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En ‘Knock Knock’, Keanu Reeves cae en manos de dos hermosas latinas... y le va muy mal

OK, para que el asunto quede claro, las chicas que coprotagonizan el nuevo ‘thriller’ “Knock Knock” -desde hoy en salas de cine y en VOD- al lado del conocido Keanu Reeves, y que interpretan aquí a unas mujeres que lo seducen y cobran luego “venganza” porque el pobre tipo estaba casado cuando tuvo un trío con ellas en su propia casa, no hacen de latinoamericanas en la cinta, a pesar de que una de ellas (Lorenza Izzo) es chilena y la otra (Ana de Armas) es de origen cubano.

Esto es especialmente cierto en el caso de Izzo, cuya Genesis es una estadounidense, tal y como lo fue su personaje de estudiante activista en la reciente “Green Inferno”; y De Armas se pone en la piel de una española llamada Bel, lo que se traduce en su manera de hablar durante las escasas partes que le tocan en nuestro idioma. Claro que el asunto de las nacionalidades y de las culturas es lo de menos en una película que se filmó mayormente en Santiago de Chile pero se desarrolla supuestamente en las montañas de Hollywood, y para la que hay que desprenderse por completo de prejuicios y pretensiones de profundidad si se quiere pasar un buen rato.

Estamos plenamente conscientes de que “Knock Knock” tiene ya muchos detractores, como ha ocurrido en general con toda la obra de su director y guionista, Eli Roth, recordado por haber sido el creador de la saga de “Hostel”, con la que instauró la polémica escuela del ‘torture porn’; en realidad, la controversia parece formar parte intrínseca en la carrera de un autor que ofendió hace poco a grupos defensores de los indígenas en la Amazonía al presentar a un grupo de aborígenes peruanos como sanguinarios caníbales en “The Green Inferno”, una comedia de terror llena de ‘gore’ que, debido a retrasos de distribución, se lanzó mucho más tarde de lo esperado y se encuentra todavía en cartelera.

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“Knock Knock” no puede despertar críticas relacionadas a su despliegue de brutalidad -que es mínimo en comparación a otros trabajos del mismo realizador-, pero sí en cuanto a su simpleza narrativa y la falta de giros creativos para cualquiera que haya visto el tráiler y sepa ya por dónde va la historia; y no se puede negar que el guión, escrito por Roth en colaboración con el chileno Guillermo Amoedo, no se esfuerza precisamente por ser complejo ni propositivo. Sin embargo, bajo nuestro concepto, lo que se ha logrado aquí es una variación interesante del subgénero de “invasión del hogar” en la que los típicos asaltantes masculinos se transforman en damitas voluptuosas.

No hay que pensar que este detalle hace que nos encontremos ante una propuesta feminista; de hecho, alguien podría decir que es todo lo contrario, ya que Genesis y Bel son unas locas de atar que obligan prácticamente a Evan -un tipo a todas luces bueno y fiel- a tener sexo con ellas con el fin de tener una excusa para ejercer sus malos actos. Pero, en un caso como este, evidentemente basado en los lineamientos de la ‘exploitation’, esa clase de detalles son simples sutilezas; lo que importa es que lo que se cuenta resulte interesante y mantenga siempre el suspenso, y en este caso, con las evidentes distancias, Roth plantea una puesta en escena que, créanlo o no, recuerda a veces a Hitchcock o, al menos, a De Palma, guiado por una elegancia estilística en la que no se dejan de lado algunos aspectos eróticos perversos, pero que prescinde por completo de las vísceras y las tripas. ¿No les resulta suficiente?

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