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Guatemala: Entre el desarrollo económico y la conservación del legado maya de El Mirador

Una de las pirámides del conjunto arqueológico de la cuenca El Mirador, en el Petén, Guatemala.
Una de las pirámides del conjunto arqueológico de la cuenca El Mirador, en el Petén, Guatemala.
(Rosendo Morales)
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El calor es insoportable y los árboles parecen interminablemente altos. De repente, entre la vegetación, aparece la pirámide Garra de Jaguar. El arqueólogo Richard Hansen se arrodilla y retira una lona que cubre los mascarones casi intactos de la estructura. Entusiasmado explica con lujo de detalles el significado de las inscripciones que datan de por lo menos 200 años antes de Cristo.

Nos encontramos en El Mirador, en el corazón de la selva de el Petén en Guatemala, una extensa zona donde se han descubierto miles de estructuras mayas del período preclásico, convirtiéndola en una de las áreas arqueológicas más importantes del mundo.

Durante cuatro décadas, el doctor Hansen junto a un grupo de más de 40 arqueólogos y especialistas, han trabajado en El Mirador, para conservar la gigantesca riqueza cultural de las ciudades mayas. Hay que estar en este sitio para entender la magnitud del trabajo hecho.

A lo largo de 40 años el doctor Richard Hansen ha trabajado en el proyecto de El Mirador.
A lo largo de 40 años el doctor Richard Hansen ha trabajado en el proyecto de El Mirador, rescatando numerosas muestras de la cultura maya.
(Rosendo Morales)
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El doctor Hansen y varios arqueólogos examinan piezas localizadas
El doctor Hansen y varios arqueólogos examinan piezas localizadas en una de las excavaciones
(Rosendo Morales)

Para los especialistas, que han dedicado una buena parte de sus vidas en descubrir, restaurar y conservar estas ciudades mayas, la única opción para preservarlas es evitar la desaparición de la selva, la cual está amenazada por la tala legal e ilegal de árboles, los cazadores furtivos, los saqueadores de sitios arqueológicos y la creciente presencia del narcotráfico.

La preocupación por el destino de esta descomunal zona arqueológica ha colocado al Dr. Richard Hansen, un arqueólogo originario de Idaho, doctorado por la Universidad de California en Los Ángeles, en el centro de una agria polémica acerca del futuro de la región.

En esa polémica hay muchas versiones, rumores, malos entendidos, prejuicios, desconfianza y sobre todo, muy poca comunicación entre las partes.

El pulmón mesoamericano

Vista aérea de la zona arqueológica El Mirador en el Petén, Guatemala.
(Alejandro Maciel)
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Después de la Amazonia, la Reserva de la Biosfera Maya es el segundo pulmón ecológico más importante de América Latina y el principal de la zona mesoamericana, cuya conservación puede contribuir a evitar el proceso del cambio climático. Sus más de 21.000 kilómetros cuadrados de selva tropical ocupan una quinta parte de suelo guatemalteco y se extiende hacia México y Belice.

La Reserva de la Biosfera Maya, es el hogar de por lo menos unas 513 especies de aves, 56 de reptiles y anfibios, 16 de peces y más de 700 especies de mamíferos, muchas de ellas en peligro de extinción como el Jaguar, Puma, Ocelote, Mono Aullador y Mono Araña.

Jaguar captado en la zona de El Mirador, en el Petén.
Jaguar captado en la zona de El Mirador, en el Petén. Esta es una de las especies que se verían amenazadas ante un desarrollo turístico explosivo en la zona.
(Richard Hansen/Proyecto El Mirador)

Aquí se ubica El Mirador, considerado como uno de los sitios arqueológicos más importantes del continente americano, que consiste en un conjunto de miles de estructuras que datan de los períodos Preclásico Medio y Preclasico Tardío (1000 a.C.- 150 d.C.), entre los que destacan las pirámides de El Tigre y La Danta, esta última con una altura de 72 metros y un volumen superior al de las pirámides de Egipto y a la pirámide del Sol en Teotihuacán, México.

La pirámide de La Danta, explica Hansen, supera por mucho los 22.8 metros de altura de la pirámide del Templo de las Inscripciones en Palenque (México), los 24 metros de altura de la pirámide El Castillo, en Chichen Itzá (México); los 47 metros de altura de la pirámide del Gran Jaguar, en Tikal (Guatemala), incluso los 65 metros de altura de la Pirámide del Templo IV, también en Tikal.

Esta Reserva de la Biosfera, decretada así en 1990 por el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) de Guatemala, es el reservorio natural de cientos de especies endémicas de flora y fauna.

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La Reserva de la Biosfera Maya, es el hogar de por lo menos unas 513 especies de aves.
La Reserva de la Biosfera Maya, es el hogar de por lo menos unas 513 especies de aves, 56 de reptiles y anfibios, 16 de peces y más de 700 especies de mamíferos, muchas de ellas en peligro de extinción como el Jaguar, Puma, Ocelote, Mono Aullador y Mono Araña.
(Rosendo Morales)

Rumbo a El Mirador

En un acto de misticismo puro, Danilo el guía que nos conduce por un intrincado sendero de este bosque tropical, le habla al bosque como lo haría con un viejo conocido. Le dice que solo queremos escuchar su silencio. Que solo queremos conocerlo en su esencia más pura.

