo a corto plazo de hospitalización por coronavirus y siguió siendo 92% efectiva después de 120 días.

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En general, el 54% de los estadounidenses completamente inoculados se han vacunado con el antígeno de Pfizer.

Los sorprendentes hallazgos se produjeron cuando un panel asesor de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) recomendó no ofrecer dosis de refuerzo de la vacuna de Pfizer a todos los estadounidenses mayores de 16 años. En una reprimenda contundente, 16 de los 18 expertos indicaron a la agencia que no había reunido datos suficientes para convertir una tercera inyección en la norma.

En largas sesiones informativas para el panel, los representantes de Pfizer señalaron los resultados de los ensayos clínicos con 306 participantes, en su mayoría sanos, para argumentar que un refuerzo “restaura” la tasa de efectividad del antígeno del 95% observada anteriormente en la pandemia.

Los funcionarios de la compañía también promocionaron evidencia de Israel, país que aplicó dosis de refuerzo después de ver un aumento en las hospitalizaciones entre las personas que estaban completamente vacunadas. Esos ingresos a los nosocomios se redujeron drásticamente después de que se administraron las terceras dosis, señalaron científicos israelíes.

Pero los miembros del panel dejaron en claro que, a pesar de la postura agresiva de Pfizer, no había reunido suficiente evidencia de que una tercera inyección fuera segura para los jóvenes y para aquellos con menor riesgo de enfermarse gravemente con COVID-19.

“Necesitamos datos específicos por edad” sobre los beneficios de seguridad y protección de un refuerzo adicional, indicó el Dr. Ofer Levy, miembro del panel que dirige el programa Precision Vaccines en el Boston Children’s Hospital.

La autorización de la FDA para las dosis de refuerzo para todos los mayores de 16 años se consideraría algo “cercano a un mandato”, explicó el Dr. Eric Rubin, miembro del panel y experto en enfermedades infecciosas de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard. A Rubin le preocupaba que tal movimiento pudiera redefinir lo que se necesita para ser considerado completamente inoculado contra el COVID-19.

“Ninguno de nosotros ha alcanzado ese nivel todavía”, señaló.

Pero otros aparentemente sí. El Dr. Anthony Fauci, el principal asesor del presidente Biden en vacunas, se ha pronunciado firmemente a favor de las dosis de refuerzo y señaló antes de la votación del viernes que no aprobar estas inyecciones “sería un error”.

Y a mediados de agosto, el propio Biden sostuvo que su administración comenzaría a poner a disposición las vacunas de refuerzo la semana del 20 de septiembre, para quienes llevaran al menos ocho meses completamente inoculados.

Biden advirtió en ese momento que su plan dependía de la aprobación de la FDA. Pero su anuncio avivó las preocupaciones sobre la intromisión política en un asunto que requería la evaluación sin obstáculos de los científicos.

“Esto debería demostrar al público que los miembros de este comité son independientes de la FDA”, señaló la Dra. Archana Chatterjee, decana de la Escuela de Medicina de Chicago, después de la votación. “De hecho, traemos nuestras voces a la mesa cuando se nos pide que sirvamos en este comité”.

El panel acordó por unanimidad que se debería ofrecer una tercera inyección del antígeno que ahora se vende bajo la marca Comirnaty a grupos selectos: personas de 65 años o más, individuos en riesgo de desarrollar una enfermedad grave y aquellos, incluidos los trabajadores de la salud, cuyas ocupaciones los colocan en alto riesgo de infección.

El Dr. Peter Marks, quien dirige la evaluación de medicamentos y vacunas de la FDA, mencionó a los miembros del panel que la institución podría dar su aprobación a las inyecciones de refuerzo con una autorización de uso de emergencia, un paso regulatorio que no alcanza la aprobación total que Pfizer había buscado.

La compañía no emitió un comunicado el viernes en respuesta a la votación del panel.

Los investigadores en Estados Unidos han estado advirtiendo durante meses que la inmunidad proporcionada por las vacunas contra el COVID-19 podría estar disminuyendo. Los CDC informaron que, a fines de julio, cerca de las tres cuartas partes de las 469 personas afectadas por un brote en Massachusetts estaban completamente inoculadas. Y la institución ha iniciado varios estudios destinados a detectar cambios en la efectividad del antígeno en los trabajadores de la salud y otros que fueron vacunados temprano.

