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Los migrantes contemplan cruces peligrosos a pesar de las muertes en la frontera

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| MATAMOROS, MÉXICO

Algunas familias migrantes contemplaron este fin de semana cruzar a nado el Río Grande desde México para buscar asilo en EE.UU a pesar de varias muertes recientes por ahogamiento.

La migrante cubana Viviana Martínez estaba considerando el peligroso cruce con su esposo y su hijo de un año. Está embarazada de cinco meses y ha estado en la ciudad fronteriza de Matamoros esperando para cruzar la frontera legalmente a Texas por más de dos semanas.

Martínez, de 30 años, está preocupada por la salud y seguridad de su familia. Había otros 160 solicitantes de asilo en la lista de espera para cruzar la frontera, y sólo a unos pocos se les había permitido pasar desde que ella llegó. Algunas familias habían esperado dos meses.

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“Estamos tan desesperados que pienso cruzar por el río”, dijo Martínez el sábado.

Los defensores de los migrantes, mientras tanto, realizaron vigilias el domingo por seis que murieron tratando de cruzar el río la semana pasada, incluyendo un padre salvadoreño y su hija pequeña encontrados en Matamoros.

Congresistas y aspirantes presidenciales demócratas también visitaron la frontera para exigir a la administración Trump que detenga el bloqueo que ha puesto a los solicitantes de asilo para que no entren a Estados Unidos y que se ocupen además de las miserables condiciones en las zonas de espera de los migrantes.

Una docena de niños han muerto cruzando la frontera México-Estados Unidos este año, más que en cualquier otro año desde al menos 2014, según la Organización Internacional para las Migraciones. Las muertes se produjeron en medio de un aumento de la migración en la frontera sur de Estados Unidos: casi 600.000 migrantes desde octubre, entre ellos 144.000 el mes pasado, la cifra más alta de los últimos 13 años que ha provocado el hacinamiento en las zonas fronterizas y en los refugios.

En Matamoros, las autoridades mexicanas mantienen una controvertida lista de solicitantes de asilo que se ha extendido a más de 2.500. Más de 100 personas esperaban en el puente fronterizo de Brownsville, Texas, el domingo, algunas de las cuales habían conocido a Oscar Martínez Ramírez, el padre salvadoreño de 25 años que se ahogó con su hija Valeria hace una semana (su esposa sobrevivió y ha regresado a El Salvador). Una foto de sus cuerpos en el río provocó la indignación internacional, y la noticia de sus muertes asustó a algunos migrantes que intentaban cruzar el Río Grande.

La migrante venezolana, Nivea Arias, dijo que ella y su familia le suplicaron a Martínez que no lo intentara, pero él dijo que no podía esperar a cruzar el puente legalmente y que iba a entrar por un sendero que lo llevaría al río.

“Es difícil esperar aquí, ¿pero arriesgar la vida? No”, dijo Arias, de 53 años, quien ha esperado en el puente desde el miércoles pasado con su hijo adulto, su hija y su nieta de 4 años.

Dijo que las muertes de los migrantes “fueron como un mensaje: No vayas por el río”.

El domingo a última hora, las autoridades mexicanas permitieron que Viviana Martínez y su familia cruzaran la frontera y solicitaran asilo en Estados Unidos, junto con otra familia de tres personas, lo que les dio a los que esperaban algo de esperanza.

“Pero todos los días viene gente nueva” y se une a la lista, dijo Mireyda Mendoza, de 30 años, quien estaba esperando con su esposo y su hijo de 11 años.

El domingo, el ex representante de Texas, Beto O’Rourke, se reunió con familias centroamericanas solicitantes de asilo en un refugio para migrantes en Juárez, al otro lado de la frontera de su natal El Paso, donde habían sido devueltos para esperar sus casos de inmigración bajo el programa “Permanecer en México” de Trump.

Bajo este programa, los migrantes que solicitan asilo en la frontera de Estados Unidos son devueltos a México a medida que sus casos son juzgados, un proceso que puede tomar meses o incluso años.

