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Estas partes de Asia vencieron temprano el coronavirus; ¿por qué ahora imponen aislamientos?

People in masks stroll through a night market in Taipei, Taiwan
La gente usa mascarilla mientras pasea por un mercado nocturno el viernes en Taipei, Taiwán.
(Chiang Ying-ying / Associated Press)

Nuevas variantes del COVID-19 se están extendiendo por Asia, revirtiendo el éxito de gobiernos como el de Taiwán, Singapur, Vietnam y Tailandia. El nuevo brote de Japón está ampliando los llamamientos para cancelar los Juegos Olímpicos de verano.

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Si bien gran parte del mundo pareciera dejar atrás la pandemia, Taiwán, que durante tanto tiempo había mantenido a raya el virus, está ahora desconcertado por escenas que otros países olvidaron hace tiempo: calles vacías, tiendas cerradas, una carrera por el papel higiénico e incalculables asientos vacíos en el metro.

El repentino cambio en el estatus de Taiwán refleja los reveses que tienen lugar en Asia. Naciones que fueron alabadas y a menudo envidiadas por la forma en que manejaron el COVID-19 —controlando el número de muertos bajo y permitiendo que millones de personas trabajen, asistan a la escuela y salgan a cenar— ahora están acosadas por nuevos cierres, la falta de las camas de hospital y la creciente fatiga a medida que continúa la pandemia.

El sentimiento de derrota es más profundo aquí. Por primera vez desde que surgió el COVID-19, Taiwán impuso estrictas medidas de bloqueo para detener un virus que mató a más de 3.3 millones de personas en todo el mundo. La isla autónoma informó varios cientos de infecciones en la última semana, después de meses sin tener ninguna. Así, se ordenó el cierre de todos los espacios públicos, como cines, bibliotecas y centros de recreación, y las escuelas públicas también permanecerán cerradas hasta al menos fin de mes.

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Estas acciones se producen a medida que el virus y sus variantes se propagan por toda la región. Los casos se están disparando en Vietnam, Tailandia, Camboya y Laos por primera vez y regresan en cantidades que no se han visto en meses en Singapur, Malasia y Japón, que enfrenta la presión de los trabajadores de la salud y los líderes empresariales para cancelar los Juegos Olímpicos de Verano en Tokio, previstos para el próximo julio.

A protester raises a fist while holding a banner
Un manifestante sostiene una pancarta durante una marcha contra la realización de los Juegos Olímpicos de Tokio.
(Cezary Kowalski / Getty Images)

En gran parte debido al alza vertiginosa de los casos en India, que se convirtió en el epicentro del último brote repentino, más del 60% de los 10 millones de casos nuevos registrados a nivel mundial, durante la primera quincena de mayo, se produjeron en Asia, según las últimas cifras de Our World in Data, proyecto en la Universidad de Oxford.

Los nuevos brotes de COVID-19 subrayan el largo camino que queda por recorrer para la recuperación global, incluso cuando países como Estados Unidos comienzan a reactivar sus actividades. También señalan las limitaciones de los controles fronterizos, que se desplegaron en toda Asia y se relajaron en EE.UU y Europa.

“Es una pandemia”, remarcó Dale Fisher, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad Nacional de Singapur. “Con el tiempo, las fronteras cederán. Es estadísticamente inevitable”.

Se están probando restricciones sociales y normas de salud pública, particularmente a medida que surgen más variantes infecciosas del coronavirus de los principales puntos críticos como India. Según Fisher, la única forma de detener las nuevas amenazas y alcanzar la inmunidad colectiva es vacunando a las poblaciones: “Para acabar con esto se requiere de altos niveles de vacunación, en pos de controlar lo que será una enfermedad endémica y posiblemente estacional”.

Medical workers in face shields
Un trabajador médico controla los signos vitales de un trabajador migrante el mes pasado en Phnom Penh, Camboya.
(Tang Chhin Sothy / Getty Images)

Pero la gran mayoría de las vacunas fueron enviadas a los países más ricos, incluidos EE.UU y Europa. Se han administrado significativamente menos dosis a países más pobres como Vietnam, Laos y Filipinas. Dejar a millones sin vacunar en densos centros urbanos con sistemas de salud débiles proporciona las condiciones ideales para que las variantes muten y prolonguen la pandemia, según los expertos.

Two people hug at a funeral
Los familiares de una persona que murió de COVID-19 lloran en un crematorio, el mes pasado en Katmandú, Nepal.
(Niranjan Shrestha / Associated Press)

El alza de casos en el sudeste y el este de Asia tras los brotes masivos en India, Nepal, Sri Lanka y Maldivas subraya la rapidez con la que se están propagando nuevas variantes, comentó Abhishek Rimal, coordinador de salud de emergencia de Asia Pacífico de la Federación Internacional de la Cruz Roja y Sociedades de la Media Luna Roja.

“El mundo necesita darse cuenta de que nadie está a salvo, hasta que todos lo estemos”, comentó Rimal desde Kuala Lumpur, la capital de Malasia, que entró en su tercer cierre el mes pasado. “En este momento, EE.UU luce muy bien, pero si una variante muta, eventualmente llegará allí. Este es el ciclo de una pandemia. Debemos asegurarnos de que todos estemos a salvo. Por eso necesitamos una distribución justa de las vacunas”.

No son solo los países pobres de Asia los que están luchando por obtener dosis. Naciones de ingresos medios, como Tailandia, Malasia e Indonesia, tienen tasas de vacunación de un solo dígito bajo. Incluso un país rico como Japón, que sufre su cuarta ola de infecciones, no ha logrado administrar inyecciones a tasas cercanas a otras naciones con una situación económica similar.

