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Los aranceles presionan a las fábricas chinas para que se actualicen o se muden a una “segunda China”

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Christopher Devereux cree que cualquier cosa puede ser “hecha en China”.

En 2003, vino a Guangzhou para abrir ChinaSavvy, una empresa de propiedad británica que conecta compañías occidentales con fábricas chinas para producir productos de metal y plástico.

Durante 16 años, ChinaSavvy supervisó las fábricas haciendo de todo, desde trituradoras industriales de roca hasta piezas de cámaras Canon.

Pero a los tres meses de la elección de Donald Trump en 2016, ChinaSavvy abrió una nueva sucursal en Vietnam.

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“En ese momento no existían tarifas, pero pensamos que era un paso prudente”, dijo Devereux, director gerente de la compañía y vicepresidente de la Cámara de Comercio Británica.

En el momento en que se promulgaron los nuevos aranceles estadounidenses sobre productos chinos, la semana pasada, Devereux cambió el nombre de la compañía de ChinaSavvy a Omnidex, y ahora está recibiendo llamadas de clientes en pánico que desean cambiar sus cadenas de suministro a Vietnam.

La guerra comercial entre Washington y Pekín está presionando a algunos fabricantes extranjeros para que muden las fábricas fuera de China, no a Estados Unidos, a pesar de la insistencia del presidente Trump en que los aranceles recuperarán los empleos de las fábricas estadounidenses, sino a una “segunda China”, en el sudeste asiático.

Incluso las empresas chinas, que ya se estaban yendo por otras cuestiones, están acelerando sus salidas y cambiando la imagen de la provincia de Guangdong, que fue la capital manufacturera del mundo.

Estados Unidos y China han estado imponiendo o incrementando los impuestos aduaneros sobre las mercancías uno a otro durante casi un año, mientras negociaban temas comerciales, incluida la protección de la propiedad intelectual y el acceso foráneo a los mercados chinos.

El 10 de mayo, EE.UU elevó los aranceles existentes sobre $200 mil millones de productos chinos a un 25% de un 10%. El 13 de mayo, China tomó represalias, elevando los aranceles de $60 mil millones de dólares en productos estadounidenses.

Aunque las tarifas terminan siendo pagadas principalmente por los consumidores domésticos, están afectando la cadena de suministro.

Los fabricantes que enfrentan salarios crecientes y mayores controles laborales y ambientales, ya habían comenzado a abandonar China para buscar mano de obra más barata y regulaciones más flexibles. Las tarifas de Trump los están impulsando a mudarse más rápido.

Devereux dijo que sus clientes estadounidenses han estado llamando frecuentemente, preguntando qué tan rápido pueden cambiar las cadenas de suministro a Vietnam.

“Los clientes no confían en Trump, y el que de repente no vaya a subir las tarifas”, dijo Devereux. “Así que nos buscan para mover los productos que fabricamos y que esten listos para ser trasladados a Vietnam, pero los cuales ni siquiera están cubiertos por los aranceles en este momento”.

No son sólo las empresas extranjeras las que están cambiando las cadenas de suministro. Las compañías chinas también se están mudando a Vietnam, donde pueden evitar los aranceles y pagar desde un tercio a la mitad del salario mínimo en Guangdong, dijo.

Ninguno de sus clientes ha optado por trasladar las líneas de producción a Estados Unidos, dijo Devereux.

“Usted obliga a las empresas a regresar a Estados Unidos y tiene un nivel salarial que es cinco veces o hasta 10 veces mayor”, dijo. “¿Cómo vas a competir? Incluso si sigues imponiendo tarifas cada vez más grandes, tienes que fabricar en otro lugar”.

El hecho de que Trump expulse a las fábricas fuera de China no crea puestos de empleo para el trabajador en Estados Unidos, dijo Devereux.

“Efectivamente, creará otra mini-China en Vietnam”, dijo. “Y luego supongo que él pondrá tarifas a esos productos”.

Provincia de fábricas en China

La provincia de Guangdong fue una vez el corazón de la reforma económica de China. Atrajo a oleadas de inversionistas, primero de Hong Kong y Taiwán, y luego de otros países más lejanos, que convirtieron a pequeñas ciudades como Dongguan en ciudades industriales en expansión en los años 1990 y 2000.

A medida que China se convirtió en la “fábrica del mundo”, los trabajadores migrantes de las provincias más pobres del interior inundaron Guangdong, aceptando condiciones laborales extremas y salarios muy bajos que aún eran más altos que cualquier otro que pudieran obtener en casa. Los inmigrantes se alineaban durante la noche para obtener trabajos en las fábricas.

