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¿Deberían los activistas ayudar a los migrantes en el desierto o dejar su destino a la Patrulla Fronteriza?

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Cuatro mujeres jóvenes, voluntarias de un grupo local de ayuda a migrantes, comparecieron ante un juez federal para recibir una sentencia en Tucson la semana pasada. Su crimen: dejar jarras de agua, alimentos y otros suministros en un desierto desolado a 130 millas al oeste para proteger las vidas de los migrantes que cruzan ilegalmente la frontera con México.

En enero, las cuatro integrantes de No More Deaths fueron condenadas por entrar sin permiso en el extenso Refugio Nacional de Vida Silvestre Cabeza Prieta. Cada una enfrentaba hasta seis meses de prisión y una multa de $ 5.000. En cambio, después de una larga audiencia, recibieron sentencias relativamente menores de 15 meses de libertad condicional no supervisada y una multa de $ 250.

El caso plantea importantes interrogantes sobre si la Patrulla Fronteriza brinda a los migrantes en peligro asistencia suficiente cuando la Administración Trump realiza todos los esfuerzos posibles para evitar que los solicitantes de asilo lleguen a los cruces fronterizos.

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El abogado de la mujer, Chris Dupont, le dijo al juez que sólo estaban tratando de llenar un vacío humanitario dejado por la Patrulla Fronteriza, que Dupont dijo no hace lo suficiente para salvar a los migrantes en peligro. No hay servicio de telefonía celular en gran parte de Cabeza Prieta, y las torres de rescate de la Patrulla Fronteriza están a miles de millas cuadradas de distancia y son particularmente difíciles de ver durante el día, dijo. Entre 2001 y 2018, se encontraron restos de 137 personas en el corredor del desierto, según el médico forense del condado de Pima.

“Es por eso que van hasta ahí: para ayudar y salvar a la gente de esa manera”, dijo Dupont en la sala de audiencias repleta de simpatizantes. “La gente sigue sufriendo y muriendo en el desierto”.

La fiscal federal Anna Wright respondió que los voluntarios permitían a los contrabandistas de personas delinquir. Dijo que la ayuda humanitaria debe dejarse en manos de la Patrulla Fronteriza, que creó una red de 34 puestos de rescate en el sector de Tucson que incluye a Cabeza Prieta. Estos lugares ayudan a salvar vidas, dijo, porque los migrantes reciben la ayuda cuando se entregan o son atrapados.

Antes de sentenciar a los voluntarios, el juez magistrado de Estados Unidos, Bernardo Velasco, dijo aunque sus esfuerzos “sin embargo son loables”, han violado la ley y el caso necesitaba enviar ese mensaje. “Espero que no lo vuelvan a hacer”, dijo el juez.

Los acusados parecían liberados, y los partidarios en la galería sonrieron.

Más tarde, los fiscales emitieron una declaración en la que decían que tenían la intención de seguir acusando a quienes cometen delitos similares.

En las últimas semanas, los agentes de la Patrulla Fronteriza han informado sobre cientos de niños migrantes y familias que buscan asilo en cruces remotos del desierto en Arizona, Nuevo México y Texas. En las últimas semanas, los agentes en el área de Cabeza Prieta vieron cómo un grupo de 325 inmigrantes se entregaban. En toda la frontera, 76.103 migrantes fueron detenidos el mes pasado, un récord en 12 años, 42.999 de ellos familias y niños.

Desde que las mujeres y otros cinco voluntarios de No More Deaths fueron acusados el año pasado, los simpatizantes habían montado una campaña de asistencia legal para defender al grupo, apodado “Cabeza 9”, y publicaron carteles en la ciudad con la leyenda: “La ayuda humanitaria no es un crimen. Retire los cargos”. El día de la sentencia, pagaron un anuncio de página completa en el Arizona Daily Star firmado por cientos de otros grupos de ayuda de todo el país que decían: “Apoyamos ‘No más muertes’”.

Los abogados de las mujeres insistieron en que el método de la Patrulla Fronteriza de proporcionar ayuda había fracasado, y que los cargos criminales eran represalias luego de que el grupo publicara videos que mostraban a agentes fronterizos destruyendo jarras de agua y otros suministros que habían dejado en el desierto.

No More Deaths ha atraído voluntarios de todo el país desde su fundación en 2004. Cuenta con ocho empleados y hasta 60 voluntarios regulares.

John Fife, un ministro presbiteriano retirado, ayudó a fundar el grupo después de participar activamente en el movimiento santuario en la década de 1980. En ese entonces, él y otros voluntarios acompañaron a migrantes centroamericanos que huían de los escuadrones de la muerte a través de los desiertos del norte de México hasta la frontera.

En 1986, Fife y otros siete voluntarios, que fueron condenados por violar las leyes federales de inmigración a cinco años de libertad condicional, continuaron ayudando a los migrantes.

“Tenemos todo el derecho legal de proporcionar ayuda humanitaria en un desastre humano, como las miles de muertes ocurridas aquí en el desierto de Sonora”, dijo Fife, quien se ha ofrecido como voluntario con algunos de los acusados recientemente.

Durante años, los voluntarios de No More Deaths sintieron que tenían un acuerdo con la Patrulla Fronteriza. Los agentes rara vez los detenían. Eso cambió después de que se eligió al presidente Trump, dijeron los voluntarios.

