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Un médico y la expareja de Maradona critican en juicio que fue internado en una casa sin preparación

Seguidores del fallecido Diego Maradona sostienen una pancarta
Seguidores del fallecido Diego Maradona sostienen una pancarta con la frase “Justicia para Dios” afuera del tribunal donde se realiza el juicio de homicidio por negligencia contra el personal médico que trató a Maradona, el martes 11 de marzo de 2025, en las afueras de Buenos Aires.
(Natacha Pisarenko / Associated Press)

Ni el médico que atendió a Maradona por dos décadas ni la expareja del astro argentino respaldaron que el futbolista fuera trasladado, tras operarse de un hematoma en el cerebro, a una casa de las afueras de Buenos Aires en la que murió días después en noviembre de 2020. Ambos cuestionaron el martes esa decisión, en una nueva sesión del juicio a siete profesionales de la salud por la muerte de la figura.

“Tendría que haber ido a una clínica de rehabilitación... un lugar más protegido para él”, dijo Mario Alejandro Schiter, el médico que asistió a Maradona por 20 años debido a su problema de adicción a las drogas. Su expareja, Verónica Ojeda, declaró como testigo en la audiencia y aseguró que la internación domiciliaria en la que el futbolista terminó sus días no estaba adecuadamente preparada para su delicada situación.

“Nos mintieron a todos, a toda la familia, una vergüenza”, criticó Ojeda, quien vivió en pareja con Maradona desde 2005 a 2014 y con quien tuvo un hijo en común, Dieguito Fernando. Sobre la internación domiciliaria, dijo que los médicos la aconsejaron y por eso la “familia” les hizo caso, aunque aseguró que “esa casa no estaba preparada”.

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El exfutbolista fue operado de un hematoma en el cerebro en una clínica a principios de noviembre del 2020 y el día 25 de ese mes, durante la internación domiciliaria, falleció de una cardiopatía.

Según la mujer, el entorno del futbolista —que no están procesados en el juicio— le aseguró que el astro estaría en ese domicilio asistido de enfermeros “como si fuese internado en el hospital”. Sin embargo, en las tres veces que lo visitó allí —una de ellas, siete días antes de morir— “Diego estaba solo sin nadie, sólo un custodio; no había ningún médico ni ambulancia”.

La última vez que lo vio, el 23 de noviembre de 2020, estaba “muy hinchado, ya no era el Diego que conocía”.

Según la autopsia, el exfutbolista murió a los 60 años a causa de un edema agudo de pulmón secundario a una insuficiencia cardíaca congestiva reagudizada.

Los fiscales aseguran que los siete profesionales que estaban encargados de cuidar al exfutbolista y que fueron imputados en el proceso —el neurocirujano que supervisó la operación en el cráneo, una psiquiatra, un psicólogo, médicos y enfermeros— actuaron con negligencia al no brindarle la atención adecuada, lo que habría desembocado en su muerte.

A los acusados, que han negado los cargos, les podría caer una pena máxima de 25 años de prisión.

Son juzgados por el delito de homicidio simple por dolo eventual, que es cuando el responsable sabe que su conducta puede ocasionar un daño, pese a lo cual continúa con la acción.

Ojeda también describió que la casa donde estuvo internado era “muy normal”, sin adaptaciones médicas, y que incluso el baño, donde “había olor a orina y excremento”, tenía una manguera “para supuestamente asearlo”.

La expareja de Maradona, con la voz quebrada, recordó por último que recibió la noticia de su muerte ese 25 de noviembre por la radio cuando se dirigía al lugar tras recibir varias llamadas que la alertaron de la situación.

Durante la mañana de juicio, el médico Schiter afirmó que Maradona debería haber sido derivado a un centro de rehabilitación especial para recuperarse de la operación quirúrgica a la que se sometió en 2020, en lugar de cumplir una internación domiciliaria.

Afirmó ante los jueces del tribunal que, “conociendo al paciente, no hubiese sugerido una internación domiciliaria; no era sencillo de manejar por conocimiento directo de haberlo tratado en el peor momento de su vida”.

Maradona era considerado por diferentes profesionales de la salud y allegados como un paciente difícil, que intentaba imponer su voluntad. Según algunos testigos del juicio, la vivienda a donde Maradona fue derivado carecía de los aparatos médicos necesarios.

Al ser consultado qué implicaba una internación domiciliaria, el médico afirmó que debe contar entre otras cosas con “una unidad cardioprotegida, un desfibrilador por si fuese necesario, un electrocardiógrafo, análisis de laboratorio, un saturómetro, un monitor, la asistencia de oxígeno y un equipo de ventilación no invasiva”.

Schiter, quien además fue observador en la autopsia al cuerpo de Maradona, dijo que su impresión fue que sufría “una insuficiencia cardíaca que la tenía latente”. Señaló que cada vez que veía al exjugador en los medios de prensa “estaba con sobrepeso, disnea, fatigado, con la forma de hablar aletargada y pausada, y me hacía sospechar de alguna de sus enfermedades de base como cardiopatía”.

Luego señaló, a partir de imágenes proyectadas en un monitor de Maradona ya sin vida, que “con todos los elementos me hace pensar que hubo un incumplimiento de cuidados modificables, que fue generando insuficiencia cardíaca”.

Sobre el abultado abdomen de Maradona, indicó que “le llevó unos cuantos días acumular ese líquido”.

Schiter acotó que en enero de 2000, cuando trasladaron al exjugador a Cuba para atender su problema de adicción a las drogas, tenía “un cuadro de insuficiencia cardíaca severa e hipertensión”.

Está previsto que el juicio se extienda hasta mediados de año.

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