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Raphael nos hizo pasar una ‘gran noche’ a puertas de cumplir los 80

Raphael se presenta en el YouTube Theater de Inglewood, California.
Raphael se presenta en el YouTube Theater de Inglewood, California.
(Raul Roa/Los Angeles Times)
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No se puede decir realmente que Raphael haya pasado en algún momento de moda. A sus 79 años, sería completamente absurdo llamarlo todavía “El Niño de Linares”, sobrenombre que recibió durante su juventud debido a la ciudad que lo vio nacer; y el género de balada romántica con tintes épicos que sigue cantando -y que tuvo su auge hace medio siglo- no es precisamente lo que más se escucha en nuestros días.

Sin embargo, la grandeza de sus interpretaciones, tanto en sus grabaciones como en sus conciertos, lo convirtieron desde hace mucho en una leyenda viviente y en una suerte de entidad inmortal. Y el momento actual resulta particularmente significativo para su carrera de seis décadas, porque, además de haber recibido hace menos de un mes el galardón a la Trayectoria Artística en la más reciente edición de los Premios Billboard de la Música Latina -donde también se presentó al lado de la ‘boy band’ CNCO-, él mismo se convirtió a principios de este mes en protagonista de una serie documental propia, “Raphaelismo”, disponible en la nueva plataforma ViX+.

Todo esto es suficiente como para hacer que cualquier show que brinda despierte el entusiasmo de una legión de fans que, naturalmente, se encuentra mayormente compuesta por personas mayores, pero en la que existe también un considerable número de admiradores mucho más jóvenes que son capaces de reconocer sus notables cualidades artísticas y que se encuentran además motivados por el buen estado en el que se encuentra su portentosa voz, a diferencia de lo que sucedió durante los últimos años de actividad de otros representantes del género que, por diversos motivos, terminaron siendo pálidos reflejos de sus mejores encarnaciones.

Por otro lado, era imposible negar la curiosidad que sentíamos antes de verlo nuevamente sobre un escenario, esta vez, el del moderno YouTube Theater de Inglewood, California, donde se presentó el viernes pasado frente a una multitud generosa. Estábamos intrigados por el tipo de formato que iría a emplear, porque lo hemos apreciado tanto con acompañamientos orquestales que potenciaban el carácter ambicioso de su propuesta como al lado de grupos más reducidos en los que se destacaban los aspectos rockeros de su entrega.

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Entre géneros

La respuesta llegó de inmediato al iniciarse un espectáculo donde, en efecto, el marco musical fue proporcionado por uno de esos conjuntos típicos de la segunda escuela (había batería y hasta dos guitarras eléctricas), pero en el que la presencia de un sintetizador servía para simular mayormente instrumentaciones sinfónicas y ocasionalmente secciones de vientos, y que, además, se convirtió en el proveedor principal de un estilo que, al menos para nosotros, era absolutamente insólito en las ‘performances’ del veterano artista: el techno o, si se quiere, el synthpop.

Fue una sorpresa no del todo satisfactoria que se plasmó en las adaptaciones de temas como “Ya no puedo más”, “Digan lo que digan” y hasta el corte final -al menos en términos oficiales-, “Escándalo”, donde el maestro se animó incluso a rapear como parte de un fragmento poco afortunado. [NE: la verdadera canción de cierre fue “Como yo te amo”, pero llegó incompleta].

Se trató probablemente de un esfuerzo intencional para modernizar un sonido ya establecido e, imaginamos, para llamar de paso la atención de un sector juvenil que, en todo caso, se inclina actualmente por los ritmos urbanos, y que además de ello, brillaba por su ausencia en este auditorio.

Lo que se veía aquí más bien en abundancia eran los rostros de personas con varias décadas encima, así como algunos que pertenecían a hombres y mujeres que rodeaban quizás la cuarentena, como se pudo comprobar de manera cercana durante la interpretación de “Estar enamorado”, que fue acompañada en las pantallas gigantes por tomas extensas del público presente.

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Sea como sea, la intensidad de las letras y el dramatismo interpretativo de Raphael se prestan con una naturalidad mayor a fondos que resulten igualmente contundentes, y en ese sentido, los ímpetus de rock clásico, mucho más afines a su estilo y a la época en que se crearon estas composiciones, fueron los que primaron y los que generaron un mayor impacto desde que empezaron a escucharse a través de “No puedo arrancarte de mí”, la primera de una serie de ‘power ballads’ que prosiguió con “Yo sigo siendo aquel”, “Amor mío” y, posteriormente, “Se nos rompió el amor” (un ‘cover’ de Rocío Jurado), “Cuando tú no estás” y “Qué sabe nadie”.

Raphael performs at YouTube Theater on his Loco Por Cantar Tour, on Friday, October 21, 2022.
(Raul Roa/Los Angeles Times)

Alma rockera

Más allá de su incuestionable inclinación guitarrera (“Qué sabe nadie” tuvo hasta dos solos del instrumento de las seis cuerdas), estas canciones estuvieron coronadas por los aportes de un piano de cola cuya presencia fue casi constante, y se prestaron de manera ideal no solo para la exhibición de los talentos vocales de Raphael, sino también para el despliegue de esos ademanes y gestos teatrales que tanto distinguen al artista.

