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El papa llega a la acomodada Singapur tras una festiva visita a la humilde Timor Oriental

El papa Francisco es recibido por niños que bailan a su llegada al aeropuerto internacional de Changi
El papa Francisco es recibido por niños que bailan a su llegada al aeropuerto internacional de Changi en Singapur, el miércoles 11 de septiembre de 2024.
(Gregorio Borgia / Associated Press)
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El papa Francisco viajó a Singapur el miércoles para el último tramo de su gira por Asia, y llegó a uno de los países más ricos del mundo desde uno de los más pobres tras una gran misa récord en Timor Oriental.

Después de una breve ceremonia de despedida, Francisco, la delegación vaticana y los periodistas que viajaban con él viajaron a Singapur a bordo del único avión de la aerolínea Aero Dili, un Airbus A320. Aterrizó unas tres horas más tarde en Singapur, donde Francisco no tenía actos públicos programados para el resto del día.

Francisco concluyó su visita a Timor Oriental con un acto el miércoles por la mañana con jóvenes, que suponen la mayoría de sus 1,3 millones de habitantes. Les instó a trabajar juntos para construir su joven país, utilizando los cimientos dejados por generaciones previas que consiguieron la independencia de Indonesia en 2002, para crecer en paz, prosperidad y reconciliación.

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“Sigan adelante con la alegría de la juventud, pero no olviden una cosa”, les dijo Francisco. “Son los herederos de quienes los precedieron en la fundación de esta nación. Así que no pierdan su memoria”.

El papa de 87 años, que está en el viaje más largo y lejano de su pontificado, dejó de lado su discurso preparado para improvisar en su español natal, como suele hacer cuando está con jóvenes.

El alegre encuentro se produjo unas horas después de que 600.000 personas —casi la mitad de la población— abarrotaran un parque costero para la misa de Francisco. Se celebró en el mismo campo donde san Juan Pablo II rezó 35 años antes, cuando Timor Oriental estaba bajo una brutal opresión indonesia.

Francisco llegó a Timor Oriental, también conocido como Timor-Leste, para animar a la nación más de dos décadas después de que obtuviera su independencia, ante un contexto de pobreza y alto desempleo.

En sus últimas declaraciones al final de la liturgia, Francisco advirtió a los timorenses actuales que tuvieran cuidado con los “cocodrilos” que llegan a la costa y “quieren cambiar su cultura, su historia”.

Era una aparente referencia al pasado de Timor Oriental, primero como posesión colonial de Portugal y después bajo el control de Indonesia, pero también a su atractivo actual para intereses comerciales internacionales que quieren desarrollar sus reservas de gas natural.

La industria del gas y el petróleo es la base de la economía timorense y la principal fuente de ingresos del gobierno. La explotación del prometedor campo gasífero de Greater Sunrise, compartido por Australia y Timor Oriental, lleva más de dos décadas paralizada, principalmente por la cuestión de a qué país debe conducirse el combustible.

Las autoridades timorenses creen que conducir el gas a su país daría más beneficios a su pueblo pese a los desafíos logísticos añadidos.

Francisco, que es argentino y el primer papa latinoamericano de la historia, arremete desde hace mucho contra las compañías multinacionales que explotan a países pobres por sus recursos naturales para beneficio propio sin preocuparse de compensar adecuadamente a la población local o cuidar el medio ambiente.

La enorme asistencia en Timor Oriental reflejaba la devota fe católica de su pueblo y su veneración a la Iglesia, que respaldó con firmeza la lucha por la independencia. Francisco elogió a los timorenses por no sólo construir su país desde cero, sino reconciliarse con Indonesia tras obtener la independencia en 2002.

Timor Oriental sigue siendo uno de los países más pobres del mundo. En torno al 42% de su población vive bajo el umbral de la pobreza. Sufre altos niveles de desempleo y malnutrición. Casi dos tercios de sus ciudadanos tienen menos de 30 años, lo que convierte la creación de empleo en una prioridad.

Desde Dili, la capital timorense, Francisco viajó a Singapur, una de las potencias económicas de Asia. La transformación de la ciudad estado de puerto colonial sin recursos naturales a un motor económico tras su independencia de Malasia en 1965 se ha presentado desde hace mucho como una historia de éxito.

Disfruta de uno de los niveles de vida más altos del mundo y es conocido por su seguridad y su baja tasa de criminalidad. Sin embargo, también es una de las ciudades más caras del mundo y su competitivo mercado laboral favorece la sobrecarga y el estrés de sus trabajadores.

Francisco no tiene agenda oficial en Singapur el miércoles, salvo por una reunión privada con sus colegas jesuitas.

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