De pronto se escucha un poderoso rugido de jaguar. La piel se nos enchina.

“Esa es la voz del bosque. Es la forma con la que el bosque se comunica...”

— Danilo, el guía que conduce por la selva

La vegetación es cada vez más espesa y los moscos zumban de un lado a otro. Muy cerca de ahí, entre los árboles que rodean la zona, se escucha el alboroto de los monos araña que se acercan brincando de árbol en árbol.

Marco, el otro guía, se mantiene atento. Es como si fuera el traductor de los sonidos nocturnos. Uno a uno va descifrando los aleteos, los aullidos y siseos sobre las hojas secas.

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Lo que oculta la selva

Este gráfico realizado con tecnología láser llamada LiDAR,
Este gráfico realizado con tecnología láser llamada LiDAR, permite darse una idea del enorme patrimonio cultural de El Mirador.
(Proyecto El Mirador)

Para llegar a la Cuenca kárstica Mirador-Calakmul, abordamos un helicóptero en la ciudad de Las Flores, en la orilla del territorio selvático que se extiende por todo el horizonte. Somos tres pasajeros y me piden que vaya junto al piloto para que pueda observar el paisaje.

Nos elevamos a unos 300 metros de altura en una tarde nublada, pero con excelente visibilidad. De pronto se ven enormes claros de vegetación en medio de la selva. En muchos casos, son familias que han ido invadiendo ilegalmente la región y que han talado un espacio para construir sus casas. En otros casos son ranchos narcoganaderos en los que se lava dinero, me explica un miembro de la comunidad que prefiere mantener su nombre en el anonimato por temor a las represalias.

Vista aérea de las zonas deforestadas en las orillas de El Mirador en el Petén
Vista aérea de las zonas deforestadas en las orillas de El Mirador en el Petén. Taladores furtivos y ranchos ‘narcoganaderos’, son algunas de las principales amenazas de las zonas arqueológicas y de la selva.
(Alejandro Maciel)

Lentamente el crimen organizado ha ido entrando en este territorio, cuya característica principal es la falta de supervisión de las autoridades guatemaltecas. Por algún motivo es como si este territorio estuviera fuera del radar de todos, del gobierno y de las autoridades.

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Aunque las concesiones madereras aseguran que se tala de manera.
Aunque las concesiones madereras aseguran que se tala de manera sustentable, hay muchos indicios de actividades de talamontes clandestinos.
(Proyecto El Mirador/Richard Hansen)

Según fuentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) del gobierno mexicano, en los límites del Petén entre México y Guatemala, operan por lo menos siete grupos de talamontes que extraen furtivamente madera para comercializarla en el sureste de México.

En medio de la nada

Después de 30 minutos de vuelo, a lo lejos se empiezan a observar algunas colinas que rompen con la planicie.

- ¿Ves la colina allá al fondo a la izquierda? -me pregunta Hansen.

Hago un esfuerzo y veo el sitio que me está indicando. Pero no veo una, sino muchas colinas.

“Todas esas elevaciones son pirámides que hemos descubierto a pie y a través de un avión que, usando tecnología láser llamado LiDAR, penetró la vegetación e hizo un mapa de la región”, explica Hansen. “Lo que descubrimos es impresionante, hay cientos de sitios arqueológicos del Período Preclásico”.

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La Danta, la pirámide de mayor envergadura en la zona de El Mirador.
La Danta, la pirámide de mayor envergadura en la zona de El Mirador, es vista desde lo alto casi oculta por la vegetación.
(Alejandro Maciel)

Mientras sobrevolamos La Danta observo entre la selva una línea recta que se extiende por varios kilómetros y en diferentes direcciones. Las líneas son calzadas que unían a las diferentes ciudades mayas de la región. En algunos tramos tienen hasta 40 metros de ancho y de 2 a 6 metros de alto.

“Hemos descubierto algunas secciones de vías de hasta 28 kilómetros de longitud. Son las autopistas de ese tiempo,” dice el arquólogo Enrique Hernández, mientras explica que por ahí circulaban mercancías, productos exóticos, viajeros, comerciantes, fuerzas militares y hasta las familias reales.

Faltan unos cuantos minutos más de vuelo, y Hansen habla con el piloto. Le explica que para poder descender necesita encontrar un claro que se encuentra a mano izquierda. A simple vista no se ve nada. Parece imposible aterrizar por la abundante vegetación. Pero los ojos expertos del piloto localizan un sitio de unos 800 metros cuadrados donde desciende.

En segundos nos encontramos en el corazón de El Mirador. De inmediato se siente la humedad sofocante. Los monos araña nos dan la bienvenida lanzándonos desde la altura de los árboles ramas y escupitajos. De repente se escucha un bramido sobrecogedor. No sé qué es.

“Es un mono aullador o saraguate”, dice Rosendo Morales, uno de los coordinadores de la expedición.

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Bajamos la comida del helicóptero. Absolutamente todo lo que vamos a comer en los siguientes días ha sido transportado en la nave.

La Cuenca Mirador-Calakmul es una extensa área que abarca la frontera al norte con México y que se caracteriza por sus numerosos pantanos temporales conocidos como “bajos”. Todo, absolutamente todo tiene que ser traído de fuera, ya que la zona está totalmente deshabitada.

