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Judy Garland: los hombres manejaban su vida, y estas grabaciones encontradas revelan cómo

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En lo profundo del Valle de San Fernando hay un almacén común y corriente, que atesora algunas de las pocas piezas restantes de la vida de Judy Garland. Se guardan en cajas de cartón y latas de película, y nunca fueron sometidas a temperaturas superiores a los 65 grados Fahrenheit. Las imágenes de conciertos y las grabaciones de videos caseros apenas se han tocado desde que su propietario —el tercer esposo y representante de toda la vida de la artista, Sid Luft— murió, en 2005.

Pero los archivos fueron puestos recientemente a disposición, por primera vez, para un equipo de documentalistas que se asoció con los herederos para crear una película sobre la vida de Garland. “Sid & Judy”, que se estrenará esta noche en Showtime, se parece a muchos retratos de la vida de la cantante porque detalla las luchas que enfrentó: su abuso de las sustancias, sus episodios de depresión, sus cinco matrimonios y las batallas por la custodia de los hijos. Pero, al indagar en la colección de Luft, el documental ofrece una versión de la vida de Garland más directa que “Judy”, por ejemplo, la cinta actualmente en cines que le está dando a la estrella Renée Zellweger un fuerte espaldarazo para los Oscar.

En el transcurso de su matrimonio, que se prolongó 13 años -el más largo de su vida-, Garland y Luft tuvieron dos hijos juntos, y él siguió siendo su representante hasta que la artista murió, en 1969, a los 47 años de edad. Más tarde escribiría sobre su relación en un libro que finalmente fue publicado en 2017. Aunque estuvo legítimamente cerca de Garland, Luft no fue el único en ofrecer una versión de su vida. También han escrito sobre ella una de sus hijas, Lorna Luft; su quinto esposo, Mickey Deans; John Meyer, quien afirmó haber tenido una aventura de dos meses con la estrella; y Mel Tormé, quien fue director musical en “The Judy Garland Show”.

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Garland nunca pudo contar su propia historia en totalidad. Buscando evitar la ruina financiera, en la década de 1960 intentó armar su autobiografía. Algunos de sus escritos, así como la grabación que sería usada para el libro, ahora forman parte de un archivo de la Universidad de Columbia.

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Algunas de esas grabaciones se escuchan en “Sid & Judy” donde, incluso con las voces de otras personas, surge un retrato más completo de la vida de Garland —desgraciado, heroico, injusto—.

A tape of old Garland recordings from Luft's archive that was used in "Sid & Judy."
Una cinta de viejas grabaciones de Garland, del archivo de Luft que se utilizó en “Sid & Judy”.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

Llamadas grabadas en secreto

Podría decirse que el material más sorprendente en “Sid & Judy” proviene de las grabaciones que Luft hizo en secreto de sus llamadas telefónicas con los socios comerciales de Garland. A medida que su matrimonio comenzaba a desintegrarse, Luft culpó en gran parte a los problemas con la situación financiera de la cantante. Para cubrirse contra cualquier reclamo, comenzó a grabar sus conversaciones personales, sin el consentimiento de la contraparte.

“Todos los involucrados están muertos, así que creo que todo ha prescrito”, afirmó Stephen Kijak, director de “Sid & Judy”. “Él lo hacía principalmente porque creía que sus otros representantes le estaban robando a Garland, e intentó ser una especie de detective privado. Realmente esto nos da un vistazo de primera mano de lo que sucedía. No era suficiente para que toda la película dependiera de ello, pero realmente la apuntalaba”.

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Lo más revelador de las grabaciones es la forma en que se analiza a Garland, como si fuera un objeto en lugar de una persona. En una llamada de octubre de 1963 con un ejecutivo de programación de CBS, Hunt Stromberg Jr., a Luft se le informó acerca de una “noche muy, muy desagradable y desafortunada” en el set del programa de variedades musical de la actriz.

Old episodes of "The Judy Garland Show" are stored at Pacific Title Archives.
Los episodios antiguos de “The Judy Garland Show”, almacenados en Pacific Title Archives.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

“Soy consciente de que cuando uno llega a ese estado, no es responsable de algunas de las cosas que hace”, le dijo Stromberg. “Pero si alguien tiene lepra, Sid, es muy lamentable, pero hay que mantenerse alejado de esa persona”.

“Algunos le están dando demasiada basura”, le respondió Luft, aludiendo a la adicción a las píldoras que sufría Garland.

“Simplemente llega a un punto en el que debes decir: ‘¡Ah… [al diablo con] eso!’”, agregó el ejecutivo.

“En algún momento ella se confundió”, se lamentó Luft. “Tal vez fue en parte mi culpa. Tal vez la confundí… No lo sé”.

