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Los haitianos en Tijuana son vistos como migrantes ejemplares

Theresa Moise, who is from Haiti, serves Kesmer Mollisoint, also from Haiti, a plate of Haitian food at the Labadee restaurant where Moise works as a cook in Tijuana, Mexico on Wednesday.
(Hayne Palmour IV / San Diego Union-Tribune)
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SAN DIEGO UNION-TRIBUNE

Julio Viaje, de 30 años, hace unos días almorzó en un restaurante haitiano en Tijuana, viendo un partido de futbol europeo con amigos mientras esperaba que diera la hora para su turno como barman.

Viaje, uno de los más de 3 mil migrantes haitianos que viven en Tijuana, trabaja en el exclusivo restaurante Los Arcos. Hace dos años, cuando llegó a la frontera mexicana trabajó en la construcción y tuvo que dormir en un refugio para migrantes. Hoy en día renta su propio departamento.

Desde noviembre que llegaron a Tijuana más de 6 mil migrantes centroamericanos, los residentes y políticos de la ciudad han elogiado a la comunidad haitiana por ser un ejemplo de cómo integrarse a la vida en México.

Durante una conferencia de prensa, el alcalde de Tijuana Juan Manuel Gastélum dijo que los haitianos llegaron de manera ordenada y con una visión clara. Consiguieron trabajo y no causaron ningún problema.

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“Me enorgullece que los mexicanos hablen bien de nosotros”, opinó Viaje. “Trabajamos muy duro”.

Su consejo a los migrantes centroamericanos es que consigan trabajo.

“Si vienen a trabajar, les va a ir bien”, señaló. “Pero, si no quieren trabajar van a sufrir. ¿Cómo van a comprar comida? La gente no los va a apoyar para siempre”.

Los migrantes haitianos en Tijuana han conseguido empleos como vendedores ambulantes, cocineros, guardias de seguridad, mecánicos, dueños de negocios o trabajadores de maquiladoras.

De acuerdo con entrevistas a varios migrantes y residentes de Tijuana que colaboran con esa comunidad, algunos de los haitianos se han inscrito en programas universitarios, otros se han casado con residentes de Tijuana y algunos más han adquirido la ciudadanía mexicana.

Jeff Kenson abrió una peluquería en Tijuana hace unos 20 meses. Sus clientes son tanto mexicanos como haitianos.

“Me hace feliz ver a los haitianos con autos y casas”, comentó Kenson, de 29 años.

Una de las grandes diferencias entre los migrantes haitianos y la caravana centroamericana es que la primera traía dinero cuando llegaron a Tijuana en 2016. Muchos trabajaron en la construcción edificando estadios para la Copa Mundial de Brasil, pero tuvieron que dejar ese país cuando la economía colapsó.

Kenson era dueño de su propia peluquería en Brasil. Originalmente vio a Tijuana como una parada en su camino hacia Estados Unidos, pero decidió quedarse cuando pensó que tal vez Estados Unidos lo deportaría de regreso a Haití.

Aunque hay varias historias de éxito entre la comunidad haitiana de Tijuana, no siempre es así.

Privert Prophete, un trabajador de la construcción, de 52 años, batalla para hacer que su presupuesto alcance. Ninguno de sus amigos ha comprado un auto o una casa en Tijuana.

Actualmente tiene un permiso mexicano de trabajo a través de una visa humanitaria y tiene esperanza de ser elegible para una visa de residente dentro de dos años. Eso le permitirá traer desde Haití a Tijuana a su familia: una esposa y tres hijos.

“Aquí estoy solo”, explicó. “Si me enfermo, no tengo a nadie. Si me muero, moriría solo”.

La asimilación de los haitianos a Tijuana no siempre ha sido una transición suave. Un grupo de 11 personas formaron la Asociación de Defensa para Migrantes Haitianos hace un año, para ayudar a las personas a navegar por diferentes procesos burocráticos.

Más de 500 personas se han unido desde entonces, dijo Philocles Julda de 44 años, uno de los miembros fundadores.

“Pensamos que de no unirnos, habría cosas que no íbamos a poder hacer”, indicó.

Al principio la asociación ayudó a los migrantes a obtener documentos y permisos de trabajo, pero el proceso no siempre fue fácil. Julda dijo que lleva ocho meses sin permiso de trabajo debido a los obstáculos burocráticos y la falta de documentos.

Más recientemente, han ayudado a mujeres embarazadas a que consigan acceso en los hospitales locales, señaló Julda.

La mayoría de los haitianos en Tijuana preferirían volver a casa, pero saben que no hay trabajo allá, así que hacen lo mejor que pueden con lo que tienen en México, agregó.

“Ganamos lo suficiente para vivir”, dijo. “Es mejor que no tener nada. Es por eso que la gente se quedó aquí”.

De acuerdo con el pastor Gustavo Banda, unos 70 migrantes haitianos viven en un refugio administrado por la iglesia El Templo Embajador.

Banda dijo que la mayoría de ellos tienen permisos de trabajo y que varios planean obtener sus visas de residencia tan pronto como sean elegibles para poder traer a sus familias a Tijuana.

Banda atribuye el éxito de la comunidad haitiana a su religión y agrega que deberían ser un ejemplo para todos.

“Ellos tienen principios cristianos y eso les ayudó a comportarse de una manera más organizada”, señaló. “No he visto a ninguno de ellos fumando marihuana o bebiendo en público”.

La forma en que los haitianos viven en Tijuana se ha difundido por todo Latinoamérica. Eva Auguste, de 24 años, se mudó a Tijuana procedente de Venezuela hace tres meses.

Su plan era cruzar a Estados Unidos, pero cuando eso no funcionó decidió quedarse. Gana unos 70 dólares a la semana trenzando cabello.

“El mundo entero quiere migrar a Estados Unidos”, dijo. “Pero si no puedo ir, entonces puedo quedarme aquí. Esto está mejor que en Venezuela”.

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