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En ‘Tótem’, una familia enfrenta el cáncer con discreta evasión mientras un niño lo asimila todo

La directora Lila Avilés.
“Obviamente, hacer una película es un trabajo duro, pero cuando tienes niños cerca, es menos estresante”, dice Lila Avilés, cuyo “Tótem” está protagonizado por la actriz infantil Naíma Sentíes. “Te recuerdan que debes eliminar la solemnidad y traer la alegría”.
(Aldo Chacon / For The Times)
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La directora mexicana Lila Avilés se define a sí misma como una “hippie del cine”, y el término define en cierto modo su enfoque abierto e infinitamente curioso del comportamiento humano. Su nueva película, “Tótem”, que México ha seleccionado como candidata a los Oscar 2024, es un relato meditativo y terrenal de una caótica reunión familiar.

Se desarrolla a lo largo de un solo día, en una sola casa, mientras Sol (Naíma Sentíes), de 7 años, espera la fiesta de cumpleaños de su papá, Tona (Mateo García Elizondo), que se está muriendo de cáncer.

Durante gran parte de la película, los miembros de la familia se afanan en una preparación frenética de la fiesta, empleando diversas tácticas de evasión - podar árboles bonsái, invitar a curanderos espirituales y hablar en clave - para eludir la verdad sobre el estado de Tona. Para Sol, sin embargo, la realidad es demasiado clara.

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Avilés habló con The Envelope durante una reciente visita a Los Ángeles.

Ésta es una película sobre un hogar, y la mayor parte transcurre dentro de la misma casa. ¿Cómo encontró la ubicación adecuada?

Para mí, la casa era un personaje más, y era súper importante. En México se filma mucho, y a veces los directores de rodaje quieren utilizar las mismas casas y sólo cambian el arte y los muebles. Le pedí a mi equipo: “Por favor, quiero una casa especial”.

Lo loco es que teníamos muchas casas que visitar, pero después de visitar la primera, le dije a mi equipo: “Esta es la casa”. Puedo ser una súper controladora en otros aspectos, pero con esto, fue una cuestión de feeling. Me encantó. Me encantaron los dueños de la casa y la energía. Sabía que la película necesitaba un espacio laberíntico, pero que no fuera un palacio.

¿Cuál es el mayor reto de trabajar de cerca con actores muy jóvenes?

Bueno, me encanta jugar, así que me manejo muy bien con los niños. Quería tener esa misma energía con las niñas para que incluso las situaciones delicadas fueran súper alegres.

Cuando dirijo, me siento muy feliz de no entender cada una de las escenas y de intentar captar una forma mejor de recorrer ese camino [narrativo]. Los niños también son así.

Es obvio que hacer una película es un trabajo duro, pero cuando tienes niños cerca, es menos estresante. Te recuerdan que hay que hacer a un lado la solemnidad y traer la alegría.

Con Naíma Sentíes en particular, ¿supo enseguida que era la niña adecuada para Sol?

Fue un proceso. La directora de casting, Gabriela Cartol, y yo vimos a muchas chicas. Con Naíma, no fue como con Shirley Temple, donde hay una primera toma única y sabes inmediatamente que es una joya. Pero me encantó hablar con ella, incluso antes de empezar a hacer ejercicios de cámara.

Naíma Sentíes protagoniza "Tótem" cuando una niña descubre que su padre tiene cáncer.
Naíma Sentíes protagoniza “Tótem” cuando una niña descubre que su padre tiene cáncer.
(Sideshow / Janus Films)

Durante el casting, me mostró su vulnerabilidad. Era la primera vez que pasaba por este proceso. Y me encantó su madurez de pensamiento, su resistencia, su sentido de la calma. Con Sol, quería construir un personaje muy despierto, muy consciente.

A menudo tenemos este prejuicio con los niños: asumimos que, como son jóvenes, no saben lo que está pasando. Les damos un iPad y decimos: “voilà, vete”. Tengo la sensación de que los niños son superinteligentes y superintuitivos y saben encontrar las respuestas por sí mismos. La infancia es el destino. Tenemos que prestar atención a esos primeros siete años. Es cuando tu conciencia empieza a extenderse y a entrar en comunión con otras personas.

La película está llena de tomas largas. ¿Suponen un reto especial?

Es muy difícil. Soy un poco controladora, pero cuando noto que la escena parece natural, soy capaz de soltarme.

No hago un millón de tomas. Pero antes de rodar cada escena, me planteo cuál es la mejor manera de hacerla y cómo trabajar con esta mezcla de actores formales y no profesionales para que se sientan cómodos. Es una cuestión de comunicación y confianza.

Grabar la escena de la fiesta fue muy estresante. Llevaba los auriculares puestos y lo oía todo, era un caos por todas partes. Pero tengo esa dualidad, ya sabes, como un guerrero. Por un lado, soy una obsesa del control y por el otro soy muy libre. Es cuestión de estar presente. Eso es lo que me gusta de ser cineasta. De alguna manera, realmente entras en el tiempo. Te conviertes en un mago.

¿Qué sintió cuando México eligió esta película como candidata al Oscar?

Esta película ha sido mi tótem, y he viajado con ella a más de 60 festivales. Lo bonito de este proceso es captar el sentimiento de los espectadores. Por eso soy cineasta, para tener esa comunicación con el público.

También soy cinéfila. Ser seleccionada para los Oscar, en un año lleno de grandes películas... es increíble formar parte de ese grupo. En todos los países quiero hablar con los cineastas. México no siempre gana en fútbol, pero tiene una gran historia cinematográfica. Puede que Argentina tenga a Messi, pero México tiene a Guillermo del Toro. Así que formar parte de eso, y además ser mujer, es importante y asombroso.

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