Este se mantuvo parado y activo durante la mayor parte del show, luciendo una camisa negra y un pantalón del mismo color que solo cubrió al inicio con un saco lleno de adornos brillantes del que se despojó rápidamente.

En medio de los ocasionales -y absolutamente comprensibles- momentos de flaqueza que se produjeron principalmente al comienzo de la faena, cuando no se encontraba todavía caliente, la garganta del español llegó cargada de un poderío insólito que no dejó de deslumbrar debido a la edad que tiene.

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Pese a refugiarse muchas veces en entonaciones grandilocuentes, Raphael prescindió completamente de coristas y le dejó espacio a esos momentos sensibles -a veces cercanos al llanto- que son la delicia de sus fans y causan rechazo en sus detractores. En ese sentido, y a título personal, lo único que puedo decir es que, en el YouTube Theater, este señor logró conmoverme en más de una ocasión.

Fuera de estos coqueteos con el rock duro y hasta con el ‘progre’, el cantante apeló ocasionalmente a vertientes distintas del mismo género, más cercanas a las que se encontraban vigentes a mediados de los ’50 e inicios de los ‘60, al emplear esa clase de arreglos en “Estuve enamorado” (en cuya introducción se escucharon las primeras notas del “Birthday” de The Beatles) y “Cierro mis ojos” (que adquirió un estilo similar al de Ritchie Valens o The Platters).

Raphael performs at YouTube Theater on his Loco Por Cantar Tour, on Friday, October 21, 2022.
(Raul Roa/Los Angeles Times)

Versiones de lujo

El asunto de los ‘covers’ fue un espectáculo aparte. Se trató en realidad de adaptaciones ingeniosas, que, en la voz de Raphael, adquirieron dimensiones ciertamente interesantes. Ya mencionamos la que hizo de “Se nos rompió el amor” (una pieza que fue popularizada por su compatriota Rocío Jurado y que surgió de la pluma del gran Manuel Alejandro); pero hubo muchas más, empezando por el evidente tributo que le hizo al recientemente fallecido Camilo Sesto, casi al inicio de la presentación, al entonar “Vivir así es morir de amor” (que adoptó también el techno, esta vez de manera mucho más natural, pero que, por supuesto, no logró alcanzar los espectaculares tonos que manejaba el autor original en su etapa de gloria).

Por ese mismo lado, el fragmento más significativo, sobre todo para el tipo de público que puede encontrarse en un evento musical del Sur de California donde se interprete música en español, fue el que se produjo a la mitad del show, cuando el protagonista de la velada se rodeó de un grupo selecto de sus instrumentistas -inicialmente en formato de trío- para brindar versiones acústicas de algunos clásicos del folklore latinoamericanos, encabezados por los temas mexicanos “La Llorona” (que interpretó de maravilla, pese a que ha sido cantado normalmente por mujeres con registros muy altos) y “Fallaste corazón” (la pieza de Cucho Sánchez que fue popularizada por Pedro Infante, y que la multitud acompañó con gritos y ‘ayayays’).

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El mismo popurrí se completó con una lograda rendición de “Gracias a la vida”, la creación de la chilena Violeta Parra que fue popularizada por la argentina Mercedes Sosa, y que escuchamos solo con la voz principal y el respaldo de una guitarra acústica que reproducía brillantemente las cadencias del folklore sudamericano.

“Para atrás ni para coger impulso”, solía insistir Raphael de forma vehemente.

Apreciamos, en suma, una actuación un tanto breve -el show duró un poco más de una hora y media- pero plenamente satisfactoria, en la que dominaron las piezas más celebradas del artista, en la que se rindió homenaje a algunas figuras claves de la música iberoamericana y en la que hubo incluso una novedad dentro del repertorio: la interpretación de “Lo saben mis zapatos”, un excelente tema que creímos nuevo pero que, en realidad, fue escrito y grabado hace algunos años por el malagueño Pablo López.

La canción formará parte del nuevo álbum de Raphael, “Victoria”, que se lanzará el próximo 18 de noviembre, como lo contó el mismo divo durante una de sus pocas intervenciones habladas en el YouTube Theater.

López ha colaborado justamente de manera estrecha con el ilustre cantante en la producción discográfica que se aproxima, y por lo que notamos en el YouTube Theater, es un compositor lleno de recursos ingeniosos, porque “Lo saben mis zapatos” repite en varios momentos la frase “Te quiero matar”, que desconcertó inicialmente a la audiencia (¿cómo podría decir algo así su adorado artista, y en plena era del Me Too?), pero que cobró sentido -y ofreció alivio- al ser completada con el agregado “de amor”. Es que Raphael ha sido siempre un caballero, y eso no va a cambiar.

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