Los agentes comenzaron a detenerlos regularmente en Cabeza Prieta, una reserva escarpada de 860.000 acres que incluye 56 millas de frontera al lado del Monumento Nacional Organ Pipe Cactus. Como resultado, las tensiones aumentaron.

“La relación de No More Deaths con la Patrulla Fronteriza nunca ha sido completamente pacífica”, dijo el voluntario Parker Deighan, de 28 años, de Tucson. “Pero definitivamente hemos visto que ha aumentado en los últimos años”.

En junio de 2017, los agentes allanaron una estación de ayuda a migrantes ‘No More Deaths’ en el desierto. Más tarde ese verano, un oficial del Departamento de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU detuvo a cuatro voluntarios: Natalie Hoffman, de 23 años, de Tucson; Oona Holcomb, 39, de St. Paul, Minn.; Madeline Huse, 23, de Bellingham, Washington; y Zaachila Orozco-McCormick, 21, de Seattle. En diciembre, fueron acusados como parte del grupo ‘Cabeza 9’.

Deighan y otros cuatro voluntarios fueron acusados por separado después de intentar ayudar a tres migrantes. Dos de los migrantes fueron detenidos más tarde, dijo. Uno nunca fue encontrado.

El 17 de enero de 2018, No More Deaths publicó un informe que alegaba que la Patrulla Fronteriza había interferido con su trabajo y videos que mostraban a los agentes de la Patrulla Fronteriza destruyendo los suministros que habían dejado para los migrantes. Horas más tarde, los agentes llegaron a las instalaciones del grupo cerca de Cabeza Prieta, detuvieron a cuatro migrantes y acusaron al voluntario Scott Warren de albergarlos y de conspiración. Programado para ser juzgado en mayo, Warren enfrenta hasta 20 años de prisión si es declarado culpable.

Los primeros cuatro voluntarios de Cabeza 9 fueron condenados en enero por ingresar al refugio sin permiso y abandono de propiedad (jarras de agua y frijoles). Recientemente, a los otros cinco voluntarios de Cabeza 9, incluido Deighan, les redujeron sus cargos a infracciones civiles y pagaron multas de $ 250.

Cuando los voluntarios salieron de la sala de audiencias la semana pasada, los partidarios aplaudieron. Una vez afuera, marcharon a través del centro de la ciudad levantando jarras de agua vacías y letreros que decían “Refugio Nacional de Vida Silvestre Cabeza Prieta

Y fosa común”. Los organizadores de No More Deaths dijeron que en lugar de disuadir a los voluntarios, por el caso de Cabeza 9, han aumentado su compromiso para ayudar a los migrantes.

La voluntaria Paige Corich-Klein, de 28 años y residente de Tucson, dijo que el grupo ha presionado a la Patrulla Fronteriza para que divulgue información que muestre que los sitios de rescate funcionan, para poder mejorarlas y salvar a los migrantes.

“Queremos que estén lo más seguros posible para que no mueran”, dijo Corich-Klein.

El pasado lunes, una zona de rescate en el Valle de Growler, cerca del Camino del Diablo de Cabeza Prieta, tenía jarras de agua colocados en la parte superior de su base, una señal de que los voluntarios todavía están activos en el área.

Eso no es lo que el agente de la Patrulla Fronteriza, Dan Hernández, hubiera querido.

Mientras Hernández conducía por las colinas hacia el lado sur del refugio que limita con México, media docena de migrantes activaron una alerta y fueron detenidos, una hora después, otro migrante activó una más, un tercer grupo de migrantes, tres padres de Guatemala, cada uno con un hijo, se entregaron a los agentes a unos cien pies de una cerca de metal a la altura de la frontera. Con destino a Florida y Texas, habían pagado a un contrabandista de personas $ 200 para llevarlos al cruce del desierto, a donde llegaron sin suministros.

El año pasado, las 34 torres de rescate en el sector de Tucson que incluyen Cabeza Prieta ayudaron a los agentes a localizar a 138 migrantes, menos que en años anteriores, dijo Hernández.

Siete de ellos están equipados con teléfonos satelitales que los migrantes pueden usar para comunicarse con la Patrulla Fronteriza. El resto, estacionado en lugares sin señales satelitales claras, tiene botones rojos que los migrantes presionan para alertar a la agencia. También están equipados con cámaras infrarrojas de día y de noche que los agentes usan para evaluar la condición de los migrantes. Si parecen estar gravemente enfermos, dijo Hernández, un agente paramédico puede ser enviado en helicóptero para tratarlos.

Las torres de 30 pies cuestan alrededor de $ 3.000 y son móviles. Están equipadas con reflectores que brillan durante el día y se iluminan en azul durante la noche, una señal que Hernández dijo, es sólo visible hasta llegar a 10 millas de distancia. (Los voluntarios de No More Deaths insisten en que algunas torres no son visibles a más de 1.500 pies de distancia). Los agentes revisan las torres diariamente, están agregando luces más brillantes y construyendo las nuevas torres 10 pies más altas para hacerlas más visibles, dijo Hernández.

Dijo que los videos de No More deaths publicados donde se ve a agentes tirando el agua afectó a la agencia. Si los agentes descubren suministros dejados por voluntarios, dijo, saben que no pueden tocarlos. Sin embargo, agregó, que la ayuda “envía el mensaje equivocado: el de continúa tu viaje”.

“Derrota el propósito de las torres de rescate”, dijo Hernández. “... Queremos que presionen ese botón y terminen su viaje. No queremos que tomen una jarra y caminen hasta su muerte”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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