Los turistas que quieren visitar esta zona tienen que llegar a la comunidad de Carmelita o de Uaxactun, que se encuentra a unos 60 kilómetros al suroeste y al sureste respectivamente. Allí pueden contratar un guía, una árrea de mulas y alguien que les cocine en los campamentos de la ruta y de El Mirador. En promedio son dos días y medio de una agotadora caminata. “No es sencillo llegar hasta aquí”, dice Hansen mientras carga una caja con pollo, maíz y frijoles.

Los turistas tienen que contratar a una persona que cocine
Los turistas tienen que contratar a una persona que cocine en la comunidad de Carmelita, la más cercana e El Mirador.
(Alejandro Maciel)

El doctor Estuardo Labbé, director de la Fundación para la Investigación Antropológica y Estudios Ambientales-Guatemala (FARES-GUA por sus siglas en inglés), una de las organizaciones que apoya todo el proyecto de investigación en la zona, hace algunas recomendaciones: “Cuando camines por la selva, debes tener mucho cuidado con los moscos, que son casi invisibles; con las garrapatas que se te pegan por todo el cuerpo, y con las víboras, especialmente con la coral, con la de cascabel y sobre todo con la Barba Amarilla. Esta es muy peligrosa porque está completamente mimetizada en el suelo y a veces cuelga de los árboles por lo que la mordida puede ser en el cuello o en la cara”.

Caminamos por espacio de unos minutos. En medio de los árboles nos encontramos frente a una modesta cabaña de madera, de dos pisos, en la que se aloja Hansen y sus huéspedes, que en la mayoría de los casos son especialistas que llegan de todas partes del mundo para hacer investigaciones o para conocer estas impresionantes ciudades mayas.

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No es una cabaña de lujo. Tiene una sala pequeña, con tres sillas. Una recamara abajo y un baño. Arriba tiene otra habitación, un baño y una terraza. No hay una cocina. Cuenta con electricidad gracias a un generador de gasolina.

No hay cocina porque todos comen en los comedores comunitarios. En algunas ocasiones, como hoy, solo estamos siete personas. Pero en las temporadas de excavación puede haber hasta 400 personas que trabajan en los sitios arqueológicos. Algunos excavan, otros restauran y otros trabajan en otras disciplinas científicas debido a que el proyecto es un gran esfuerzo multidisciplinario.

Doris de Paz la cocinera del campamento saluda a Hansen y a su hijo Weston de 19 años que lo acompaña. “Lo conozco desde que era un bebé”, dice mientras va sacando las provisiones que va a preparar en los siguientes días.

Hansen y su familia han venido aquí año tras año desde hace décadas. “Mis hijos han crecido aprendiendo de la selva y de los miles de objetos que han encontrado”, dice Hansen, mientras abraza a su hijo. “Son expertos en muchos aspectos del mundo maya”.

Aquí han pasado grandes temporadas, han compartido la alegría de los descubrimientos, pero también han estado a punto de perder la vida.

En 1983, mientras viajaban en una avioneta desde Las Flores, Richard, su esposa Jody y su hija Micalena, se estrellaron en medio de la selva. Afortunadamente todos salieron con vida. Ese episodio, sin embargo, hace recordar que, ante cualquier peligro, los visitantes se encuentran prácticamente aislados y con muy pocas posibilidades de obtener ayuda.

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Los peligros de la selva

A pesar de su belleza, la selva es un lugar inhóspito y muy peligroso.

Pedro Córdova, que durante 28 años fue director del Instituto de Antropología e Historia (IDAEH) en el Petén, y desde 1992 forma parte del equipo de seguridad y logística del proyecto de investigación de El Mirador, lo sabe muy bien. “Hay muchos peligros, sabemos de la presencia de los narcotraficantes que descargan drogas en los caminos y las pistas al poniente, pero no podemos hacer nada. No tenemos ni los recursos ni la jurisdicción para enfrentarlos”.

“El narcotráfico es una de las mayores amenazas no sólo de la selva, sino también de los sitios arqueológicos”.

— Dr. Richard Hansen

Pero no es, ni lejanamente el único peligro.

“También están los saqueadores de sitios arqueológicos, los cazadores y depredadores furtivos y los taladores de la selva, dice Pedro Córdova. “Muchas veces entran madereros mexicanos, por la parte norte de El Mirador, que colinda con el estado de Campeche en México. Entran armados y lo mismo que con los narcotraficantes, los vemos, pero no podemos hacer nada”, dice resignado.

El Proyecto Cuenca Mirador ha mantenido un sistema de vigilancia en la zona desde 1992 para proteger y conservar la zona, pero es insuficiente.

Una larga historia

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El sitio arqueológico de El Mirador se conoce desde el año de 1882 cuando se trazó la línea fronteriza con México. Poco después fue explorado por los chicleros de el Petén. Fue hasta 1930 cuando formalmente se dió a conocer al mundo toda esta riqueza gracias a las primeras fotografías aéreas que fueron publicadas por el explorador Percy Madeira.

En 1934 se realizó la primera expedición arqueológica en la zona por parte de la Institución Carnegie de Washington, aunque fue hasta 1962 cuando el arqueólogo Ian Graham de la Universidad de Harvard pudo elaborar el primer mapa del sitio.