Veinte años después, Guangdong se ha transformado. El aumento de la riqueza ha aumentado los salarios y ha permitido a los trabajadores exigir mejores protecciones laborales. Los milenios quieren libertad y significado en su elección de trabajo, no días de 18 horas en una fábrica.

“La guerra comercial le da a China la oportunidad de levantarse”, dijo Kate Liang, presidenta de Guangdong ABLinox Sanitaryware Co., que fabrica accesorios de acero inoxidable para cocinas y baños en Zhaoqing, una ciudad tranquila a aproximadamente una hora en automóvil de Guangzhou.

Cuando la Administración Trump comenzó a imponer aranceles, dijo Liang, comenzó a leer libros de filosofía para ayudarla a desarrollar estrategias. Un libro sobre la estrategia de liderazgo de West Point estaba sobre su escritorio.

“Es la supervivencia del más fuerte”, dijo, invocando a su teórico favorito, Charles Darwin. “Si el ambiente es severo, tal vez muchos mueran, pero los que vivan serán los mejores”.

En el auge de las fábricas de Guangdong, a principios de la década de 2000, “el negocio era bueno, pero hubo baja calidad, cero proceso”, dijo.

A medida que la producción barata sale de China, espera que se mantengan las empresas de mayor calidad. “Afecta a aquellos que son de baja calidad, desperdicio, mal uso de energía, malo para el medio ambiente, aquellos que trabajan exclusivamente por dinero”, dijo.

Muchos de los competidores de Liang se han mudado a Vietnam desde que los salarios aumentaron en China. Pero ella decidió quedarse y mejorar su compañía.

“Después de 10 años, el salario para Vietnam aumentará. Todo aumentará, y luego tendrán que irse de nuevo”, dijo Liang. “Si te mudas, es bueno para la economía vietnamita pero no para la industria, porque no hay avances. Simplemente estás caminando por el mismo trecho otra vez, desperdiciando los mismos recursos, tiempo y espacio”.

Los clientes de EE.UU representan el 20% del mercado de Liang y ella quiere expandirse allí. Pero si las tarifas continúan, dijo, se enfocará en China y otros mercados.

“Mi mercado existe, ya sea que compres o no”, dijo Liang.

“Todo el mundo está ansioso”.

Aquellos que dependen del comercio de Estados Unidos y China para ganarse la vida no están tan seguros.

Charles Fung, director general adjunto de Great Supply Chain Management, una compañía de logística en Dongguan que realiza acuerdos de envío y aduanas para compradores de productos chinos en Estados Unidos, dijo que las nuevas tarifas fueron un “shock”.

“Los exportadores estamos directamente afectados, especialmente las personas como yo, que sólo trabajamos con Estados Unidos”, dijo Fung. “Realmente esperamos que esto se resuelva en los próximos meses. Pero no estamos seguros de lo que Trump está pensando, por lo que todos estámos ansiosos”.

Mientras continúan las conversaciones comerciales entre Estados Unidos y China, Fung dijo que también está observando las negociaciones entre los remitentes y los compradores.

Teóricamente, los consumidores estadounidenses pagan las tarifas de los productos chinos. Pero los compradores tienen poder de negociación, y muchas fábricas chinas dividen el costo de los impuestos con sus compradores estadounidenses.

“Los impuestos de Trump no sólo se agregan a los estadounidenses”, dijo Fung. Cuando los niveles arancelarios estaban en el 10%, muchas fábricas chinas dividieron los impuestos con sus compradores estadounidenses, dijo. “El cincuenta por ciento de los impuestos de un 10% era mucho. Pero simplemente lo hicieron, porque esta era la única manera”.

Pero un nivel de 25%, dijo, sería más difícil de soportar.

“Mucha gente dice pelea, pelea, mata, mata”, dijo Fung, refiriéndose a los comentarios nacionalistas en los medios chinos sobre la resistencia a la presión de Estados Unidos.

“Pero muchos de nosotros estamos viviendo de la relación entre Estados Unidos y China. Sobrevivimos con esto, especialmente aquí en el centro de fabricación del mundo”.

Muchos otros agentes de Dongguan que una vez trabajaron en el transporte marítimo entre Estados Unidos y China ahora se han puesto a trabajar en la línea China-Vietnam, dijo Fung.

Fung, sin embargo, ha invertido décadas en establecer relaciones con agentes en Arizona, Chicago, Seattle y Nueva York. Está especializado en el sistema estadounidense y no quiere cambiar de campo. Pero ahora él está pensando en eso.

“Realmente espero que mejore, para que Estados Unidos y China se beneficien. Estoy seguro de que los consumidores estadounidenses también lo esperan”, dijo Fung.

“Si ya no trabajarán juntos, no viviremos más que de aire”.


Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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