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En ‘IF’, John Krasinski cambia el terror inclemente por la fantasía sentimental

Cailey Fleming (Bea) y Steve Carell (Blue) en una escena de la cinta "IF".
(Paramount Pictures)
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Cuando se estrenó “A Quiet Place” (2018), una película de terror sobre una familia que tenía que sobrevivir ante el asedio constante de monstruos nocturnos en un futuro apocalíptico, todo el mundo quedó sorprendido.

Y no solo por la eficacia de una producción absolutamente atemorizante cuyo nivel de inclemencia se salía de lo que se ofrece normalmente en Hollywood, sino también porque todo eso había brotado de la mente de una persona que no parecía inclinarse hacia tendencias semejantes.

Además de tenerlo en el reparto, el filme había sido dirigido, escrito y producido por John Krasinski, el carismático y afable actor que, a lo largo de ocho años, se puso en la piel de Jim Halpert, uno de los personajes más populares (y relajados) de la serie cómica “The Office” en su versión estadounidense.

Aunque muchos lo ignoraban, ya para entonces, Krasinski había dirigido y escrito otras dos películas, claro; pero estas -”Brief Interviews with Hideous Men” (2009) y “The Hollars” (2016)- eran comedias dramáticas que pasaron casi desapercibidas y que no llevaban ni por asomo a adivinar lo que sucedería luego con su carrera en términos autorales.

Krasinski retomó los mismos puestos creativos y volvió a dejar huella con “A Quiet Place Part II” (2021), una de las mejores secuelas de género en los últimos años, así como una demostración clara de su habilidad para filmar escenas de acción. Después de esto, los cinéfilos esperaban con ansias su siguiente proyecto.

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Pero, así como cambió radicalmente de género tras comandar dos películas propias, el hombre decidió dar un nuevo giro completo con “IF”, la cinta que se estrena hoy en salas de todo el país y que se aleja radicalmente del cine para adultos con la finalidad de meterse de lleno en una de esas propuestas “para toda la familia” que se dirigen principalmente a los niños, pero que buscan atraer también a los más grandes, sobre todo si son padres.

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Krasinski ha dicho que esta es la película más personal que ha hecho en su carrera, y que la idea detrás de ella surgió durante la pandemia, mientras veía a sus hijas -ahora de 10 y 7 años- lidiando con el encierro mientras daban rienda suelta a su imaginación a través de los juegos que inventaban.

En la cinta, Bea (Cailey Fleming) es una niña de 12 años que vive con su padre (interpretado por John Krasinski) luego de la trágica muerte de su madre y que, un buen dia, descubre que uno de los departamentos del edificio de su abuela (Fiona Shaw), además de albergar a un sujeto llamado Cal (Ryan Reynolds), es la morada de unas criaturas extrañas que aseguran ser “amigos imaginarios” abandonados por sus dueños originales.

Además del cambio de audiencia, el cineasta prueba suerte en esa clase de combinación constante entre actores de carne y hueso y animación que alcanzó uno de sus mejores momentos en la ya lejana “Who Framed Roger Rabbit” (1988) y que, en este caso, apela evidentemente con generosidad a la tecnología digital. Esto le ofrece un aspecto particularmente irreal a las criaturas, aunque, claro, estamos hablando de seres imaginarios.

Ryan Reynolds y Cailey Fleming en otro momento del filme.
(]onny Cournoyer)

Sea como sea, la interacción entre estos personajes (que llevan las voces de Steve Carell, Phoebe Waller-Bridge y Louis Gossett Jr., entre muchos otros) y los intérpretes que aparecen luciendo sus fisonomías reales es fluida, y Krasinski se toma el esfuerzo de darles a los primeros características propias y distintivas que resultan ciertamente entretenidas.

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Colocar en el papel principal a un personaje tan cercano a la adolescencia y tan desencantado por lo que ha pasado en su vida es otro acierto, como lo es habérselo otorgado a la jovencita Cailey Fleming (“The Walking Dead”), quien desempeña el trabajo con expresividad y solvencia.

Tampoco decepciona (aunque tampoco deslumbra) la puesta en escena general, respaldada por el valioso trabajo del director de fotografía polaco Janusz Kamiński (quien ha trabajado en 13 largometrajes de Steven Spielberg, incluyendo a “Schindler’s List”). En los pasillos del departamento de la abuela, Kaminski logra crear un ambiente de misterio ciertamente cautivante, y en el centro de retiro de los IFs (por sus siglas en inglés), es capaz de liberar un universo surrealista completamente digno de verse.

El problema se encuentra esencialmente en el guión, que Krasinski desarrolló con la ayuda de Reynolds y que, además de llegar a ser predecible y de caer innecesariamente en momentos de sentimentalismo excesivo, termina siendo convencional, con el manejo de unas fórmulas hollywoodenses que no esperábamos ante un autor como este, y que no dejan pasar la oportunidad de emplear dosis masivas de música supuestamente conmovedora.

Por otro lado, pese a lo novedosa que puede sonar inicialmente la premisa, el paso de los minutos me hizo sentir con cada vez mayor intensidad que lo que se contaba se parecía demasiado a las historias de Pixar, pero despojado de la sutileza y del nivel intelectual presentes en las mejores obras de esa compañía. O quizás se trate simplemente de que no recuerdo en absoluto a mi amigo imaginario, si es que alguna vez lo tuve.

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