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Parisinos pasaron de rechazar los Juegos Olímpicos a formar parte de una gran fiesta

De izquierda a derecha, los parisinos Mathilde Joannard y Franck Tailleu
De izquierda a derecha, los parisinos Mathilde Joannard y Franck Tailleu, posan con sus amigos Jakub Mroz y Pawel Czechowicz, durante una pausa en la competición de esgrima en los Juegos Olímpicos, el sábado 3 de agosto de 2024.
(Jocelyn Noveck / Associated Press)
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Como muchos parisinos, Mathilde Joannard y Franck Tallieu estuvieron entrenando el “deporte olímpico” de criticar a los Juegos Olímpicos.

Ambos aseguraban que sería un desastre desde el momento mismo en que se enteraron de que París sería la sede del magno evento. Y como tantos parisinos, los dos ejecutivos de recursos humanos asumieron que su ciudad estaría llena de gente o que haría un calor infernal o que sería caótico o que los Juegos causarían un dolor de cabeza. O todo lo anterior.

Entonces, ¿cómo terminaron vestidos con disfraces alquilados de los “Tres Mosqueteros” y agitando alegremente la bandera de Francia en la competencia de esgrima?

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En realidad, ni ellos mismos lo saben.

“Simplemente decidimos divertirnos”, dijo Joannard, mientras la pareja disfrutaba de paletas frías afuera del majestuoso ‘Grand Palais’.

“Realmente lo estamos disfrutando”, añadió. “Estoy muy contenta de que estemos aquí”.

Parece que muchos parisinos han pasado por la misma feliz metamorfosis. Al principio, desdeñaron el audaz plan de que la capital francesa se convirtiera en una gran sede olímpica, pero ahora consideran que fue una buena idea.

Y lo están disfrutando. Los que se quedaron, por supuesto. En cuanto a los que se fueron, algunos lamentan haberse perdido la diversión.

El ciclismo atrajo a innumerables parisinos a las calles para animar a los ciclistas, en un mini Tour de Francia. Instalaron altavoces y bailaron. Por supuesto, muchos visitantes de otros países estuvieron entre ellos, reemplazando a algunos de los residentes que se marcharon.

Es un ambiente similar al de 1998, cuando Francia ganó su primera Copa del Mundo en fútbol.

“En aquel Mundial los franceses nos dimos cuenta de que podíamos ser campeones del mundo”, dijo Dan-Antoine Blanc-Shapira, un organizador de eventos. “Tal vez también fue cuando nos dimos cuenta que como país podíamos lograr algo así”.

Blanc-Shapira se quedó en París durante gran parte de los Juegos. Él y su familia fueron a ver eventos de rugby y atletismo femeninos, y simplemente pasearon por los Campos Elíseos, encantados de ver las caras sonrientes en el famoso bulevar.

“Puede que este no sea el mundo real, pero en este momento es muy agradable”, agregó. “Tal vez deberíamos hacerlo más a menudo”.

Algunos notaron el contraste entre el estado de ánimo actual y la atmósfera tensa que había apenas unas semanas antes, cuando el país atravesaba elecciones y agitación política.

“Es una distracción muy agradable”, dijo Craig Matasick, un analista político.

Elodie Lalouette, quien solicitó hace un año ser voluntaria, tuvo fe desde el principio.

“Estaba segura de que sería fantástico”, dijo durante un descanso. “Y lo ha sido, ha sido increíble”.

Lo más valioso son las interacciones que ha tenido con personas de todo el mundo. Y, quizás aún más, con otros parisinos.

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