Batallas de adicción

El documental no ignora la larga lucha de Garland con los medicamentos recetados y el alcohol. En extractos de sus memorias —leídos en la película por el actor Jon Hamm— Luft describe cómo el peso de la actriz había sido “constantemente monitoreado” desde que era una niña que trabajaba en MGM.

“Las anfetaminas las entregaban comúnmente los médicos del estudio”, explicó. “Eso, sumado a la bencedrina, le permitía trabajar hasta casi colapsar en películas como “Girl Crazy”, en la que el director Busby Berkeley la presionaba al límite para completar sus elaborados conceptos. Tenía que estar tan alerta y vital en la última toma, a las 11 p.m., como lo había estado en la primera, a las 9 de la mañana”.

En 1953, poco después de que la pareja se mudara a una lujosa mansión en Holmby Hills, las adicciones de Garland estuvieron al borde de generar un incendio en la casa, según Luft. La estrella estaba en plena filmación de “A Star Is Born” y, una noche, muy drogada, se desmayó en un sillón y su cigarrillo cayó al suelo.

“Judy tomaba unas pastillas muy malas”, dijo Luft. “Ella lo confesó. Le resultaba prácticamente imposible mantener un modo de trabajo frente a las cámaras sin tomar algún tipo de medicamento”.

Luft admite también que él había “habilitado” su problema con las drogas al idear un plan para contratar a un médico de MGM “durante todo el rodaje, para vigilarla y mantenerla en equilibrio”. “En retrospectiva, lo estaba facilitando”, reflexionó en su libro. “Era una versión menor de lo que MGM había puesto descarada e inhumanamente en su garganta”.

La montaña rusa de la adicción continuó hasta acabar con el matrimonio. En un momento, dijo Luft, Garland le expresó su deseo de asistir a Alcohólicos Anónimos, pero la pareja llegó a una sola reunión, en Pasadena. Más tarde, visitaron Narcóticos Anónimos, en una “habitación iluminada por luces tenebrosas”, que tenía “la atmósfera de una guarida de opio”. Garland no se adaptó al lugar, confesó: “¡Era suficiente para hacer que una persona quisiera permanecer drogada para siempre!”, y se fue al entonces popular restaurante Romanoff’s, a tomar una copa.

Cuando Luft intentó controlar la ingesta de píldoras de la actriz, ella convirtió su “preocupación en un juego”, dijo, y comenzó a referirse a él como “el policía, el agente de narcóticos, el poli”. Cuando buscaba medicamentos dentro de su casa, encontraba píldoras escondidas en cajas de cigarrillos y pastillas de Seconal en su baño de espuma. Pero cuando ella estaba de gira, le costaba más controlar las cosas. “En la ruta, podía obtener de cualquiera: un corista, un músico, un peluquero, un amigo”, comentó.

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Un romance complicado

La relación entre Garland y Luft dejó perplejos a muchos en Hollywood, incluidos aquellos cercanos a la pareja. En una de las llamadas telefónicas grabadas de Luft, el actor Andre Philippe le dijo que la estrella se refería a él como un alcohólico que nunca trabaja y que apostaba la fortuna de ella.

“¿Están enamorados el uno del otro todavía? No entiendo la relación que tienen”, le preguntó Philippe.

“Nadie lo entiende”, respondió Luft. “Nadie lo entenderá nunca”.

Al principio, explica la película, la relación comenzó de forma lenta. Luft incluso escribió en sus memorias que “no se sintió atraído por ella en un primer momento”, y en 1951, antes de casarse, reaccionó de mala manera cuando ella le dijo que estaba embarazada. “¿Estamos presentando un espectáculo en The Palace y vienes con ‘nuestro bebé’?”, le dijo, refiriéndose a las actuaciones de dos días que Garland estaba haciendo en Nueva York en ese momento. “Me imaginaba los titulares: ‘¡No está divorciada! ¡Cancela el show en The Palace! ¡Tendrá hijo ilegítimo con Luft!’. Lo manejé como un zopenco. No fui con ella cuando se practicó el aborto, no fui atento, no le envié flores”.

Más tarde, sin embargo, Garland y Luft tendrían dos hijos, Lorna y Joey, y la cantante a veces se quedaba despierta toda la noche y dejaba notas de amor para que su esposo las encontrara por la mañana.

“A pesar de todo mi malestar, te amé durante toda la noche”, le escribió en un mensaje que se muestra en “Sid & Judy”. “No es algo atractivo para decirte, pero cuando adoras a tu marido, ¿qué otra cosa puedes hacer?”.

John Kimble, quien administra la herencia de Luft, afirmó que a pesar de que “todos pensaban que Sid era el villano”, él estaba muy dedicado a ella. Kimble conoció a Luft a través del hijo de este, Joey, y se hicieron amigos. Se mantuvieron en contacto a lo largo de los años, y en la década de 1980, Kimble vio a Luft conduciendo un Mercedes flamante.