Con base en el mapa de Ian Graham, entre 1978 y 1983, se puso en marcha el primer plan de rescate del sitio arqueológico, denominado Proyecto Arqueológico Mirador, dirigido por los doctores Ray Matheny y Bruce Dahlin. Dentro de ese proyecto fue el estudiante Wayne Howell quien realizó las primeras investigaciones sobre la Pirámide de La Danta, en tanto que Dr. Robert Sharer (de la Universidad de Pensylvania) y Arthur Demarest (de la Universidad Vanderbilt) sondearon las inmediaciones a través de diversos pozos de exploración.

Richard Hansen fue encargado en aquél entonces del Complejo Tigre en el sector oeste del sitio, y descubrió la cerámica Preclásica directamente encima de los pisos de las estructuras principales. En base a esos descubrimientos se logró determinar la antigüedad del sitio.

El Dr. Richard Hansen en una de las zonas de excavación de El Mirador, en el Petén, hace dos décadas.
(Proyecto El Mirador/Richard Hansen.)

Los académicos han establecidos con bases científicas la importancia de los sitios arqueológicos de la Cuenca Karst Mirador-Calakmul, y han logrado establecer que estos conjuntos piramidales, que operaron como verdaderas ciudades-Estado, en realidad son entre 1000 a 2000 años más antiguos que otros sitios de la misma cultura maya, como los de Palenque o Chichen Itzá, en México, o Tikal, en Guatemala, los que hasta antes eran considerados como los sitios más antiguos de la cultura maya, y consecuentemente cuna de esa civilización.

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Con la intención de sostener la tesis de que el origen de la civilización maya se encuentra en la zona de El Mirador, desde el año 1987 Hansen ha trabajado con recursos de organizaciones no gubernamentales, de individuos que han manifestado su interés por la exploración, con la Fundación para la Investigación Antropológicas y Estudios Ambientales (Fares por sus siglas en inglés) y con recursos propios, con el fin de preservar los sitios arqueológicos, la selva tropical que los rodea y buscar la forma de dar a conocer esta riqueza cultural al resto del mundo.

Dos visiones encontradas

Nos encontramos en las inmediaciones del caserío de Carmelita, la comunidad más al norte de el Petén, en donde 106 familias viven de la explotación del bosque. Más de la mitad de los jefes de familia en esta comunidad son socios de la Cooperativa Integral de Comercialización Carmelita R.L., que desde 1998 cuenta con una concesión del gobierno de Guatemala para explotar sustentablemente los productos maderables y no maderables de la Reserva de la Biosfera Maya.

Carlos Alberto Crasborn Ojeda, representante de la concesión maderera
Carlos Alberto Crasborn Ojeda, representante de la concesión maderera de Carmelita, asegura que el objetivo del doctor Richard Hansen y los arqueólogos que dirige, es crear un desarrollo turístico privado y beneficiarse de las riquezas del mundo maya.
(J. Jesús Lemus)

En Carmelita, explica el líder cooperativista Carlos Alberto Crasborn Ojeda, la mayoría de las familias viven de lo que les aporta el bosque. “Hacemos una explotación sustentable de la madera, el xate y el chicle. El bosque nos da para vivir dignamente”. Enfatiza: “Y así queremos seguir viviendo, en plena armonía con el bosque”.

Crasborn Ojeda refiere que “nuestra prioridad es la conservación del bosque. Si se acaba el bosque, también nosotros nos acabamos”. Por esa razón desconfía del supuesto proyecto turístico que se rumora, ha propuesto el grupo de promotores de la cultura maya, encabezado por Hansen y los arqueólogos que trabajan con él.

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En la comunidad de Carmelita se encuentra una de las concesiones de madera otorgada por el gobierno de Guatemala.
(J. Jesús Lemus)

A lo largo de numerosas exposiciones en diferentes foros, Hansen ha hecho recomendaciones y sugerencias acerca de cómo promover el desarrollo turístico de la región, preservando los sitios arqueológicos y la selva, lo cual ha llevado a pensar que existen planes concretos del arqueólogo norteamericano para explotar, de manera privada, la zona arqueológica de El Mirador. Le atribuyen, entre otras cosas, su deseo de construir un mini tren estilo Disneylandia, para lucrar con el sitio.

Dado su origen estadounidense, se ha desatado una fuerte polémica acerca de su supuesta intención de convertir la región en un gigantesco parque temático que arrojaría grandes ganancias a “obscuros intereses privados e internacionales”.

“No hay nada de eso”, asegura por enésima vez el arqueólogo. “Si, puse como ejemplo el tren estilo Disneylandia, porque desde la perspectiva del grupo de arqueólogos que estamos trabajando en el proyecto, es la forma menos invasiva de hacer accesible la región a turistas de todo el mundo, “además de que, al no construir carreteras o aeropuertos, se le estaría cerrando el acceso al crimen organizado que de por si ya tiene presencia en la zona”.

Crasborn Ojeda considera que, de darse la autorización oficial para abrir el sitio de El Mirador, y la entrada del “trenecito”, ese sería el principio del fin de la Reserva de la Biosfera Maya, pues estima, aunque no conoce la propuesta, que un modelo turístico a gran escala implicaría la construcción de hoteles y vías de comunicación, como carreteras, aeropuertos o vías de ferrocarril que terminarían por afectar la selva.

