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Cheap Trick se impone en el Grand Prix tras su incorporación al Salón de la Fama

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Pese a que Cheap Trick no necesitaba realmente de un reconocimiento extra para cimentar una reputación de clásico del rock que ha obtenido por méritos propios desde hace tiempo, el hecho de que la banda fundada en 1973 acabe de ser incorporada al Salón de la Fama del Rock and Roll no es un detalle menor, ni mucho menos uno que haya perjudicado la vibrante presentación que ofreció el sábado pasado como cierre de la segunda jornada del Grand Prix de Toyota que se llevó a cabo en la ciudad de Long Beach.

Y es que, una vez en la tarima, inmediatamente después de que se apagara el último motor de la carrera aledaña, el quinteto originario de Rockford, Illinois, se dio a la tarea de presentar un repertorio que no fue tan ruidoso como el que desataron los vehículos, pero que dejó en claro que, aparte de los temas con melodías pegajosas que impuso en las radios de todo el mundo, posee un gran poderío rockero, plasmado desde el inicio con el primer riff de guitarra de Rick Nielsen en “Hello There”, una contundente pieza extraída de su segundo álbum -publicado en 1977- que fue seguida por “Big Eyes”, otro tema del mismo disco, incluso más pesado.

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Claro que, poco después, llegó “If You Want My Love”, la emblemática ‘power ballad’ que remeció a todos los asistentes que crecieron durante los ’80 con su coro inevitable y su mensaje romántico. Para ser sinceros, el cantante Robin Zander (encargado también de la guitarra rítmica) dio aquí sus primeras muestras de flaqueza debido a las exigencias vocales de la pieza; pero eso no le quitó emoción a la presentación, que retomó la senda estrictamente rocanrolera con la contundente “Borderline” y, sobre todo, con “Lookout”, poseedora de un sonido cercano al punk.

Para probar sus credenciales callejeras, la banda arremetió más adelante con una impresionante mezcla de las composiciones “I’m Waiting for the Man” y “Heroin”, provenientes de las canteras “malditas” de Velvet Underground y de su desaparecido líder Lou Reed; se trató de una decisión arriesgada que no habría sido probablemente tomada por una agrupación interesada únicamente en ofrecer los ‘hits’, sobre todo en un evento deportivo y de horario tan temprano como este, pero que los conocedores supieron apreciar, a pesar de que, en términos generales, la audiencia se mantuvo siempre estática, lo que es ya una queja conocida que hacen los latinos cuando observan el modo de actuar de los públicos estadounidenses durante los conciertos de rock.

Cerca del final, Cheap Trick le dio gusto a quienes esperaban las canciones más conocidas con un trío de lujo, compuesto por “I Want You To Want Me”, “Dream Police” y “Surrender” que animó un poco a los asistentes sin despertar el merecido baile (¿será que los asistentes estaban dopados por un día entero que los enfrentó al escándalo de los motores, que habían tomado demasiada cerveza o que eran simplemente viejos?); y tras ello, el mismo grupo se animó todavía a cerrar la velada con dos piezas relativamente oscuras, “Auf Wiedersehen” y la rockerísima “Goodbye”. Lo cierto es que, a estas alturas, estos señores no tienen nada que probar, pero eso no ha hecho que le quiten la potencia a sus cilindros… a diferencia de quienes los observaban desde el césped.

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