“Le pregunté: ‘¿Cómo haces para lucir tan bien?’. Y él dijo: ‘Dinero’”, recordó Kimble. “Había adquirido todos los derechos de los programas de televisión de Judy Garland y comenzó a hacer tratos. Entonces le pregunté si podía trabajar para él”.

Hacia el final de la vida de Luft, los dos se habían hecho tan amigos que almorzaban juntos casi todos los días, relató Kimble. “Él comenzaba a llorar tan pronto hablaba de Judy”.

Kijak, el realizador, destacó que “Sid Luft tiene mala reputación, aunque no hicimos esta película para rehabilitar su imagen. Por supuesto, él se consideró a sí mismo como alguien comprensivo, pero entendió su naturaleza cómplice en todo esto. Dado su matrimonio de 13 años, tiene una cierta autoridad, por lo cual su perspectiva es válida. Sólo queríamos asegurarnos de que no estuviera en primer lugar ni manipulara demasiado”.

John Kimble
John Kimble, quien administra la herencia de Sid Luft, revisa carretes de Judy Garland cantando en Boston Commons, en Pacific Title Archives.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

El mundo de un hombre

Después de que Luft y Garland se divorciaron, en 1965, un amigo intentó consolar a la artista diciéndole que se había involucrado con el hombre equivocado.

“¿El hombre equivocado?”, le respondió ella. “He estado involucrada con hombres de la industria toda mi vida. Uno no es diferente al otro... Todos ustedes trabajan en la industria de Judy Garland”.

El grado en que los varones controlaron la vida de la estrella, tanto emocional como financieramente, es una cuestión importante en “Sid & Judy”. En una de las llamadas telefónicas secretas de Luft, el productor de cine Freddie Fields intenta tranquilizar al esposo de Garland y le dice que todos sus problemas mejorarán si ella sigue trabajando. “Con honestidad, realmente creo firme, sincera y profundamente, que lo mejor para la salud, la seguridad, la mente y la cordura de esta chica es que vuelva a trabajar”, manifiesta Fields. “La realidad de esta chica es el trabajo. Toma menos drogas cuando trabaja; bebe menos cuando trabaja; crea menos problemas cuando trabaja. Si ella se descarrila, entonces no sé qué demonios te quedará; tal vez lo mejor que obtengas es una esposa internada en un hospital”.

Kijak quedó asombrado cuando escuchó por primera vez la forma en que los hombres discutían sobre una mujer adulta de unos 40 años, refiriéndose a ella como una “pobre niña triste”.

“Es muy degradante”, destacó el director. “Desde nuestra perspectiva nos preguntamos ‘¿Qué ha cambiado?’ Estaba la tentación de verlo desde un momento posterior al #MeToo. Pero había tanto sexismo generalizado y sistémico, que ella debió luchar constantemente contra eso”.

‘La tenacidad de una mantis religiosa’

Al escuchar a Garland relatar su historia, es difícil no sentir que su destino quedó sellado desde su nacimiento. En las grabaciones recuperadas para la película, ella describe cómo su madre, Ethel Gumm, nunca quiso que naciera.

“Siempre se deleitaba diciendo en habitaciones llenas de gente lo difícil que era para ella, porque yo no estaba en sus planes”, afirmó Garland. “Mi madre no quería más hijos. Ella hizo todo para deshacerse de mí. Debió haber bajado 19.000 tramos de escaleras, saltado de las mesas, pero por alguna razón, yo era una niña muy terca. No me iba a sacudir y eliminar tan fácilmente”.

Incluso en su punto más bajo, como cuando cayó en la depresión posparto, en 1952, Garland nunca pasó mucho tiempo regodeándose. Después de llevarse una navaja de afeitar a la garganta, afirmó que sentía “un sentimiento terrible de culpa y vergüenza, porque en realidad no quería morir. Tenía un bebé por quien vivir. Sólo que la presión había sido demasiado para mí”.

La muerte, insistió, no era para nada lo que ella deseaba.

“Cuando me va bien, quiero más. No tengo intención de irme”, le prometió a la grabadora.

Lo que la mantenía en marcha, según dijo, era su habilidad de reírse de sí misma, el hecho de que nunca se tomaba en serio. “Tengo la tenacidad de una mantis religiosa, mezclada con una pequeña bruja negra irlandesa”.

Son esas agallas las que Kijak desea que el público detecte en “Sid & Judy”. “Inicialmente, no estaba tan interesado en Judy; la vieja cuestión de ella y Marilyn Monroe como íconos gay me parecía anticuada como bolas de naftalina”, afirmó. “Pero cuando te sientas y la ves y escuchas actuar, eso da por tierra con todas las tonterías y la patologización de esta artista. Es una figura que renació tantas veces, y eso es inspirador. Ella seguía adelante en medio de toda esa tragedia”.

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