Paradójicamente la propuesta de los arqueólogos encabezados por Hansen, va en el sentido de crear un santuario cultural y natural, en el que no haya carreteras ni pistas de aterrizaje, e impedir el turismo masivo en el sitio de El Mirador.

Hansen y sus colegas aseguran que no quieren ser parte del desarrollo turístico que requiere la zona, y que su grupo se limita a hacer recomendaciones al gobierno que ayuden a un desarrollo económicamente viable para la región, teniendo el turismo como eje para el despegue económico de las comunidades que rodean los sitios arqueológicos. En la opinión de este grupo de expertos, el turismo arrojaría mayores ganancias que cualquier actividad de tala de madera, aunque sea sustentable.

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“La protección de la fauna y flora de toda la región pasaría a manos de los encargados de los proyecto turísticos, que son los mismos miembros de las comunidades que hoy tienen la concesión de explotar los recursos naturales”, dice Hansen.

El Dr. Hansen y sus colegas aseguran que el turismo arrojaría mayores ganancias .
El Dr. Hansen y sus colegas aseguran que un desarrollo turístico controlado arrojaría mayores ganancias que cualquier actividad de tala de madera, aunque sea sustentable.
(Rosendo Morales)

A pesar de que esto ha sido expuesto en varias ocasiones por los arqueólogos, existe una fuerte oposición.

Crasborn Ojeda, considera que un desarrollo turístico impediría que los comuneros de Carmelita sigan explotando racionalmente la selva, como lo vienen haciendo hasta la fecha, basados en el Artículo 5 del Decreto No. 101-96 de la Ley Forestal, en donde se establece que el Instituto Nacional de Bosques (INAB) tiene la facultad de “otorgar, denegar, supervisar, prorrogar y cancelar el uso de las concesiones forestales y las licencias de aprovechamiento de productos forestales”.

Aunque los dos grupos aseguran querer lo mismo: el desarrollo económico de la comunidad y salvaguardar los recursos forestales, no pueden ponerse de acuerdo.

Poblado pobre, concesionario rico

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Carmelita es el poblado más al norte de Guatemala que se asienta en el espeso corazón del bosque y la comunidad más cercana a El Mirador.

El trayecto hasta aquí, desde San Andrés desde donde iniciamos esta parte del trayecto, es de cinco horas. A veces, sin un vehículo 4X4 es imposible transitar el difícil camino.

Con dificultades, peleando con el volante de la camioneta, dando saltos en su propio asiento, Marco rezonga. Me explica que en Carmelita no hay nada. Me pregunta la razón de ir a visitar esa comunidad. “Solo vamos a encontrar pobres. Aquí no hay nada que sea noticia o de importancia para el periódico”, dice.

En Carmelita, la pobreza se asoma por las rendijas de las 106 casas que forman esa comunidad. Todas las casas parecen acomodadas al azar. Los árboles de caoba, cedro y algunas ceibas, parecen crecidos a capricho. Todo es calles de tierra y algunos matorrales.

La única construcción que se distingue de entre todas es la que alberga a las oficinas de la Cooperativa Integral de Comercialización Carmelita R.L., que cuenta con la concesión gubernamental para explotar racionalmente el bosque.

Las oficinas de la concesionaria de madera de Carmelita
Las oficinas de la concesionaria de madera de Carmelita, se distinguen entre la pobreza de las viviendas del poblado.
(J. Jesús Lemus)
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En las oficinas de la cooperativa que lidera Carlos Alberto Crasborn es el único lugar en donde la pobreza parece inexistente: las paredes de caoba, el piso finamente detallado, los cubículos de lujo y las computadoras de última generación, hacen pensar que se trata de una oficina corporativa de una gran trasnacional.

No solo eso. También la sede de la cooperativa es el único lugar de Carmelita que cuenta con un sistema de telefonía fija, internet inalámbrico y hasta electricidad.

Esos son lujos que se puede dar la cooperativa, pero que no tiene ninguna de las otras construcciones de la comunidad. La electricidad para operar el aserradero y las oficinas de la cooperativa se genera a través de una planta que comienza a trabajar a las seis de la mañana y se apaga todos los días a las siete de la noche.

Desde la central de la cooperativa, a través de un incipiente tendido de alambres, se distribuye la electricidad al resto de la comunidad. Cuando la planta de la cooperativa concluye su jornada, el resto de las viviendas se sume en la oscuridad. Carmelita es una “boca de lobo” en donde solo destellan los faros de algunas motocicletas que circulan entre las calles.

Los vecinos, desde hace décadas, están organizados en grupos de autodefensa. Ellos mismos, a través de brigadas se turnan para cuidar el poblado de noche. Su principal preocupación son los taladores furtivos que pueden cruzar por el lugar, el paso obligado hacia lo más espeso del bosque de la Reserva de la Biosfera.

La cooperativa también es propietaria de un hotel, más bien un conjunto de siete cabañas, en donde, por 110 quetzales (14 dólares), se brinda hospedaje a los turistas que desean hacer el trayecto a pie hasta El Mirador. Las Instalaciones son cómodas, cuentan con regadera y sanitario, un lujo que el resto de la población de Carmelita no puede tener en su propia casa.

