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Tierra Blanca ofrece a la comunidad bailes típicos de distintos países

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Como suele suceder con muchas de las organizaciones culturales hispanas que tienen su sede en Los Ángeles, Tierra Blanca no cuenta hasta ahora con un local propio, por lo que la cita con HOY se dio en el edificio de la Oldtimers Foundation, un recinto recreativo para personas de la tercera edad que se ubica en la ciudad de Huntington Park.

Pero eso no quiere decir que la organización fundada hace más de dos décadas como compañía de danza y establecida como centro cultural sin fines de lucro desde el 2002 no sea increíblemente productiva, ya que además de servirle como lugar de ensayos para sus frecuentes presentaciones, el mismo inmueble se presta para las clases que se imparten con regularidad.

Y durante la visita que realizamos, nos dimos cuenta de que, pese a no contar con ningún lujo, el enorme ambiente disponible, en el que se incluye un gran escenario, resulta perfecto para el despliegue de unos bailes que requieren de tanto espacio como entusiasmo. Como el motivo del encuentro era la actuación gratuita de este sábado en la Biblioteca del Este de Los Ángeles

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(4837 E 3rd St.), de 2 a 3 de la tarde, lo que vimos se centró en los 16 actos que se mostrarán ese día, y que incluirán muestras de danzas procedentes de Guatemala, Colombia, Cuba, Nicaragua, Venezuela y, por supuesto, México, empezando por una sesión de bendición maya.

Mientras las niñas (y unos cuantos varones) se enfrascaban en vibrantes movimientos, luciendo a la vez trajes de sorprendente colorido, se hizo evidente que nada de esto sería posible sin el rol estelar cumplido por Blanca Araceli Soto, quien instruía a los alumnos paso por paso, en fiel cumplimiento a su labor como directora general de la institución.

Soto es oriunda de Guadalajara, Jalisco, y empezó a practicar la danza a los 13 años, lo que la llevó a formar parte del Ballet de las Américas -donde se incluía también folklore de diferentes naciones- y, posteriormente, irse de gira con la afamada compañía de Amelia Hernández, luego de haberse trasladado al Sur de California en 1987 con el fin de cuidar a su madre enferma.

Tras un breve receso debido a cuestiones familiares (conoció aquí a un inmigrante capitalino con el que se casó), se metió de lleno a trabajar como actriz con grupos independientes de teatro como Sinergia, la Fundación Bilingüe de las Artes y Tatalejos, con los que ha hecho cerca de 45 obras; pero una invitación hecha por la ciudad de Huntington Park para que dictara clases la llevó de regreso a sus inicios, aunque esta vez como instructora de una generación completamente nueva.

“Nuestra meta principal es dar a conocer la riqueza cultural de nuestros países, porque actualmente nos enfrentamos a una juventud que anda pegada a la Internet y no quiere acercarse a sus raíces”, nos dijo Soto. “En realidad, el problema no se da tanto con las tradiciones mexicanas, pero sí con las de otros países, lo que pone en dificultades a todos los que buscan difundir la gran riqueza cultural que poseen”.

En el show de la biblioteca participarán los dos grupos infantiles de la organización, es decir, el que va de los 3 a los 7 años y el que va desde los 8 hasta los 12. “La finalidad es que hasta los más chiquitos entiendan que es necesario compartir lo que hacen con la comunidad y, de paso, que empiecen a agarrar seguridad en el escenario”, explicó Soto.

Según la jalisciense, sus alumnos incluyen a hijos de inmigrantes de Honduras, Nicaragua, Guatemala y El Salvador; pero el camino no ha sido fácil, porque del mismo modo en que hay padres que deciden retirar de pronto a niños que exhiben grandes cualidades artísticas, no se cuenta con un apoyo decidido por parte de los políticos para esta clase de actividades.

“El Sur Este tiene más de 10 ciudades, pero no existe ni un solo teatro, nada de esta clase para los niños y los jóvenes, porque no entramos en el presupuesto del Departamento de Asuntos Culturales”, cuestionó Soto. “De ese modo, se le quita a la gente de la clase trabajadora y sus familias la posibilidad de acceder al arte, mientras sus hijos crecen en la calle con las consecuencias que eso trae, pensando que los narcocorridos y la banda son nuestro único folklore”.

En ese sentido, ella misma se siente orgullosa de dedicar sus mejores esfuerzos para tratar de suplir estas carencias, porque siente que lo que hace con sus pupilos es “un aliento espiritual y emocional que todos necesitamos”. “Cuando vas a ver uno de nuestros espectáculos, no necesitas viajar a los países que presentamos, porque te los mostramos en dos horas a través de un simple boleto”, concluyó.

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