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Granjeros argentinos guardan soja para proteger su economía

El productor agropecuario argentino Walter Malfatto camina junto a una silobolsa
El productor agropecuario argentino Walter Malfatto camina junto a una silobolsa que contiene parte de su cosecha de soja, en su finca en Bragado, Argentina, el 28 de julio de 2022.
(Natacha Pisarenko / Associated Press)
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Mientras los precios internacionales de las materias primas han incrementado por la guerra en Ucrania, el productor agropecuario argentino Walter Malfatto prefiere guardar la cosecha de soja en su campo en el oeste de Buenos Aires argumentando que gana mucho menos que los productores de naciones vecinas por los impuestos a las exportaciones y las restricciones cambiarias de su país.

El hombre retuvo unas 320 toneladas de soja de la última campaña dentro de “silobolsas”, un bolsón de polietileno blanco que funciona para almacenar granos. Esta técnica de acopio ha proliferado en los últimos meses en la llamada Pampa Húmeda, la región productiva más rica del país sudamericano, a pesar de que la tonelada de la oleaginosa ha vuelto a cotizar a valores históricos por encima de los 600 dólares debido a la guerra en Europa.

Si bien Argentina es uno de los principales exportadores mundiales de soja y derivados, los productores ganan una cuarta parte de lo que consiguen sus vecinos en un contexto de crisis económica con escasez de dólares y la segunda inflación más alta de Sudamérica después de Venezuela (60% en los últimos 12 meses).

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Un granjero argentino vende la soja en promedio a 540 dólares la tonelada, a lo que debe descontarle entre 31% y 33% de impuestos, pero no recibe dólares, sino el equivalente a pesos argentinos a cotización oficial (138 pesos). Si el productor quiere dólares debe recurrir al mercado informal, en el que la divisa cotiza al doble.

“El productor se está cubriendo de lo que pasa en el país por la incertidumbre que hay y se queda más tranquilo teniendo el cereal ahí”, apuntó Malfatto señalado una de las tres silobolsas que tiene en su campo de Bragado, localidad a 200 kilómetros de la capital argentina.

“Los países vecinos van y cobran en dólares. Nosotros cobramos 140 dólares que son en pesos... el cepo cambiario que tenemos es tremendo”, lamentó Malfatto. “Somos la máquina de fabricar dólares, pero no recibimos dólares”.

Las silobolsas surgieron como una solución para preservar la cosecha frente a una grave inundación que volvió intransitable los caminos en la década de 1990. Selladas al vacío, permiten guardar granos en perfecto estado por tres años, por lo que su creador, el ingeniero agrónomo Cristiano Casini, las definió como “una caja de ahorro” del campo.

Con forma de gusanos blancos gigantes, por estos días se multiplican en los campos más productivos de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.

El presidente peronista Alberto Fernández denunció que el sector agropecuario, la principal fuente de divisas del país, retiene soja por el equivalente a 20.000 millones de dólares para forzar una devaluación del peso y que él debe priorizar el bienestar de los sectores más empobrecidos.

“Ellos precisan los dólares ya, no tienen plata y quieren que todos los productores liquiden y el productor va a liquidar cuando le sea conveniente”, explicó Malfatto, que lidera una organización de productores de Bragado.

El menor ingreso de dólares supone un grave problema para el gobierno, ya que debe destinar las pocas reservas que tiene en el Banco Central para importar energía, pagarle a los acreedores de deuda y también intervenir en el mercado de cambios para que la brecha entre las diferentes cotizaciones de dólares no impacte en los precios y acelere la inflación, que según analistas rondará 8% en julio.

“La gran diferencia entre los tipos de cambio (de dólares) oficiales y alternativos está en el centro del problema. A menos que se produzca una devaluación oficial masiva, que no es nuestro caso base, reducir esta brecha requerirá tiempo”, afirmó la analista Jimena Blanco, jefa de investigación de América Latina de la consultora de riesgo Verisk Maplecroft, con sede en Inglaterra.

En un intento por seducir a los granjeros, el gobierno mejoró esta semana las condiciones para liquidar la cosecha. Los productores podrán destinar el 70% de lo que obtienen por la venta de granos a un depósito en pesos de libre disponibilidad (sin plazos) en entidades financieras y ajustable por la cotización del dólar oficial.

Con el 30% restante de las ganancias se les permitirá comprar dólares a la cotización oficial con un recargo impositivo de 75%.

El mandatario reformuló también su gabinete y designó a Sergio Massa, actual titular de la Cámara de Diputados, como un “superministro” con amplios poderes para manejar la política económica. Massa, que no es economista sino abogado, tiene un perfil moderado dentro de la coalición oficialista, es bien visto por sectores del establishment económico y se le atribuye buena llegada a los inversores de Estados Unidos.

Pero si Massa no ofrece “condiciones más competitivas a la industria agrícola, los productores seguirán vendiendo solo las cantidades necesarias para cubrir los costos y prepararse para la próxima cosecha”, adelantó Blanco.

Mientras sostiene con sus manos un puñado de granos de soja que sacó del silobolsa, Malfatto fijó sus condiciones: “Si usted me dice un tipo de cambio único le aseguro que no le alcanzan los camiones de la zona para cargar el cereal”.

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