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Jorge Sosa, miembro de la dirigencia de la Asociación de Comunidades Forestales de el Petén, la organización más importante de Guatemala que trabaja para la conservación de más de 500 mil hectáreas de bosque dentro de la Reserva de la Biosfera Maya, asegura que gracias a esa organización se ha logrado reducir la cantidad de incendios forestales y la tala ilegal, los monocultivos y la ganadería extensiva, que son considerados como los principales factores que pueden contribuir al deterioro de esa Reserva de la Biosfera.

Los puntos rojos son áreas que a lo largo de los años han sido afectadas
Los puntos rojos son áreas que a lo largo de los años han sido afectadas por incendios forestales en los alrededores de El Mirador.
(Proyecto El Mirador)

El proyecto de sustentabilidad del bosque de Petén que promueve y defiende la Asociación de Comunidades Forestales de el Petén, está respaldado por 14 organizaciones comunitarias, entre las que se encuentran la Cooperativa Carmelita, la Sociedad Civil San Andrés, ambas de San Andrés; la Sociedad Civil Árbol Verde Ixlú y la organización Manejo y Conservación Uaxactún, de Flores; la Sociedad Civil Impulsores Suchiteco y la Sociedad Civil Custodios de la Selva, de Melchor de Mencos, así como la Red Forestando Chachaklum de San Francisco.

Estas organizaciones, al igual que la Sociedad Civil Selva Maya del Norte, la Sociedad Civil El Esfuerzo, la Cooperativa La Técnica y la Sociedad Civil Laborantes del Bosque, de Melchor de Mencos; la Asociación Forestal Integral Cruce a la Colorada, de San Andrés; la Cooperativa La Lucha, de La Libertad, y la Cooperativa Los Laureles, de Las Cruces, están financiadas por la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID) y la Reforest Alliance.

Tanto la USAID como la Reforest Alliance aportan en forma anual los recursos necesarios para que los comuneros tengan la posibilidad de financiar sus actividades de extracción sustentable de recursos maderables y no maderables que genera el bosque, con lo que esta inversión extranjera se ha convertido en el único modo de sustento económico de miles de familiares y también es la única posibilidad que los comuneros observan como viable para seguir viviendo del bosque.

Pero no todos están de acuerdo.

“La tala de madera en la Biosfera Maya no es sostenible por sí misma, ya que requiere el subsidio de fondos extranjeros”, dijo un miembro de la comunidad de Carmelita que pidió el anonimato. “El turismo nos daría la oportunidad de tener mayores ingresos y nos permitiría la conservación de nuestros bosques”.

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Por un modelo sustentable

La tala controlada es un modelo que ha venido funcionando desde tiempos de la guerra civil que azoló a este país de 17 millones de habitantes en la década de los 80’s, dice Jeff Morgan, director de Global Conservation en San Francisco. “El modelo funcionó en su momento para sacar a las comunidades de la pobreza y para evitar la deforestación”.

Las 14 concesiones madereras otorgadas por el gobierno de Guatemala cuentan con el visto bueno del USAID, la agencia norteamericana de desarrollo, que ha certificado la “sustentabilidad” de estos proyectos, dice Morgan.

“El problema es que las concesiones, prácticamente no están supervisadas, y eso provoca que haya muchas actividades de tala ilegal”, dice Morgan.

El doctor Estuardo Labbé, asegura que la tala adentro de la Cuenca Mirador-Calakmul ya no es viable. “Aunque en su momento ayudó a detener la deforestación, hoy existen muchas y mejores opciones para aprovechar el bosque sin necesidad de talarlo. Tenemos el árbol de pimienta, los ramones, (que es una fuente de natural de proteína), múltiples árboles medicinales. Existe el mercado para miel de la selva, hay muchas oportunidades mejores, sólo hay que cambiar el modelo”, dice Labbé.

En medio del cambio climático y el evidente deterioro de la selva, causó indignación que en la remodelación del puente Brooklyn en Nueva York, se hubieran utilizado 50.000 tablones de madera procedente de la selva de El Petén, aunque las concesiones aseguraran que procedían de bosques explotados racionalmente. “No es posible que se siga privilegiando ese modelo. Es como si quisiéramos cerrar los ojos ante la realidad del cambio climático”, dijo Labbé. “Hemos propuesto incluso pagar la madera a precio de mercado dejando el árbol en pie, pero no quieren”.

A pesar de que la mayoría de las concesiones madereras otorgadas por el gobierno de Guatemala y respaldadas por la UASID, aseguran que se hace una explotación racional de los recursos, muchos no están de acuerdo en que eso realmente sea así. La madera es víctima de lo mismo que le ocurre a toda la región, dice un miembro de la comunidad que pide el anonimato. “Simplemente no hay supervisión”.

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Hemos propuesto incluso pagar la madera a precio de mercado dejando el árbol en pie, pero no quieren”.

— Dr. Estuardo Labbé, director de la Fundación para la Investigación Antropológica y Estudios Ambientales-Guatemala

Pero el problema, dice Hansen, es que para llevar a cabo la tala, legal o ilegal, “se tienen que abrir caminos para sacar la madera, y por esos caminos se mueve el depredador, el saqueador, el crimen organizado, el traficante de seres humanos, el invasor, el petrolero, y muchos otros”, dice Hansen.