Commuters step out of a train
Los viajeros bajan de un tren, el 6 de mayo en Tokio.
(Shinji Kita / Associated Press)

Menos del 3% de la población japonesa, de 126 millones de individuos, logró vacunarse por completo en un programa asediado por acusaciones de mala gestión, acomodos y un sistema de reservas mal diseñado.

Hiroko Fukushima, una mujer de 79 años que vive sola en la prefectura japonesa de Ehime, estaba desesperada por vacunarse para que su hija menor pudiera visitarla con seguridad y pasar juntas el séptimo aniversario de la muerte de su esposo. A pesar de llamar más de 150 veces durante cinco días, Fukushima no consiguió una cita. Su hija mayor finalmente le consiguió una para junio.

“Ninguno de mis vecinos ha sido vacunado hasta ahora”, relató Fukushima. “Muchos de ellos viven solos y no tienen hijos que los ayuden”.

El primer ministro Yoshihide Suga anunció la semana pasada que Hokkaido, Okayama e Hiroshima se unirían a seis prefecturas, incluidas Tokio y Osaka, que ya están bajo medidas de estado de emergencia hasta fin de mes. Otras tres prefecturas se enumeraron como en “cuasi-emergencia”. Combinadas, las medidas someten a restricciones a alrededor del 70% de la población de Japón.

People are seated at a vaccination clinic
La gente en espera para vacunarse contra el COVID-19 el pasado lunes, en Bangkok, Tailandia.
(Anuthep Cheysakron / Associated Press)

Los hospitales tienen dificultades para hacer frente a la situación. En Osaka, donde el volumen de infecciones semanales es el más alto del país, las camas de cuidados intensivos están casi llenas. Según los informes, entre 15.000 y 17.000 pacientes se quedan sin atención médica, y el gobernador allí advirtió que las tasas de mortalidad podrían seguir aumentando.

La semana pasada, un sindicato de médicos de hospitales en Japón destacó que los Juegos Olímpicos deberían cancelarse ya que los juegos pondrían en riesgo la circulación de variantes potencialmente resistentes a las vacunas. Los Juegos estarán cerrados a espectadores extranjeros.

Los líderes empresariales de Japón se hicieron eco de esas preocupaciones. El multimillonario fundador y director ejecutivo del gigante de la electrónica de consumo Rakuten consideró que celebrar los juegos era una “misión suicida”.

Si bien el brote de Japón ha venido cobrando impulso durante meses, el de Singapur apenas ha comenzado. Hace tres semanas, la rica ciudad-estado encabezó las clasificaciones de “Resiliencia al COVID” de Bloomberg como el mejor lugar para estar durante la pandemia, sobre todo porque la vida cotidiana allí permaneció en gran parte sin modificaciones.

Desde entonces, la nación del sudeste asiático, de 5.8 millones de habitantes, experimentó un fuerte aumento en los casos, lo cual llevó al gobierno a ordenar medidas de bloqueo el domingo pasado, por primera vez en casi un año. La marcha atrás marca un duro golpe para Singapur, que vacunó a una quinta parte de su población e impuso controles fronterizos, desplegando los llamados embajadores de distanciamiento seguro y haciendo obligatoria una aplicación de rastreo de contactos.

Según las autoridades, la última ola fue provocada por la llegada de ciudadanos de Singapur y residentes de India.

Singapur, un importante centro de viajes, fue designado como sede del Foro Económico Mundial para agosto, una reunión anual que generalmente se lleva a cabo en Davos, Suiza. Pero los organizadores afirmaron el lunes que el evento se pospondría hasta el próximo año en un lugar indeterminado, debido a “las perspectivas inciertas, las diferentes velocidades de implementación de la vacunación y la incertidumbre en torno a nuevas variantes”.

Los expertos en salud mundial consideran que la vacilación a las vacunas puede ser alta en lugares que experimentan un bajo número de casos y muertes. Hasta la semana pasada, eso describía a Taiwán, que el año pasado captó la atención del mundo por pasar más de 200 días consecutivos sin una infección local.

Workers in protective suits carry a body on a stretcher
Personal del ejército nepalí lleva el cuerpo de una víctima de COVID-19 antes de su cremación, en Katmandú, Nepal.
(Getty Images)

El territorio registró un récord de 333 casos el lunes, después de anunciar 206 y 180 los dos días anteriores. El gobierno señaló que impondría medidas más duras si los casos diarios siguen excediendo los 100. El brote está vinculado a varios grupos, incluida una sala de juegos, un hotel en un aeropuerto y a un exejecutivo del Club de Leones que fue acusado de desobedecer la pauta de uso de mascarilla.

La noticia del cierre del sábado provocó pánico y se reflejó en las compras en los supermercados. En los estantes se agotaron rápidamente el papel higiénico, las mascarillas y el desinfectante, el lunes por la mañana, incluso después de que la presidenta, Tsai Ing-wen, instó a la gente a evitar el acaparamiento. “Sentí terror cuando escuché el anuncio […] y corrí al supermercado a comprar provisiones”, reconoció Ruby Liu, de 31 años, que trabaja para una editorial de revistas en Taipei. “Sin embargo, me di por vencida al ver las largas filas”.

Pierson, redactor de The Times, informó desde Singapur; los corresponsales especiales Jennings, desde Taipei, y Lowry desde Tokio.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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