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En una Grecia azotada por la sequía, los camiones cisterna mantienen vivos los cultivos

Vista del lecho del lago Picrolimni, ahora seco, en Mikrokampos, en el norte de Grecia,
Vista del lecho del lago Picrolimni, ahora seco, en Mikrokampos, en el norte de Grecia, el 19 de agosto de 2024. En el norte de Grecia, una grave sequía, acentuada por sucesivas olas de calor y el descenso de las precipitaciones, está causando una escasez de agua que a su vez amenaza a la agricultura, seca lagos y aumenta la presión sobre las comunidades locales que dependen del turismo.
(Giannis Papanikos / Associated Press)
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A seis semanas de la cosecha, el olivar de Dimitris Papadakis en el norte de Grecia no tiene agua en el subsuelo, por lo que el agricultor ha iniciado una nueva rutina matutina.

Acompañado por su hijo adolescente, utiliza una camión para llevar agua desde zonas cercanas. Con un pequeño generador, conecta el vehículo al sistema de riego para salvar lo que queda de su sedienta plantación.

“Nuestros pozos están casi secos (...) Ahora dependemos de los camiones cisterna para regar nuestros campos”, apuntó Papadakis, que dirige una cooperativa agrícola en una localidad en Halkidiki, una península del norte de Grecia muy popular entre los turistas.

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Este verano, el sur de Europa se ha visto azotado por sucesivas olas de calor, después de tres años de precipitaciones por debajo de la media. Las zonas afectadas por la sequía en el mapa de la región se han expandido. En Grecia, los efectos incluyen escasez de agua, lagos secos e incluso la muerte de caballos salvajes.

Las aguas subterráneas bajo de los 270 olivos de Papadakis están disminuyendo y volviéndose salobres, y se prevé que la sequía reduzca a la mitad su rendimiento.

La crisis del agua se ha agravado por el auge de la temporada turística.

En Kassandra, en el extremo más occidental de la península, la población anual, 17.000 personas, se multiplica hasta las 650.000 durante el verano, lo que pone una presión insostenible sobre los recursos hídricos.

“Hemos visto una reducción de entre el 30y el 40% en el suministro de agua después de tres inviernos consecutivos sin apenas lluvias”, dijo la alcaldesa, Anastasia Halkia.

Haroula Psaropoulou, que tiene una casa en la localidad costera de Nea Potidea, cuenta que es complicado sobrellevar los frecuentes cortes de agua, que pueden durar hasta cinco días en medio de un calor abrasador.

“Reciclo el agua del lavabo y de la lavadora y la utilizo para las plantas”, dijo Psaropoulou, de 60 años. “También he llevado agua del mar para el retrete”.

De acuerdo con el Servicio de Gestión de Emergencias de la Unión Europea, hay condiciones de sequía grave alrededor del mar Negro, que se extienden hacia el oeste hasta el norte de Grecia.

A lo largo del río Evros, que separa Grecia y Turquía, la grave sequía hace que el delta tenga ahora niveles más altos de agua del mar. El exceso de sal está matando a los caballos salvajes que dependen del río para beber.

“Si los caballos pasan una semana sin agua, se mueren”, dijo Nikos Mousounakis, que lidera una iniciativa para crear puntos de agua potable para caballos. “Algunos siguen en mal estado, pero esperamos que con ayuda continua se recuperen”.

Hasta hace poco, el lago Picrolimni, en el norte de Grecia, era un destino popular para los baños de barro, pero este verano es apenas una cuenca poco profunda de tierra agrietada, lo suficientemente seca como para soportar el peso de un auto.

“Lleva dos años sin llover, por lo que el lago se ha secado por completo”, apuntó el máximo mandatario local, Costas Partsis. “Solía tener mucha agua. La gente venía y se bañaba en el agua fangosa. El barro tiene propiedades terapéuticas para muchas dolencias. Este año no ha venido nadie”.

Cerca de allí, el lago Doirani se extiende a ambos lados de la frontera norte de Grecia con Macedoia del Norte. La orilla ha retrocedido 300 metros (yardas) en los últimos años. Las autoridades locales piden obras públicas para restablecer el suministro de agua del río, haciéndose eco de los llamados de los expertos que alegan que se necesitan cambios importantes en la gestión del agua para mitigar los efectos perjudiciales del cambio climático.

“Estamos viviendo un periodo de sequía prolongado que dura unos tres años ya, debido a la disminución de las lluvias y las nevadas, resultado de la crisis climática y la mala gestión del agua”, dijo Konstantinos S. Voudouris, profesor de hidrología en la Universidad de Salónica. “La solución está en tres palabras clave: conservación, almacenamiento y reutilización”.

Voudouris sostiene que las anticuadas redes de abastecimiento pierden demasiada agua y las mejoras de la infraestructura deben centrarse en recopilar y almacenar el agua de lluvia durante la temporada húmeda, además de reutilizar aguas residuales depuradas para la agricultura.

“Estos fenómenos de sequía regresarán con mayor intensidad en el futuro”, indicó Voudouris. “Tenemos que tomar medidas y planificar con antelación para minimizar su impacto, y debemos adaptarnos a esta nueva realidad”.

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