Legisladores regresan a Washington entre negociaciones para un acuerdo de seguridad fronteriza
A medida que avanza el diálogo, la Casa Blanca ha intentado proteger los permisos condicionales humanitarios, los cuales ha utilizado para permitir que 30.000 personas procedentes de Venezuela, Nicaragua, Cuba y Haití ingresen cada mes a Estados Unidos, siempre que cuenten con un patrocinador financiero y lleguen al país por vía aérea.
WASHINGTON — Negociadores del Senado intentan concretar esta semana una propuesta bipartidista de seguridad fronteriza que pueda destrabar el apoyo de los senadores republicanos a un paquete de asistencia para Ucrania. Pero a medida que los legisladores regresan a Washington, algunos miembros conservadores de la Cámara de Representantes tratan de interponer sus propias exigencias de línea dura en materia de inmigración.
Los negociadores del Senado se reunieron la mañana del lunes mientras trabajan a toda prisa para finalizar el texto legislativo. Tenían la esperanza de presentar esta semana los detalles de una iniciativa bipartidista enfocada en reducir el número de migrantes que se dirigen a la frontera sur del país para solicitar asilo en Estados Unidos. El pequeño grupo de senadores ha estado trabajando durante meses en el proyecto de ley, después de que los republicanos insistieron en vincular los cambios en las políticas fronterizas con los fondos suplementarios para Ucrania. Pero aún había desacuerdos.
“En este momento tengo más esperanzas, incluso más que hace unos días, de que podemos lograr algo significativo en la frontera y aprobar el suplementario”, dijo el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, durante un discurso el lunes. “De cualquier forma, no será fácil llegar a la meta”.
El gobierno del presidente Joe Biden también ha estado involucrado directamente en las negociaciones, ya que el mandatario intenta obtener tanto el apoyo para una de sus principales prioridades en política exterior — financiar la defensa de Ucrania contra Rusia — como demostrar acción en torno a una posible debilidad política: su manejo de la cifra sin precedentes de solicitantes de asilo en la frontera sur de Estados Unidos.
Biden ha enfrentado una firme oposición de los conservadores a su solicitud de 110.000 millones de dólares para un paquete de asistencia para Ucrania e Israel, así como para otras prioridades de seguridad nacional. En el Senado, los republicanos han exigido que el paquete se vincule a cambios en la seguridad fronteriza.
“Hay mucho en juego aquí”, dijo el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell. “Tenemos la oportunidad de lograr el avance más significativo en materia de seguridad fronteriza en una generación”.
Pero en la Cámara de Representantes, los conservadores han criticado toda propuesta que no incluya las estrictas medidas fronterizas que aprobaron de modo partidista el año pasado. Y algunos miembros de la cámara baja leales a Donald Trump, el expresidente y actual puntero en la contienda republicana a la presidencia, han insinuado que no respaldarían ninguna propuesta bipartidista — sin importar lo que contenga — si eso significa darle a Biden una iniciativa fronteriza que pueda firmar en un año electoral.
El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y otros 60 representantes republicanos visitaron una ciudad fronteriza de Texas la semana pasada para impulsar su causa de que la propuesta fronteriza debe ser similar a lo que la cámara baja ya había aprobado. Johnson dijo que su viaje únicamente aumentó su determinación para que se incluyan cambios en las políticas fronterizas en los fondos para Ucrania, y calificó la iniciativa de la Cámara de Representantes como un “ingrediente necesario”.
Durante el fin de semana, los líderes en el Congreso llegaron a un acuerdo por separado en relación a las cifras generales de gastos para el año fiscal en curso, con la intención de aprobar una iniciativa que evite un cierre parcial del gobierno en menos de dos semanas. Pero no mencionaron las políticas fronterizas ni la asistencia para Ucrania, y algunos representantes conservadores han presionado para que se use la posibilidad de un cierre de gobierno como forma de presión en las negociaciones sobre la frontera.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, dijo el lunes a los reporteros a bordo del avión presidencial que los republicanos deben “dejar de amenazar con cerrar el gobierno y cumplir su responsabilidad básica de financiar prioridades críticas a nivel local y de seguridad nacional, incluidas las solicitudes suplementarias del presidente. Es momento de que actúen”.
La Casa Blanca ha presionado continuamente al Congreso para que apruebe la asistencia suplementaria para Ucrania, advirtiendo que el país no puede enviar más cantidades significativas de equipo militar sin su aprobación. Una falta de respaldo de Estados Unidos mermaría drásticamente las defensas de Ucrania y debilitaría a su gobierno.
Johnson ha indicado que febrero podría ser el plazo para aprobar el financiamiento para Ucrania, asegurando que el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy le dijo durante su gira a Washington del mes pasado que era entonces que se necesitarían los fondos.
En el Senado, donde se ha intentado concretar un pacto bipartidista, incluso el principal negociador republicano, el senador James Lankford, ha reconocido que el acuerdo final no incluirá todas las prioridades de los conservadores.
“Siempre estamos concentrados en lo que se necesitaría para que un proyecto de ley sea aprobado por la Cámara de Representantes, el Senado, y obtenga la firma del presidente”, dijo la senadora Krysten Sinema, una independiente por Arizona que ha sido parte fundamental de las negociaciones.
A medida que avanza el diálogo, la Casa Blanca ha intentado proteger los permisos condicionales humanitarios, los cuales ha utilizado para permitir que 30.000 personas procedentes de Venezuela, Nicaragua, Cuba y Haití ingresen cada mes a Estados Unidos, siempre que cuenten con un patrocinador financiero y lleguen al país por vía aérea.
Los negociadores también han estado discutiendo la manera de implementar una nueva serie de medidas de protección fronteriza, muchas de las cuales son similares a las que buscó adoptar el gobierno de Trump, y las cuales se activarían una vez que se alcance cierto umbral de cruces diarios de inmigrantes. Definir el umbral ha sido particularmente complicado, según personas al tanto de las negociaciones y que hablaron bajo condición de anonimato.
“Sin lugar a dudas estamos reduciendo los problemas”, dijo el senador Chris Murphy, quien ha sido el principal negociador demócrata. “Tenemos la esperanza de que tendremos algo para presentarle pronto a nuestros colegas”.
El próximo paquete también enfrenta críticas de la izquierda, pues algunos legisladores progresistas e hispanos han expresado sus preocupaciones sobre cambios de política que restrinjan los derechos de los migrantes a solicitar asilo, el cual ofrece protecciones contra la persecución en sus países de origen. Los defensores de los inmigrantes que critican la propuesta planean llevar a cabo un mitin en Washington esta semana.
A medida que los senadores se preparan para abordar un tema en el que el Congreso no ha podido actuar durante décadas, el segundo demócrata de mayor rango, Dick Durbin, dijo que aún estaba esperando a ver el resultado de las negociaciones y expresó preocupación en cuanto a restringir los permisos condicionales humanitarios en materia migratoria. Distintos presidentes han utilizado dicha autoridad durante décadas para brindar ayuda urgente a las personas que huyen de conflictos armados.
“Desconozco cuál será el producto final, y espero que pueda darle mi apoyo al proyecto de ley. Pero este proceso debió llevarse a cabo hace mucho, mucho tiempo”, dijo Durbin en un discurso ante el pleno del Senado.
Concluyó diciendo que esperaba que la negociación en el Senado “nos lleve en dirección hacia un proceso ordenado en nuestra frontera, que no esté abrumada por números insostenibles”.
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