Entre los que hablaron con O’Rourke se encontraba una salvadoreña de 19 años quien dijo que los funcionarios estadounidenses en la frontera la separaron de sus padres y hermanos menores, a quienes se les permitió viajar a Los Ángeles mientras ella regresaba a Juárez para esperar varios meses mientras se tramitaba su caso de inmigración en Estados Unidos. Otra mujer dijo que huyó de Honduras después de que los atacantes trataron de secuestrarla, viajaron en un tren con su hija de 10 años a la frontera, fueron devueltos a México hace cuatro meses y están esperando su próxima audiencia en la corte de inmigración de Estados Unidos en septiembre.

“Esperamos, que al compartir estas historias, la conciencia de nuestro país se despierte ahora mismo, y se vea la necesidad de cambiar las políticas que tenemos en vigor”, dijo O’Rourke después de hablar con las mujeres en español.

O’Rourke más tarde realizó una manifestación frente a una estación de la Patrulla Fronteriza en Clint, Texas, donde los defensores de los derechos humanos se reunieron para informar que vieron a cientos de niños migrantes enfermos recluidos sin una supervisión adulta adecuada, ni alimentos, ni artículos de higiene.

El sábado, el representante Will Hurd (R-Texas), que representa a la zona, recorrió las instalaciones de Clint y dijo a los periodistas que no veía señales de que los migrantes fueran maltratados, pero que los niños no debían ser alojados en espacios no diseñados para ellos.

El candidato presidencial Julián Castro, ex alcalde de San Antonio y ex secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, se reunió con defensores de los inmigrantes de El Paso en un refugio local antes de detenerse en las instalaciones de Clint, que su hermano, el representante Joaquín Castro (demócrata de Texas), tiene previsto visitar el lunes con otros miembros del Caucus Hispano del Congreso.

“Los niños viven en condiciones terribles, muchos de ellos hacinados en la misma habitación”, dijo Julián Castro mientras estaba de pie fuera de la estación.

En el Valle de Río Grande de Texas, los defensores realizaron dos vigilias el domingo por la noche para recordar a los migrantes que murieron al intentar cruzar el Río Grande.

Terry Sprague de Hillsborough, California, asistió a la vigilia en McAllen con otras 100 personas después de entregar donaciones a los migrantes con voluntarios de Bay Area Border Relief. Sprague dijo que vio a los niños liberados de la custodia de la Patrulla Fronteriza sin zapatos y desanimados.

“Los maltratamos después de que hacen este largo viaje”, dijo mientras una fila de varias docenas de familias migrantes pasaban la vigilia en su camino a una estación de autobuses cercana.

Además de Oscar Martínez Ramírez y su hija, los cuerpos de cuatro migrantes guatemaltecos fueron encontrados el 23 de junio en las orillas del río cerca de Mission, Texas.

Briseida Liseth Chicas Pérez, de 20 años, había cruzado el río con su hijo Denilson, de 1 año de edad, y otros dos bebés pero luego sufrió de una severa deshidratación y murió. Un sacerdote local, el padre Roy Snipes, fue convocado para bendecir a los cuatro en sus bolsas de cadáveres antes de que fueran devueltos a Guatemala, y más tarde celebró la Misa en su honor. Después, dos docenas de fieles lanzaron coronas con los nombres de los migrantes guatemaltecos, Martínez y su hija, en el Río Grande cerca de donde murieron.

Candy Martínez, de 49 años, vive cerca y dijo que le conmovieron las muertes de niños tan pequeños, todos menores de 3 años, y de sus padres.

“¿Qué tan desesperados deben estar para haber llegado a ese extremo?”, dijo ella.

El sábado, en un refugio de la cercana McAllen, la nicaragüense Alma Lira y su hijo Jaime, de 7 años de edad, esperaron en la fila para recibir alimentos y artículos de aseo junto a otros 250 migrantes recién liberados después de cruzar el río.

Habían venido a reunirse con el esposo de Lira, quien emigró el año pasado y se estableció en Miami. Lira, de 34 años, dijo que la semana pasada cruzó el río con un contrabandista y otros cuatro migrantes a pesar de que ninguno de ellos sabía nadar, pero improvisaron, remando con seguridad, dijo.

Más tarde se enteró de las seis muertes recientes de migrantes.

“No pensamos que estamos haciendo algo malo”, dijo Lira mientras se preparaba para tomar un autobús a Miami el domingo. “Creemos que estamos haciendo lo mejor para ellos (sus hijos)”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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