Pero prácticamente todas esas infecciones parecían ser leves. Y los funcionarios de salud ansiosos por inducir a los escépticos de las vacunas a acercarse a aplicársela, incluidos Fauci y la Dra. Rochelle Walensky, directora de los CDC, han elogiado repetidamente los antígenos por mantener a la mayoría de las personas completamente inoculadas fuera de los hospitales.

El nuevo informe sobre la disminución de la eficacia de la vacuna desafía esa expectativa.

Investigadores de todo el país encontraron diferencias sorprendentes entre dos vacunas de ARNm que durante mucho tiempo se pensó que eran intercambiables.

Cuando el antígeno de Moderna recibió la autorización de uso de emergencia en diciembre, la compañía informó que 30 personas en su ensayo clínico desarrollaron casos graves de COVID-19, incluidas nueve que requirieron hospitalización. Los 30 pacientes estaban en el grupo de placebo, lo que resultó en una eficacia de la vacuna contra la enfermedad grave del 100%.

Diez personas en el ensayo clínico inicial de Pfizer desarrollaron casos graves por el coronavirus. Nueve de ellos estaban en el grupo de placebo, incluidos siete que fueron hospitalizados, lo que resultó en una eficacia del antígeno contra la enfermedad grave del 88.9%.

Una vez que las vacunas de Moderna y Pfizer se lanzaron al público, sus registros de prevención de hospitalizaciones por COVID-19 en los primeros cuatro meses fueron muy similares: 93% y 91% de efectividad, respectivamente. Pero el grado de protección divergió después de eso.

Cuando se centraron específicamente en el período de 120 días después de la segunda dosis, los autores del estudio encontraron que el antígeno de Moderna seguía siendo 92% efectivo para prevenir las hospitalizaciones por COVID-19. Pero la cifra equivalente para la vacuna de Pfizer fue del 77%.

Los resultados se publicaron en el Informe Semanal de Morbilidad y Mortalidad de los CDC.

Tanto los antígenos de Pfizer como de Moderna se basan en la tecnología de ARNm, que envía instrucciones temporales a las células musculares del cuerpo que le ayudan a aprender a reconocer la proteína de pico, una parte clave de la estructura del coronavirus. Pero, “en realidad, no son necesariamente intercambiables”, indicó el Dr. Timothy Brewer, profesor de medicina y epidemiología en UCLA.

Vials of Pfizer-BioNTech COVID-19 sit on a tray at a vaccination clinic.
Viales de la vacuna contra COVID-19 de Pfizer-BioNTech en una bandeja de una clínica de vacunación masiva en Ontario, California.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

Cada vacuna se formula y administra de manera diferente, explicó Brewer, y esas diferencias podrían afectar la fuerza y la duración de la protección de los dos antígenos.

La inyección de Moderna contiene 100 microgramos de antígeno, más de tres veces los 30 microgramos de la inyección de Pfizer. Y las dos dosis de Pfizer se administran con tres semanas de diferencia, mientras que el régimen de dos inyecciones de Moderna se aplica con un intervalo de cuatro semanas.

Brewer también señaló la evidencia de que la vacuna de Moderna parecía provocar niveles más altos de un anticuerpo clave, en comparación con el antígeno de Pfizer.

“Sabemos por otros estudios que los niveles de anticuerpos neutralizantes se deteriorarán con el tiempo, por lo que comenzar con un nivel más alto de anticuerpos significará que tendrá que avanzar más para que se deteriore hasta un punto en el que la eficacia disminuya”, expuso.

El Dr. Robert Murphy, quien dirige el Instituto de Salud Global de la Universidad Northwestern, detalló que la protección reducida de la vacuna de Pfizer contra enfermedades graves puede impulsar el caso de las dosis de refuerzo para todos los que recibieron la vacuna, no solo para los grupos específicos identificados por el panel asesor de la FDA.

“Según los datos que he visto, las personas que recibieron el antígeno de Pfizer se beneficiarían de una dosis de refuerzo en este momento”, subrayó. “No veo por qué tenemos que esperar hasta que los más jóvenes se enfermen y sean hospitalizados”.

Pero el Dr. Arnold Monto, quien preside el panel asesor de la FDA, aplaudió la voluntad de la institución para retener un llamado enérgico a los refuerzos hasta que se pueda presentar un caso más contundente. Y sugirió que, a medida que se acumulan más pruebas, las dosis de refuerzo para todos podrían recibir el visto bueno.

“Esa es la belleza de la autorización de uso de emergencia”, señaló Monto, epidemiólogo de la Universidad de Michigan. “Se puede modificar en función de los datos cambiantes”.

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