“Tenemos que encontrar una forma de proteger los recursos y al mismo tiempo ofrecerles a las comunidades diferentes opciones que les permitan beneficiarse de los recursos naturales”, dice Labbé. “En lugar de destruir el recurso natural, podríamos utilizar los árboles, generar miel orgánica que puede venderse fácilmente en el mercado europeo, podríamos utilizar el árbol de ramon, que tiene una gran cantidad de proteína, podemos utilizar la resina del chicle, podemos desarrollar toda una industria que promueva el uso curativo de nuestros recursos vegetales, existe un gran mercado para ello sin necesidad de talar”.

La pregunta que muchos se hacen es: Si los dos grupos plantean en esencia lo mismo, entonces ¿de dónde viene toda esta confusión?

En un extenso reportaje publicado el 10 de julio de 2020 la periodista Julia Lindau de VICE News, entrevistó a Hansen y le preguntó, entre otras muchas cosas, acerca de su propuesta de construir un tren ligero en la zona para facilitar el turismo.

El arqueólogo, contestó que sí, que efectivamente había hecho esa propuesta en diferentes foros por considerar que ese medio de transporte sería el que menos efecto ambiental tendría en la región, y con el que se podría transportar una cantidad considerable de turistas sin impactar el ambiente y sin facilitar el ingreso al crimen organizado.

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En esa misma entrevista también expresó sus inquietudes acerca del tipo de desarrollo económico que se debe fomentar en la zona, y explicó que en la opinión del grupo que encabeza, se debe crear un proyecto que proteja el legado cultural, que preserve la selva y que mejore las condiciones de vida de las comunidades cercanas.

“Debemos ser muy cuidadosos, si abrimos carreteras, el crimen organizado va a controlarlas, también podemos poner pistas aéreas y el crimen organizado va a tomar control de ellas, porque desde Colombia hasta este sitio, se requiere sólo una carga de combustible… Lo que hemos encontrado que es viable es un tren miniatura, que sea construido y administrado por las comunidades”, dijo Hansen.

En el reportaje, se afirma que la visión de Hansen para la región incluye hoteles, resorts, albercas y centros comerciales privados.

“No hay nada más alejado de la realidad”, asegura Hansen. “Nosotros hemos dicho que el tren miniatura resolvería el problema del acceso a la selva sin un impacto sobre el medio ambiente, hemos dicho también que El Mirador requiere un sitio donde los turistas puedan albergarse, pero en ningún momento hemos dicho que nosotros lo queremos construir, esa es una decisión que le corresponde a los empresarios, a las comunidades y al gobierno. A nosotros lo que nos corresponde es tan solo ofrecer ideas, sugerencias, y propuestas”.

La mano del Imperio

A lo largo de 40 años el trabajo de Hansen ha sido reconocido en numerosas ocasiones. En el 2005, el presidente de Guatemala, Oscar Berger, le otorgó la Orden Nacional del Patrimonio Cultural, esto por promover acciones a favor de la conservación del patrimonio histórico guatemalteco. En el año 2008 fue reconocido como el Ambientalista del Año, esto por parte del Latin Trade Bravo Business, que es como el Oscar a los líderes más influyentes de América Latina en materia de preservación del medio ambiente. En el año 2012, fue nombrado por el gobierno de Francia como “Caballero de las Artes y las Letras”.

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También en el 2012, Richard D. Hansen fue condecorado con la “Orden del Pop”, que entrega la Universidad Francisco Marroquín, de Guatemala como un reconocimiento a las personas que han contribuido a la conservación, investigación y difusión del patrimonio cultural de Mesoamérica. En 2013, este arqueólogo fue nombrado por la revista Latin Trade como uno de los 24 líderes mundiales que han cambiado a América Latina.

En el año 2017, fue condecorado por el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, con la “Orden del Quetzal” en grado de Gran Cruz, el más alto reconocimiento que otorga el gobierno de este país a los extranjeros.

Más recientemente, en el 2019, el Ministerio de la Defensa del gobierno de Guatemala le otorgó el reconocimiento de la “Orden Monja Blanca” por su trabajo a favor del rescate y conservación de la Reserva de la Biosfera Maya, labor que a la fecha realiza a través de la Fundación para la Investigación Antropológica y Estudios Ambientales, de la que es fundador y presidente.

Pero no sólo son las grandes organizaciones las que han rendido homenaje a su trabajo. A este hombre rubio de más de 6 pies de estatura, lo identifican en cada rincón de la selva. Es algo así como una celebridad estilo Indiana Jones entre los turistas que llegan a la región.

Un grupo de turistas escuchan a Richard Hansen en el campamento de El Mirador.
Un grupo de turistas escuchan a Richard Hansen en el campamento de El Mirador. Caminaron dos días y medio para llegar hasta ahí.
(Alejandro Maciel)

Los visitantes lo reconocen, y como si fuera una estrella de cine lo rodean, le hacen preguntas y el responde, y se extiende en detalles. Se detiene en un mascarón, y explica su significado: “Este es el dios viejo, y este es el dios creador”. Los turistas, deslumbrados, se felicitan entre sí por haber tenido la suerte de encontrarse con Hansen, en medio de la selva.

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También se le reconoce en los diferentes círculos políticos y empresariales porque a lo largo de los años, ha logrado conseguir financiamiento privado, principalmente de organizaciones no lucrativas de Estados Unidos para mantener a flote el proyecto.

“La operación es muy cara y requiere muchos recursos”, dice Hansen, mientras muestra la estructura metálica que protege los frisos del Popol Vuh. “Solo este techo sobre el friso costó más de 400,000 dólares”, dice Hansen, y todo ese dinero se ha recaudado a través de una serie de presentaciones por diferentes partes del mundo y financiados por fundaciones de conservación, instituciones científicas, y personajes de fama mundial.

La estructura del techo que cubre esta pirámide
La estructura del techo que cubre esta pirámide tuvo un costo de mas de 400,000 dolares, que en su totalidad fueron recaudados por el proyecto El Mirador.
(Rosendo Morales)

Uno de sus logros más recientes para financiar la operación del proyecto, que en momentos llega a tener hasta 400 excavadores, restauradores y científicos, fue el apoyo de los senadores Jim Inhofe, Senador de Oklahoma y vicepresidente del Comité de Servicios Armados del Senado; Tom Udall, de Nuevo México y líder demócrata del Subcomité de Apropiaciones del Senado y Jim Risch, representante de Idaho y vicepresidente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, quienes presentaron de manera conjunta la Iniciativa S.3131, mejor conocida como “Ley de Alianza de Seguridad y Conservación Maya de la Cuenca Mirador-Calakmul”. (The Mirador-Calakmul Basin Maya Security & Conservation Partnership Act).

En una declaración ofrecida a los medios de comunicación, el senador Inhofe dijo que “esta legislación respaldará los esfuerzos realizados por el Departamento del Interior y el Departamento de Estado de los Estados Unidos, junto con los gobiernos de Guatemala y México, para asegurar la preservación de esta región y garantizar que las generaciones futuras tengan la misma oportunidad de ver estas magníficas ruinas”.

La iniciativa, que fue dada a conocer el 19 de diciembre del 2019, contemplaba la donación de 72 millones de dólares en un período de seis años y una cantidad similar que otorgaría el Banco Centroamericano de Desarrollo (BCIE). El propósito de la iniciativa era proporcionar fondos al programa de investigación, rescate, seguridad, conservación y preservación del sistema de la Cuenca Mirador-Calakmul.

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Con 144 millones de dólares en la mesa, entonces surgieron muchos sectores de la sociedad y del mundo científico, que vieron en esta acción, el intento del imperialismo yanqui por controlar esta región y en Richard Hansen, el representante del imperialismo de Estados Unidos.

Hansen recientemente fue calificado de colonialista e imperialista en la publicación de la Asociación de Antropólogos Americanos. Dichas acusaciones fueron refutadas públicamente por dos ex ministros de Cultura y lideres del Congreso de la República de Guatemala, además de cientos de miembros de la comunidad, científicos y empresarios de Guatemala que le brindaron su apoyo.

“Cuando se habló de dinero para la seguridad y conservación de la zona, y cuando se pensó que había dinero para repartir, es que empezaron todos estos problemas,” dijo Hansen, quien, a partir de entonces, se ha visto sujeto a una enorme presión para que abandone los trabajos de investigación.

La polémica se ha extendido a tal grado, que hay numerosos indicios de que el mismo presidente de la república podría no extenderle el permiso para seguir laborando en esa zona.

Entre sus principales detractores se encuentra el arqueólogo italiano-guatemalteco Francisco Estrada Belli, de origen guatemalteco-italiano, quien escribió en Twitter el 26 de octubre de 2019: “Richard Hansen está buscando 100 millones de dólares del gobierno de Estados Unidos para poder controlar para siempre la mayor parte de la Reserva de Biosfera Maya en Guatemala. Ya lo ha hecho durante 40 años y ha alienado a todo el mundo. Ya es suficiente. #stopthisBS”.

Y como si todo eso no fuera ya toda una tormenta política, en plena pandemia, el Senado de Estados Unidos decidió retirar la iniciativa de ley y archivarla para un mejor momento.

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“Las personas que se opusieron a la iniciativa del Senado de Estados Unidos no tienen ningún interés en la conservación, la prosperidad comunitaria, o el bienestar del país”, dijo el exministro de Cultura, Dr. Jose Luis Chea. “Es absurdo pensar que el Dr. Hansen tendría el control absoluto de los recursos, porque él tendría que licitar los fondos como cualquier otra persona o grupo. Es obvio que hay intereses muy negros que están en contra de esto”, dijo el exministro Chea.

El gringo colonialista

Hansen se sacude en su silla a carcajada suelta cuando le insisto sobre los “intereses oscuros” de los que le acusan sus detractores. Cuando se recompone de la risa me mira muy seriamente y coloca sus manos sobre la mesa. Muestra sus palmas en actitud de franqueza: “Yo no encabezo ninguna invasión imperialista”, dice con voz suave y su español extranjero. “No aspiro a quedarme con nada. Solo quiero dar al mundo la posibilidad de que conozca la belleza de El Mirador y ayudar a que se conserven en el futuro para los guatemaltecos y para el mundo entero”.

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